Actualizado 17/11/2014 09:46

La vida después de la cooperación al desarrollo: Las mujeres de MAPEL

Mujeres de MAPEL
Foto: SALVA CAMPELLO/AYUDA EN ACCIÓN

GUAYAQUIL (ECUADOR), 14 Nov. (De la enviada especial de EUROPA PRESS, Isabel Vega) -

   El proyecto de desarrollo comunitario Mujeres de MAPEL que Ayuda en Acción ha venido ejecutando con apoyo de sus socios en España y diversas administraciones públicas durante los últimos 6 años en Santa Elena (Ecuador) toca a su fin este mes de diciembre dejando a su paso más de 200 microempresas y cooperativas lideradas por mujeres que dan trabajo digno a cientos de personas en su comunidad.

   "Somos ave de paso", decía en una entrevista David Zambrano, técnico del Centro de Promoción Rural (CPR) de la región, la organización local que ha sido la contraparte sobre el terreno. Las beneficiarias le conocen como "el ingeniero". Él es, junto a los miembros de Ayuda en Acción Ecuador, la cara visible del cambio que la cooperación al desarrollo ha significado para estas comunidades levantadas a orillas del Pacífico.

   En una charla con periodistas trasladados por Ayuda en Acción a Santa Elena en el marco del programa 'Dones i Homes ens movem per la igualtat' de la Agencia Catalana de Cooperación, Zambrano explica que el CPR empezó su labor en 1977, empoderando a líderes locales y consiguiendo, entre otros hitos, que el Estado les cediese la explotación de sus tierras. En 1997 arrancó la andadura con la ONG española, después de que un cooperante asturiano les pusiera en contacto con Madrid.

Mujeres de MAPEL

   En total, la intervención de la ONG en Santa Elena, donde trabaja desde hace 16 años, ha beneficiado a 41.593 personas entre las que se encuentran las 265 mujeres que hoy forman parte de MAPEL y cuya labor repercute cientos de familias de sus comunidades. La inversión supera los 308.000 dólares, de los que 149.800 fueron aportados por el Gobierno de Canarias, 67.800 por la Agencia Asturiana de Cooperación y 90.600 por la Ayuda en Acción.

   "Ayuda en Acción, al ampliar la inversión, permitió hacer que la intervención sobre todo el sistema adquiriese envergadura", señala el experto. Se comenzó entonces a trabajar en cuatro grandes áreas, Salud, Educación, Agricultura y Turismo y en todas ellas con un denominador común: que los beneficiarios fuesen los protagonistas de su propio desarrollo.

FORMACIÓN, ASOCIACIÓN

   En todos los ámbitos de trabajo coinciden dos elementos fundamentales, la capacitación y el cooperativismo. Se forma a personas en promoción de la salud, gestión empresarial o técnicas de agricultura ecológica, por ejemplo, y se promueve que se asocien por gremios. Éstos defienden los intereses del colectivo, redifunden la preparación que han recibido y desarrollan un trabajo en red extendiéndose en las distintas comunidades.

   Como explica Zambrano, la visión de género ha estado presente en todos los proyectos, hasta el punto en que dentro de los diversos ejes de intervención nacieron asociaciones de mujeres que empezaron a interactuar y a trabajar por los intereses de todas. Así nació MAPEL, la Asociación de Mujeres Emprendedoras de la Península de Santa Elena, en 1998, que contó con apoyo financiero de Ayuda en Acción a partir de 2008.

AHORA, LAS MUJERES SE REIVINDICAN

Mujeres de MAPEL

   "Inclinar las relaciones para conseguir equidad de género ha sido siempre una seña de identidad de Ayuda en Acción, porque en las relaciones de género aquí había mucha desproporción, con violencias de todo tipo, discriminación en el acceso al crédito, a la salud, a la educación. Ahora escuchas su discurso y es profundamente reivindicativo, no sólo en términos económicos", señala 'el ingeniero'.

   En este sentido, destaca que "lo importante es haber iniciado el proceso" pues si bien las cotas de igualdad han avanzado mucho tras un trabajo de más de 15 años, "la lucha continúa". "Antes la mujer no trabajaba, él ponía la plata y ella tenía que hacer a cambio lo que él dijera. Esa relación está cambiando, se van equiparando las fuerzas. Hay mujeres que aún se mantienen en la subsistencia, pero con otra mentalidad. Es algo intangible pero inconmensurable", apunta.

    Al abrigo de MAPEL, que ahora tiene su propio banco de microcréditos, han nacido negocios como el de Angelita Orozco, costurera, artesana y especialista en "moda para electrodomésticos". Recibió formación para la gestión de su empresa, ayuda para materiales y una buena máquina de coser. Hoy vende puerta a puerta en varias comunidades desde ropa de bebé y abalorios, hasta una suerte de vestidos con forma de muñeca para 'vestir' objetos cotidianos como la licuadora o la nevera. Da clases a otras mujeres que quieren montar su propio negocio de artesanías.

   "Con ese primer empuje de Ayuda en Acción se dinamizaron todos los proyectos de emprendimiento, equipamiento, capacitación y fortalecimiento asociativo. Al cabo de cinco años MAPEL ya funcionaba de forma autónoma. Ahora nos salimos y quedan los actores. Si hubieramos hecho asistencialismo, ahora estaríamos vacíos, no podríamos irnos", dice Zambrano.

DOCE GREMIOS, CIENTOS DE MUJERES

   En MAPEL conviven doce gremios bajo los que se multiplican los negocios de emprendimiento de más de 200 mujeres: artesanas tradicionales, artesanas de paja toquilla, procesadoras de paja, costureras, panificadoras, cabañeras, hospederas, avicultoras, fabricantes de parasoles, comerciantes, evisceradoras y fileteadoras de pescado. En todos los casos hay una mujer detrás y en muchos de ellos, con un perfil vulnerable, bien por su situación familiar, bien por haber vivido bajo el umbral de la pobreza.

   Zambrano incide mucho en la importancia de la capacitación, pero también en la ilusión y la lucha de las mujeres. Pone como ejemplo a Maritza Figeroa. Tiene 43 años de edad y cuando empezó a hornear pan, lo hacía quemando la leña que ella misma recogía en el monte, en un horno improvisado junto a la choza de paja en la que vivía sola con sus tres hijos. Vendía los bollos por la calle, en un canasto.

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   Maritza, que lleva a gala trabajar 20 horas al día, recibió apoyo de MAPEL para montar su negocio en créditos y en especie, con un horno industrial y una amasadora. Hoy presume de las cristaleras que ha colocado en el segundo piso de su casa de ladrillo y cuenta que su panificadora, la Panadería Nixon, es líder en venta de tartas en Santa Elena. De lo que más orgullosa se siente es de haber podido darle estudios a sus hijos, el primero de los cuales va camino ya de la Universidad. Quiere hacer Medicina.

UN CAMBIO A LARGO PLAZO

   'El Ingeniero' apostilla que éste es un caso particular, pues "el desarrollo del negocio ha sido espectacular", y dice que lo importante es que el mismo éxito está al alcance de todas y que por el camino, generan empleo y riqueza para toda la comunidad, así como progreso en forma de tasas de escolarización. Reconoce que ha habido fracasos, mujeres por las que se apostó y cuyas iniciativas se acabaron frustrando, "pero son los menos".

   "Es una cuestión de actitud. Si una mujer tiene actitud y no sabe, la capacitas, pero si no tiene actitud, da igual lo que le enseñes. No me fallan muy a menudo, me fallan más los hombres. Ellas, no tanto", asegura Zambrano. Ahora, cuando visita a todas estas mujeres lo hace con esperanza en el futuro: "No sé si lo hemos conseguido todo, pero algo sí hemos cambiado en la mentalidad de estas personas. Eso, que no se puede medir, quedará mucho más allá de nosotros".

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