Actualizado 20/12/2010 16:40

Los grupos de DDHH, preocupados ante el cierre de un campo de refugiados de la ONU en Camboya

PHNOM PENH, 20 Dic. (Reuters/EP) -

La orden del Gobierno de Camboya de cerrar un campo de refugiados de la ONU ha afectado a las relaciones con organizaciones internacionales, aumentando las críticas al Gobierno sobre la falta de derechos en el país.

El Gobierno de Camboya defendió el cierre del campo y dijo que su aliado Vietnam disfruta de paz y de una creciente economía, por lo que un campo de refugiados no es necesario. "Es el momento de cerrar este campo porque no hay guerra en Vietnam, no hay un conflicto armado por lo que no tiene que haber refugiados en Camboya, declaró el ministro de Exteriores del país, Hor Namhong.

Los grupos de Derechos Humanos se han indignado por la orden, hecha pública la semana pasada, de cerrar el centro del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que acoge a refugiados vietnamitas. Las organizaciones creen que mandan un claro mensaje de que les importa poco los Derechos Humanos.

La orden se ha realizado tras la petición del primer ministro, Hun Sen, al secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, de cesar al representante de ACNUR en el país, al que acusó de colaborar con sus oponentes. Hun Sen declaró que si se rechazaba la petición, él mismo cerraría el centro.

El Gobierno también informó de que podría cancelar la donación de 2.000 toneladas de arroz por parte de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y expulsar al miembro local del Programa de Desarrollo de la ONU después de que realizase comentarios sobre la política anticorrupción antes de que las nuevas leyes aprobadas pasasen a ser efectivas.

Las leyes pretenden atraer inversión extranjera disminuida por la corrupción, aunque algunos analistas y empresarios creen que las lagunas jurídicas de estas normas aumentan las dudas sobre cómo atajar el pago de sobornos.

El subdirector de la división asiática de Human Rights Watch, Phil Robertson, declaró que es "un sinsentido total" que el Gobierno pida el cierre del campo de refugiados, que alberga a vietnamitas que han sufrido persecuciones en su país natal.

"Muestra que el Gobierno camboyano quiere el dinero de Naciones Unidas, pero que no quiere oír hablar de Derechos Humanos", declaró Robertson, que lo achaca a una política de intimidación del Gobierno para silenciar a sus críticos y asegurarse en el poder.

CRÍTICAS DE ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

Hun Sen ha expresado su irritación con el Banco Mundial y otras instituciones que informaron que la economía se contrajo en 2009, al contrario que los datos del Ministerio de Finanzas, y por aportar datos más bajos sobre las tasas de crecimientos que los del Gobierno.

El proyecto del Banco Mundial que pretende ayudar a las personas que no tienen títulos sobre la propiedad de la tierra fue abandonado el pasado año después de que el banco y varios inversores pidieran al Gobierno que terminase con los desahucios forzosos.

Los grupos de Derechos Humanos han acusado al Gobierno de inclinarse por castigar a los críticos y usar su mayoría parlamentaria para aprobar leyes para amordazar a la disidencia.

La ONU ha mantenido una fuerte presencia en Camboya desde los noventa cuando una autoridad de transición de Naciones Unidas supervisó las elecciones y el alto el fuego después de décadas de guerra civil, incluyendo las matanzas de los Jemeres Rojos de los setenta.

Las organizaciones locales creen que las decisiones del Gobierno expondrán a los órganos independientes a una mayor presión. Ou Virak, el director del Centro Camboyano para los Derechos Humanos, declaró que "el papel de las ONG queda en el aire, cuando muchas personas se preguntan cuál puede ser su efectividad en un país que no permite a los miembros de la ONU trabajar libremente".