Actualizado 19/05/2010 15:15

Los consumidores de cocaína tardan entre 8 y 10 años en darse cuenta de su problema de adicción


MADRID, 19 May. (EUROPA PRESS) -

Los consumidores de cocaína tardan entre 8 y 10 años, desde que toman la primera raya, en darse cuenta de tienen un problema de adicción y someterse a un tratamiento, ha asegurado la terapeuta Cristina Julve, miembro de la Comisión Nacional de Cocaína de la Asociación Proyecto Hombre, en la presentación este miércoles de las XII Jornadas de esta asociación sobre cocaína, que concluirán el próximo 21 de mayo en Madrid.

Según Julve, trabajadora de Proyecto Hombre Valladolid, la edad de inicio en el consumo de cocaína suele estar entre los 18 y los 20 años. Sin embargo, son los 33 años la media de edad para el primer tratamiento.

Los problemas con la familia, en el trabajo o la justicia suelen ser el detonante por el que estos consumidores, en su mayoría son jóvenes integrados en la sociedad, piden ayuda.

No obstante, también "les hacen reaccionar" los problemas psicológicos asociados al consumo de cocaína, como la psicosis tóxica, los delirios, la depresión o la ansiedad. Asimismo, los problemas cardiovasculares de la cocaína suelen alarmar a sus consumidores.

Para la delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, los problemas psicológicos que genera la cocaína, entre ellos la paranoia, hacen "incompatible este consumo con una vida normalizada" y que tomar esta sustancia pase de ser una costumbre "glamourosa y social" pasa a ser "un consumo solitario" y el adicto "vive para consumir".

Los datos de Proyecto Hombre indican que, de las más de 14.200 personas que fueron atendidas en 2009 en alguno de sus 26 centros, el 44 por ciento consumía cocaína. Junto a la cocaína, las sustancias que más se consumían eran el alcohol (41%) y el cannabis (24,9%).

El perfil del consumidor a tratamiento, la mayoría eran hombres (89%), con un aumento de las mujeres (11% frente al 8% de 2007) y u edad media 33 años, dos años más que en 2007.

La mayoría (81%) vivía con sus padres (41%) o sus parejas (41%) y tenía una ocupación (71%), es decir, trabajaba (65%) o estudiaba (5,5%). El 70 por ciento de las persones en tratamiento contaba con el apoyo de su entorno familiar.