Actualizado 12/07/2010 14:44

Haití.- El Servicio Jesuita a Refugiados alerta de que más de un millón de personas siguen en condiciones "lamentables"

MADRID, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés) alerta, cuando se cumplen seis meses del terremoto que sacudió a Haití, de que más de un millón de supervivientes del país siguen en condiciones "lamentables", con "saneamientos inadecuados, acceso limitado a los servicios públicos, inseguridad y escasez de alimentos".

"Ya es hora de que el gobierno haitiano, la comunidad internacional y las agencias de la ONU den pasos concretos que respondan a las necesidades de protección, seguridad alimentaria, educación y saneamientos de las poblaciones más vulnerables, incluyendo la de quienes viven en los campamentos no oficiales", ha señalado el director del JRS Haití Wismith Lazard SJ.

En este sentido, ha apuntado que "es esencial que los donantes internacionales liberen, sin restricciones, los fondos prometidos a Haití y faciliten la participación de la sociedad civil y política a gestionar la crisis humanitaria y la reconstrucción del país".

En concreto, los jesuitas han destacado la situación "preocupante" de Automeca, el mayor de los casi 1.400 campamentos para desplazados internos ubicados alrededor de Puerto Príncipe. Este campamento tiene una población de 11.000 personas que viven en chozas hechas de trapos y palos. "No hay escuelas ni electricidad, el saneamiento es precario, el agua apenas puede beberse, los desagües, cuando los hay, son peligrosos, y cuando cae una tormenta, la basura se esparce por todo el campamento", indican.

"Me quedé asombrado por las apabullantes condiciones de Automeca y de otros campamentos, es una desgracia nacional e internacional. Casi todas las personas con las que he hablado se quejaban de la falta de comida y de otros productos básicos", ha afirmado el director del JRS USA, Ken Gavin SJ.

No obstante, el JRS aplaude la decisión del gobierno haitiano de establecer una moratoria a los desalojos forzosos, pues, según señalan, las presiones de los propietarios para que los desplazados evacuen los asentamientos continúa, les desconectan intermitentemente el suministro de agua, les prohíben construir alojamientos más estables o que les llegue la luz.