Actualizado 26/01/2010 18:06

El ATC de Holanda, en el que se inspirará el español es "probablemente el lugar más seguro" del país, según su director

BORSSELE (HOLANDA), 26 Ene. (de la enviada especial de Europa Press Eva González) -

El almacén temporal centralizado de residuos radiactivos de alta actividad de Holanda (HABOG), modelo en el que se inspirará el futuro ATC español es "probablemente, el lugar más seguro" del país, según explicó hoy el director de esta instalación, Hans Codée, que indicó que el secreto para gestionar los residuos es ser consciente de que son "peligrosos porque son radiactivos" por lo que deben ser aislados, vigilados y controlados.

Ante una delegación de medios de comunicación españoles, Codée explicó que la infraestructura tiene una capacidad para albergar 600 toneladas de residuos radiactivos que acogerá a lo largo de los próximos 30 o 40 años. Allí pasarán 100 años, el tiempo suficiente para que el edificio pintado de color naranja -"entre el rojo del peligro y el verde de la seguridad" -- se irá degradando hasta que sea totalmente blanco.

Será entonces cuando la carga radiactiva habrá disminuido en buena medida y los residuos se habrán enfriado. Mientras tanto, será "tiempo de investigar y proveerse de fondos" para hallar una solución definitiva a la 'basura atómica', en un emplazamiento "nacional o internacional".

El HABOG, situado en Borssele, una zona industrial del sur de Holanda, tiene como vecinos a una de las dos centrales nucleares del país, una central de carbón, un parque eólico y otras empresas, y todo ello cerca de la costa porque, según Codée, el país es pequeño y se estudia bien dónde ubicar las cosas.

BLINDAJE, REFRIGERACIÓN Y PROTECCIÓN

El director de la instalación considera que las tres claves para el éxito de un ATC y sus propósitos están en el blindaje, para neutralizar la radiación; la refrigeración, para enfriar, y la protección, frente a agentes externos. "Esto se consigue con una nave bóveda con un sistema de ventilación natural y una nave con muros de hormigón armado con 1,70 metros de espesor", precisó.

Además, en los criterios de diseño -a 100 años, 40 más que en el español-- se tienen en cuenta "todos los sucesos" que tienen una probabilidad de ocurrir en una millonésima parte de tiempo. De este modo, la instalación soportaría "con efecto nulo" terremotos de 6,5 en la escala Mercali, el impacto directo de un avión Caza F.-16, inundaciones de 10 metros de altura sobre el nivel del mar, explosiones de gas y tormentas con vientos de 125 metros por segundo.

EL ATC ESPAÑOL, TRES VECES MAYOR

El edificio del HABOG holandés mide 83 metros de largo, 54 de años y una altura de 20 metros, mientras que el proyecto del ATC español contempla una instalación de 283 metros de largo, 78 de ancho y 26 de ancho. Esto se explica porque el país europeo debe guardar los residuos de dos centrales nucleares (una en funcionamiento y dos reactores experimentales) mientras que en España se deben almacenar los restos de una decena de plantas atómicas (ocho en funcionamiento, Vandellós I (Tarragona) y José Cabrera conocida como Zorita (Guadalajara), ambas clausuradas).

De este modo, el ATC español será igual que el holandés pero con una capacidad tres veces mayor y ofrecerá empleo directo a un centenar de personas frente a las 53 de Holanda. No obstante, ambas infraestructuras son modulares, por lo que podrían ser ampliadas 'a posteriori'.

La instalación consta de tres partes, estando destinada la primera de ellas a la recepción de combustible gastado, que puede llegar por tren o en camión. A continuación, los residuos pasan al área de tratamiento, donde se desenrrosca la tapa de cada contenedor a control remoto y después se levanta la tapadera donde está el combustible y, por último se accede al área de almacenamiento, que incluye varios compartimentos donde se guardan los residuos que tendrán que ser enfriado en unos tubos. En el almacenamiento se introducen los contenedores por la parte superior y se colocan en cinco alturas. Ahí pasará el aire natural para enfriar los residuos.

Más allá de diseño técnico, en HABOG se tuvieron en cuenta los aspectos estético y artístico porque, según Codée, querían "hacer algo especial", para lo que contrataron al artista local William Verstraeten con el fin decorar el ATC holandés por dentro y por fuera. "Dentro se quiso dar la sensación de observar el exterior y desde fuera se observan las dos fórmulas principales que regulan la energía nuclear, de Einstain y de Max Planck, y el desgaste del combustible del interior", comentó.

Por otra parte, Codée subrayó la "buena" aceptación social de Berssele, una población unos 22.000 habitantes en la provincia de Zeeland, ya que su población acepta el ATC como una actividad industrial más e incluso se utilizan las instalaciones para celebrar obras de teatro.

UN ALCALDE EX-ANTINUCLEAR

En ese sentido, el alcalde de la localidad, Jaap Gelok, confesó que en los años 60 y 70 él mismo era "antinuclear" y estaba en contra precisamente porque los residuos radiactivos se vertían al Mar del Norte en bidones de hormigón. "Yo pensaba que esa no era la forma correcta", expresó el edil, que ahora es el responsable de la seguridad externa de la instalación, que emplea directamente a 53 personas. También, aseguró que "la gente está aquí muy familiarizada y no está preocupada" y añadió que incluso es una zona muy turística del país.

Asimismo, dijo que su percepción anterior sobre la energía nuclear estaba basada en lo emocional pero que ahora, viendo este proyecto, sabe cómo funciona, lo que pasa aquí y la "seriedad con que se tratan los residuos" está tranquilo e incluso "orgulloso de tener el HABOG". En cuanto a la población, reconoció que en el primer momento surgieron numerosas dudas y la comunidad "no quería la planta".

No obstante, apuntó que después de una "gran discusión" al respecto, "mucho debate y mucha información", los ciudadanos "dieron su consentimiento" y hoy sienten que están en un sitio seguro. "Ya no hay más cuestionamientos porque la gente lo ha admitido", apostilló Gelok.

De hecho, adelantó que en la próxima legislatura del Gobierno estatal se podría decidir sobre la construcción de una nueva central y, "si es así se hará en Borsele", que quiere "convertirse en un centro de conocimiento e investigación nuclear" en Holanda, a pesar de que no recibe por parte del Estado "ningún tipo de compensación económica.

"Solo recibimos impuestos locales pero la ciudad vive indirectamente de estas instalaciones" comentó, al tiempo que no dudó en recomendar a los municipios españoles que asuman la "responsabilidad" de albergar los residuos nucleares del parque nacional.