Mono Rhesus
JACK HYNES/WIKIMEDIA COMMONS

ESTRASBURGO (FRANCIA), 8 Sep. (EUROPA PRESS) -

El pleno del Parlamento Europeo ha respaldado el acuerdo alcanzado con los 27 para introducir normas más estrictas en la experimentación con animales y promover métodos alternativos que permitan reducir su uso en pruebas de laboratorio, con el objetivo de garantizar el equilibrio entre el bienestar animal y la investigación contra enfermedades.

Los Estados miembros disponen de dos años para aplicar esta directiva, que será revisada por la Comisión Europea en un plazo de cinco años y que obliga a las autoridades nacionales a realizar inspecciones al menos en un tercio de los laboratorios que utilicen animales cada año.

La nueva norma establece que las autoridades nacionales deberán evaluar el impacto de las pruebas sobre el bienestar animal antes de autorizarlas y también apoyar el desarrollo de métodos alternativos y menos dolorosos para los animales siempre que sea posible.

El número de animales sometidos al experimento será el "mínimo" necesario para no comprometer los objetivos de la investigación y sólo se permitirán las pruebas en las que el sacrificio conlleve "un mínimo de dolor, sufrimiento y angustia" para los animales.

Además, limita el uso de primates en los ensayos e introduce inspecciones para garantizar su cumplimiento y plantea fijar una clasificación sobre el dolor de los animales ('sin recuperación', 'leve', 'moderado' o 'severo'.

En concreto, el uso de animales en experimentos científicos estará permitido en los ámbitos de la investigación básica; la investigación aplicada a las enfermedades de los seres humanos, los animales o las plantas; el desarrollo o las pruebas de eficacia de los productos farmacéuticos, alimentos y piensos; la enseñanza superior y la investigación médico-legal.

El uso de primates queda limitado a la investigación de enfermedades potencialmente mortales o que provoquen discapacidad física o mental, pese a que la Comisión quiso prohibirlo, porque los eurodiputados opinan que esto limitaría la competitividad de los científicos europeos frente a otros mercados como el asiático, con criterios menos estrictos en materia de bienestar animal.