Actualizado 24/01/2019 19:48

"Las medidas contra el cambio climático encabezan las previsiones para 2019 y más allá". Por Masja Zandbergen, de Robeco

Contaminación
CEDIDA - Archivo

Tanto los efectos del Brexit y la guerra comercial entre Estados Unidos y China, como el ciclo macroeconómico y las perspectivas para los beneficios empresariales, vienen siendo analizados profusamente, y se está calculando su repercusión sobre los mercados. Todos ellos son temas extremadamente importantes sobre los que los inversores se formarán sus propias opiniones.

Sin embargo, en esta columna me gustaría ofrecer una perspectiva distinta, abordando este 2019 y los años siguientes desde la perspectiva de la sostenibilidad. Existen numerosas tendencias en sostenibilidad que resultan importantes para los inversores... He seleccionado tres de ellas que analizamos a continuación.

1.- El cambio climático sigue encabezando la lista

El cambio climático es una cuestión importante para muchos sectores. Los combustibles fósiles y las industrias con gran consumo de energía siguen siendo responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Así pues, las empresas de sectores con elevadas emisiones, como petróleo, gas, electricidad y productos químicos tienen un papel crucial en la transición energética. El sector de la automoción y el inmobiliario (los edificios representan el 30% del consumo de energía a escala mundial) también son piezas clave en esta evolución. En los últimos tiempos se han publicado numerosos estudios en que se resalta la necesidad de que los organismos reguladores y el sector privado tomen cartas en el asunto. Cabe esperar un endurecimiento de la regulación, con el que tendrán que lidiar las empresas.

Tenemos muy en cuenta en nuestros procesos de inversión los riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático y la regulación relacionada con él, y trabajamos estructuralmente con nuestras participadas pertenecientes a sectores con elevadas emisiones para promover un cambio.

En el marco de la mayor iniciativa de interacción colaborativa entre inversores de la historia (Climate Action 100), dejamos claras nuestras expectativas. Esperamos de nuestras empresas que implanten sólidas estructuras de gobierno corporativo que articulen claramente la responsabilidad de los administradores y su deber de atender a los riesgos y oportunidades relacionados con el cambio climático. Pedimos también a las empresas que integren el riesgo climático en sus sistemas convencionales de gestión de riesgos con el fin de identificar, evaluar y gestionar los riesgos físicos y de transición.

Por otra parte, queremos que las empresas adopten medidas y modifiquen sus prácticas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Hablamos de inversiones en tecnologías limpias y establecimiento de objetivos de reducción de emisiones. Y, por último, les pedimos que adopten las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD) en la presentación de sus cuentas anuales convencionales.

La información procedente de los muchos y dilatados programas de interacción que mantenemos con empresas pertenecientes a industrias de elevadas emisiones de CO2 se combina con los estudios de sostenibilidad realizados por RobecoSAM, y se incorpora a nuestros procesos de decisión. Evaluamos la relevancia de los aspectos ASG para su sector, así como la evolución de las empresas en estos frentes. Esto, a su vez, tiene un efecto sobre nuestro análisis de la valoración y/o los fundamentales de las distintas empresas y emisores. En el siguiente gráfico se muestra un ejemplo de la repercusión de la relevancia y la valoración en uno de los sectores con mayor incidencia sobre el cambio climático: el de servicios públicos de suministro. Nuestra previsión es que este efecto aumente en los próximos años.

2.- La transición hacia una economía circular: el valor de los residuos

Consideramos que el progreso económico que ha tenido lugar en el pasado tiene un precio que hoy por hoy no resulta visible en las cuentas de resultados y los balances de las empresas: los costes externos. Ante el creciente número de habitantes de nuestro planeta, que además progresan en términos de nivel de vida, el antiguo modelo de economía lineal de fabricar, utilizar y desechar productos ya no resulta sostenible. Las previsiones de crecimiento en el consumo de energía, acero, productos agrícolas y agua para las próximas décadas, aun siendo muy elevadas, es posible que se queden cortas. La incógnita es si realmente es viable.

Lo que nadie puede dudar es que la presión sobre los recursos naturales va a seguir aumentando. Según las tasas actuales de urbanización y crecimiento demográfico, se prevé que la generación de residuos a escala mundial aumente hasta los 2.200 millones de toneladas al año en 2025, lo que equivale a 1,42 kg de desechos por persona y día.

Así pues, hay que aprender a pensar de otra manera. Hay que cambiar el modelo lineal por otro circular. Es preciso analizar el ciclo de vida de los productos desde su misma fase de diseño. Incorporar principios circulares a las operaciones reducirá el consumo de recursos, mejorará la eficiencia de los mismos y hará que el coste global de la gestión de residuos disminuya, lo que resulta positivo para los beneficios.

La importancia de este tema se refleja asimismo en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por Naciones Unidas, de los que hablaremos también aquí. El ODS 12 se refiere a la producción y consumo responsables, y su epígrafe 12.5 habla concretamente de reducir considerablemente la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.

Concretamente, se observa un rápido aumento de la preocupación sobre los plásticos de un solo uso. Así queda patente en el creciente número de propuestas formuladas por los accionistas de las empresas en relación con este asunto, como el acuerdo promovido por los accionistas de McDonald's en 2018 para eliminar paulatinamente el uso de pajitas de plástico. Conscientes de la gravedad de este riesgo, nos hemos unido a la iniciativa Plastic Solutions Investor?Alliance. La reducción de los desechos de plástico, a pesar de su enorme importancia, muchas veces no presenta un gran efecto directo sobre los resultados financieros.

De hecho, son varias las empresas del sector alimentario que están tomando medidas. Coca Cola, por ejemplo, ha plasmado su preocupación por los problemas relacionados con los plásticos de un solo uso creando la estrategia "Un Mundo sin Residuos para 2030" (World Without Waste in 2030'). Pero los desechos de plástico no sólo constituyen un riesgo para las empresas: la innovación y las ideas sobre cómo reemplazar el plástico también propician oportunidades. Tetra Pak, por ejemplo, está trabajando intensamente para desarrollar pajitas de papel de alta calidad.

Un obstáculo importante para la aplicación de este tipo de soluciones novedosas a gran escala son las barreras técnicas. Los nuevos bioplásticos y demás soluciones son todavía caras en comparación con los envases tradicionales. Por tanto, lograr un efecto directo sobre los beneficios, por medio de una posible reducción de costes, no supone un incentivo para que las empresas afronten el problema.

Entonces ¿por qué las empresas están trabajando tanto en este frente? ¿Y por qué nosotros, como inversores, consideramos este tema tan importante? Se trata sobre todo de la imagen y el valor de la marca. Las grandes empresas de alimentación ven peligrar la imagen de sus marcas a largo plazo. Los desechos de plástico son ya un problema enorme, y seguirá agravándose si no se ataja. Llegará el día en que las empresas tengan que rendir cuentas por ello, se endurecerán las regulaciones y el comportamiento de los consumidores cambiará. Estos costes externos pasarán entonces a ser costes internos para las empresas y sus inversores, debido a la disminución del valor (de las marcas).

3.- Los ODS: una nueva dirección para la inversión sostenible

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible han tenido una notable repercusión desde su publicación a finales de 2015. Desde entonces, muchos gestores y propietarios de activos han reestructurado sus carteras de inversión y estrategias de interacción conforme a estos objetivos, y han publicado los resultados de ello.

Según un reciente estudio publicado por la Asociación Neerlandesa de Inversores por el Desarrollo Sostenible (VBDO), patrocinada por Robeco, el mercado holandés de fondos de pensiones -que está considerado como el más vanguardista en este campo- más del 80% de los fondos han tratado los ODS en las reuniones de sus consejos, y el 34% cuentan ya con una política activa en este terreno. Estas políticas y estrategias se dirigen principalmente a propiciar una aportación positiva a la consecución de los ODS. Pero todavía no se tienen en cuenta las aportaciones negativas, en la mayoría de los casos. A la luz de estas cifras, resulta comprensible que haya tantas críticas sobre los progresos realizados, y que haya gente que considere que invertir conforme a los ODS no es más que un truco publicitario.

Yo lo veo de otro modo. A diferencia de la Inversión Socialmente Responsable (ISR) tradicional, que mayoritariamente se basa en invertir por igual en todos los sectores pero con un enfoque del "mejor de cada clase", tener en consideración no sólo los aspectos operativos y conductuales de las empresas, sino también la contribución de sus productos al desarrollo sostenible, está generando una perspectiva distinta. Esto da lugar a carteras diversas y diferenciadas.

Y, aunque no estemos más que dando los primeros pasos, muy lejos todavía del destino, la dirección está clara: invertir por un desarrollo auténticamente sostenible es el camino por el que hay que avanzar.

Masja Zandbergen es responsable de Integración de Criterios ASG de Robeco.

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