Actualizado 01/02/2010 09:52

ONG denuncian tratamiento inhumano en los centros de desintoxicación para los drogadictos de Camboya

La ONU cuestiona la validez de una medicina experimental que acaba con la adicción en menos de diez días


MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -

Numerosos centros de rehabilitación de Camboya recurren habitualmente a brutales tratamientos de desintoxicación que comprenden electroshocks, palizas con cables eléctricos, trabajos forzados y simulacros militares, según ha denunciado la reputada organización pro Derechos Human Rights Watch (HRW), que se ha sumado esta semana a la protesta de Naciones Unidas emitida sobre un tratamiento conocido como "Mi Oportunidad" y que se rumorea emplea cobayas humanas para probar una droga experimental conocida como Bong Sen ("Loto").

Las autoridades de Camboya han rechazado completamente estas acusaciones e insisten en que el ingreso de los pacientes en estos centros se realiza de forma voluntaria. No obstante, HRW cuenta con los testimonios de numerosos antiguos pacientes, muchos de los cuales, por su condición de toxicómanos, tienen gravemente deterioradas sus facultades físicas y mentales, en los que se relatan episodios de tortura y abuso sexual "completamente prohibidos" no sólo por el Derecho Internacional y las leyes humanitarias, sino por la propia Constitución camboyana.

"Los individuos que llegan a estos centros no reciben tratamiento ni rehabilitación. Se les detiene y se les tortura ilegalmente", denuncia el director del departamento de Salud y Recursos Humanos de HRW, Joseph Amon. "Y estos centros no se reestructuran, no se modifican: se clausuran", sentenció el cooperante, quien instó al Gobierno camboyano a que cese inmediatamente "las prácticas de tortura que se perpetran en estos lugares" y recomendó la implantación fulgurante de un programa de desintoxicación "voluntario, comunitario y acorde con el estándar humanitario".

Naciones Unidas añade que la existencia de estas clínicas de desintoxicación repercute directamente en el incremento del riesgo de contagio de enfermedades entre los toxicómanos que comparten agujas para inyectarse. A pesar de que menos de una décima parte de los 75.000 afectados por el VIH/sida en Camboya son toxicómanos, cada vez más adictos temen ir a las unidades móviles de distribución de jeringuillas limpias porque creen que son un "cebo", preparado por la Policía, para detenerles.

"Tras el arresto, dos Policía me registraron, me quitaron el dinero, se quedaron con mis drogas, me dijeron si quería acompañarles a dar un paseo, me violaron, y me dejaron irme a casa", explica Minea, una joven consumidora de 20 años, a HRW. Uno de los residentes en el Centro Juvenil de Rehabilitación de Choam Chao, describe cómo miembros del personal "emplean cables eléctricos como látigos; el cable suele quedarse adherido a la piel y cuando tiran el brazo hacia atrás para recogerlo suelen arrancar la carne con él", según Minoh, de 16 años.

Las autoridades camboyanas han tachado el informe de HRW de "completamente inexacto" y aseguran que la mayor parte de los internados se encuentran en estos centros a petición de sus propias familias. "Ni se ha violado a nadie, ni se ha atacado a nadie. No se ha obligado a nadie a entrar ahí", declaró el director del departamento de atención al toxicómano del Ministerio contra la Droga de Camboya --la Autoridad Nacional para Combatir las Drogas--, Neak Yuthea.

"MI OPORTUNIDAD"

Durante el último mes, Naciones Unidas ha llamado la atención sobre la existencia de un programa de desintoxicación, conocido como "Mi Oportunidad" y que emplea una hierba medicinal conocida como Bong Sen, o Loto, cuyos desarrolladores aseguran que es capaz de desintoxicar a los adictos al opio en menos de cinco días.

Esta droga no sólo no está aprobada por la ONU; prácticamente no existe ninguna información sobre sus efectos secundarios y varias ONG temen que se esté secuestrando a drogadictos como cobayas humanas para refinar el producto, que todavía está en fase de prueba desde su primera aparición en 2007. Casi tres años después de su conocimiento, según HRW, "este programa todavía no ha sido comentado siquiera por el comité de Ética del Ministerio de Salud camboyano".

Según el British Medical Journal, este remedio homeopático está desarrollado por la compañía privada vietnamita Ben Tre Fataco General Import-Export and Trading Service Co. y garantiza el fin de la adicción en menos de cinco días y una "suave" recuperación en un plazo máximo de semana y media.

Expertos de HRW y la ONU muestran su escepticismo y critican la esencia misma del programa. "Es una pobre imitación de experimento científico. Es imposible determinar inmediatamente el 'éxito' de un programa contra las drogas, por no mencionar el daño en sí que podría causar este tratamiento", según Rebeca Schleifer, promotora del Programa de VIH/sida de HRW. Por su parte, el enviado especial de la ONU sobre el VIH/sida en Asia y Pacífico, el doctor Nafis Sadik, asegura que Bong Sen "no ha sido aprobado por la OMS, ni existe información sobre su eficacia".

"Bong Sen no se encuentra registrada para su uso por el Ministerio de Salud de Camboya y no ha sido sujeto ni a una revisión ética ni existen datos sobre cómo se ha realizado su estudio", añadió el doctor Sadik.

UN EXPERIMENTO "PERVERSO"

Human Rights Watch denuncia que desde el 11 de diciembre de 2009, la Policía camboyana ha arrestado a al menos 17 personas que han sido trasladadas en centro de detención de drogadictos estatal de Orgkas Khnom, a las afueras de la capital Phnom Penh. Allí, reciben un tratamiento de Bong Sen durante una semana, en lo que para Schleifer es un experimento "perverso" y "en términos éticos, espantoso".

A diferencia de los arrestos tradicionales, la Policía se ha ahorrado la obligación de trasladar a los toxicómanos detenidos a centros de ayuda social y han sido ingresados directamente en Orgkas Khnom. Tal rechazo a la legalidad camboyana, según HRW, es hoy en día un fenómeno paradójico considerando que Camboya no ha sido un país muy propenso a permitir los programas experimentales en su territorio.

En 2004, el primer ministo Hun Sen pedía que dejara de emplearse a la población como cobayas para el antirretroviral Tenofovir. "No somos una papelera. No deberían hacer experimentos con camboyanos. Para eso, que empleen animales", llegó a decir.

Pero las autoridades no sólo rechazan que se haya detenido a nadie, sino que aseguran que el programa funciona. "El tratamiento es altamente efectivo", según el director Yuthea. "Existen muchas interpretaciones sobre este tratamiento, pero no estamos arrestando a nadie ni les estamos obligando a someterse a experimentos. Les estamos curando", aseguró el pasado mes de diciembre al 'Phnom Penh Post', donde anunció planes para expandir este programa a otros puntos de la capital, que han causado indignación entre grupos locales de Derechos Humanos.

"Si por 'expandir el procedimiento' nos quieren decir que van a seguir con los arrestos arbitrarios", afirma el asesor de la ONG local Licadho, Mathieu Pellerin, "la situación entera podría ser incluso más horrible de lo que ya es".