Actualizado 22/07/2010 13:06

La solución de los asentamientos pasa por su sometimiento al Gobierno palestino, según un experto

Jalilieh rechaza la opción del intercambio de tierras como medida de paz y advierte de que la paralización colonial en Cisjordania es "relativa"


BELÉN, 22 Jul. (del enviado especial de EUROPA PRESS, Rafa Martín) -

El proceso de construcción de asentamientos israelíes en los territorios palestinos es el principal obstáculo que impide al Gobierno israelí y a la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas emprender las negociaciones directas de paz para resolver cara a cara el conflicto en Oriente Próximo sin la presencia de un mediador adicional.

A juicio de los expertos palestinos, la solución sería que los colonos aceptasen "ser gobernados bajo la jurisdicción palestina", pero admiten que es un problema insalvable y que los asentamientos conforman en sí mismos una estructura cuya enorme influencia caracteriza cada una de las decisiones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en esta materia.

Ocho meses después de que el jefe del Ejecutivo ordenara la paralización de nuevos asentamientos en Cisjordania, ocupado por Israel desde 1967, para el director del Departamento de Supervisión de los Asentamientos del Instituto de Estudios Aplicados Jerusalén (ARIJ), Sujail Jalilieh, la detención de la expansión es "relativa" y que realidad "se parece más a la de el Salvaje Oeste".

Es precisamente en Cisjordania en la que Jalilieh alerta de la tensa calma que se advierte en sus asentamientos, que ocupan del total de la región, están habitados por unos 300.000 colonos y estratégicamente planeados para aprovechar el máximo de los escasos recursos naturales. De momento, no se tiene constancia de nuevas viviendas, pero "se trabaja la tierra, se instala alcantarillado y se ponen líneas eléctricas; de todo, menos construir casas"

En Cisjordania, los asentamientos se encuentran distribuidos a lo largo y ancho del territorio en forma de bolsas de población, están en su mayoría separados de las comunidades palestinas por un muro de separación que a día de hoy, se extiende a lo largo de 774 kilómetros de largo -según los datos que maneja el departamento--, instalado en respuesta a la posibilidad de ataques palestinos, según Israel.

Más allá del muro, considerado ilegal por la Corte Internacional de Justicia, se extiende una zona relativamente pequeña en extensión hasta las fronteras del Estado de Israel delimitadas por la línea de armisticio fijada en 1949 tras el conflicto árabe-israelí (y que no comprende los territorios ocupados 18 años después). No obstante, y paradójicamente, podría suponer una leve esperanza para la solución de este conflicto.

COMPROMISO

"Estaríamos encantados de ayudar a los israelíes a construir el muro siempre y cuando se extienda a la frontera del armisticio", indica Jalilieh. No es poco lo que pide: en esos 773 kilómetros cuadrados de extensión -conocidos por los palestinos como la zona de segregación occidental-- se encuentran el 80 por ciento de los asentamientos israelíes en la región.

Se encuentran "fuera del muro", pero la presencia palestina es prácticamente nula, Israel está a sus espaldas y, sobre todo, están en una zona donde la mitad de la extensión es terreno cultivable, un bien enormemente preciado en el desértico clima cisjordano y esencial para la política agrícola intensiva que Israel ha realizado hasta hace pocas fechas.

Jalileh apunta otra condición para la convivencia: que estos asentamientos "acepten ser gobernados bajo la jurisdicción palestina". En la realidad política cisjordana, es casi un deseo. "Los colonos israelíes no van a aceptar esa solución", reconoce el experto, máxime cuando han alcanzado un extraordinario nivel de influencia en las esferas económica, política y militar de Israel.

"Son entidades económicas prácticamente autosuficientes", explica Jalilieh. "No sólo están conectados territorialmente entre sí a través de la red de carreteras dispuesta por Israel; tienen una influencia tal sobre el Gobierno central israelí, y en especial sobre el Yisrael Beitenu --el partido nacionalista del ministro de Exteriores israelí, gran figura política y halcón de la derecha-- Avigdor Lieberman que prácticamente conforman un cuasi Estado", precisa.

Si el respaldo político no fuera ya lo suficientemente elevado, el apoyo del Ejército es irrebatible al proporcionarles "seguridad e infraestructura" y, con toda probabilidad, crecerá con el paso del tiempo. "Entre un 40 y un 60% de los jóvenes militares israelíes son colonos, hijos de colonos; es su piedra de toque para el futuro control del Ejército", apunta el experto, quien advierte de nuevos preparativos israelíes para consolidar de forma inapelable su estatus territorial en Cisjordania.

Por ejemplo, está el caso del asentamiento de Ma'ale Adummim, situado a unos 10 kilómetros al este de Jerusalén. "Es el más peligroso para nosotros", opina el experto. El asentamiento, en el que viven más de 36.000 colonos y cuenta con su propio centro industrial, está pendiente de ampliación en la zona E1, un conglomerado de más de 4.000 nuevas viviendas. Ahora mismo esta expansión está detenida pero, de llevarse a cabo, Cisjordania queda partida efectivamente en dos.

"La presión internacional ha sido enorme sobre este proyecto y por eso su construcción esta paralizada, pero por lo demás, todo está listo para la construcción, las líneas eléctricas ya están instaladas", indica Jalilieh.

ELEMENTO DE NEGOCIACIÓN

El elemento territorial es parte esencial no sólo de las negociaciones previas a los encuentros directos, sino del hipotético acuerdo de paz en sí. Propuestas como la Iniciativa de Ginebra alientan a un intercambio de tierras en proporción 1:1 (extensión otorgada por extensión cedida) por la que los palestinos podrían recibir tierras vacantes de Israel.

No es una idea nueva --Jordania y Arabia Saudí realizaron un acuerdo similar en 1965-- pero en el contexto actual, a juicio de Jaliliyeh, simplemente no es factible porque los territorios propuestos por Israel son poco menos que inhabitables, como es el caso de las tierras al sur de Hebrón "donde se encuentran residuos nucleares" o, en la parte septentrional, en la zona al norte de Jenín, "en la que ya viven palestinos que quedarían atrapados dentro de un muro ampliado de separación".

En el seno del Gobierno israelí, los asentamientos son una medida más de presión, opina el experto, en referencia a la reciente propuesta de ley por la que el primer ministro concedería al Parlamento israelí, la Knesset, la potestad de decidir sobre esta expansión.

"Otro truco más, otra medida de intimidación de Netanyahu, que presiona a los palestinos porque sabemos que el Parlamento israelí no dudará en reiniciar los asentamientos. No es más que un pretexto para que comiencen las negociaciones directas", opinó Jalilieh.

A la espera de que expire el próximo mes de septiembre, salvo moratoria, la congelación de diez meses anunciada por Netanyahu, las perspectivas para Jalilieh no son buenas. "La situación hace mucho que rebasó el límite de la tragedia", indica. Los israelíes "trabajan muy, muy rápido. Para la próxima década esperamos que se construyan 50.000 nuevas unidades sólo en Jerusalén Este", agrega el experto, citando una información procedente de fuentes oficiales israelíes, aparecida el pasado mes de marzo en el diario israelí Haaretz.

"El progreso", sentencia, "pasa por la congelación total de los asentamientos", que en sí mismos no son un obstáculo insalvable para el proceso de paz. "Podemos aceptarlos", vuelve a insistir, "siempre que acepten ser regulados bajo la legislación palestina".