Actualizado 10/06/2010 19:00

La conferencia sobre municiones de racimo reconoce los progresos pero afirma que queda mucho por hacer


MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -

Los participantes de la conferencia mundial sobre la Convención sobre Municiones de Racimo (CCM) que terminó ayer en Santiago, Chile, reconocieron que se han hecho grandes avances para que las municiones de racimo sean prohibidas, pero aún hay un camino que recorrer.

"Es algo grande ver que más de 100 gobiernos están tomando parte en la conferencia, incluidos los países no firmantes, como Argentina y Vietnam. También estamos muy contentos por el entusiasmo del debate", afirmó el coordinador de la organización Coalición para las Municiones de Racimo, Thomas Nash.

La Convención sobre Municiones de Racimo, que "prohíbe todo uso, almacenaje, producción y transferencia de municiones de racimo", fue adoptada por 107 países el 30 de mayo de 2008 en Dublín, firmada el 3 de diciembre de ese año en Oslo y se convertirá en una ley internacional vinculante el próximo 1 de agosto.

La conferencia busca adoptar un plan de acción para implementar esta convención, así como asentar las bases del trabajo para la primera reunión de partidos firmantes que está prevista para este mes de noviembre.

"Queda mucho trabajo por hacer, hay países que no han firmado aún la convención, y muchos otros que la han firmado pero no la han ratificado", afirmó un activista de la organización, Branislav Kapetanovic, un antiguo desminador de Serbia que perdió sus manos y uno de sus pies durante un accidente de desminado en la antigua Yugoslavia.

Por ahora, 106 países han firmado la convención y 36 la han ratificado. Los firmantes que aún tienen que ratificar el documento están vinculados por la Convención de Viena sobre la Ley de Tratados para asegurar que no actúan en contra del objeto y propósito de la convención pero no están vinculados para implementar su contenido, explicó Nash.

No obstante, los activistas pro Derechos Humanos dicen que la naturaleza de las municiones de racimo ponen a los civiles en riesgo. Estas armas indiscriminadas son lanzadas por aire o diseminadas por el suelo mediante sistemas especiales que, a menudo, distribuyen cientos de submuniciones que pueden cubrir una zona del tamaño de varios campos de fútbol.

Muchas de estas submuniciones no explotan, por su diseño o por un fallo, y, así, son una amenaza a la vida muchos años después de que termine un conflicto. En algunos casos, como en Líbano, el índice de fallo fue de un 40 por ciento, según la ONU.

"Ya se ha producido un cambio, ya que muchos países ya han llegado a la conclusión de que las municiones de racimo son un arma indiscriminada, y las poblaciones entienden el peligro que esta arma tiene", afirmó Kapetanovic.

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