Publicado 14/08/2015 10:41

Los 170 expedicionarios de Ruta BBVA completan la exigente marcha por la selva colombiana

Adrián, un 'rutero' invidente de 18 años, recorre 15 kilómetros sorteando rocas y troncos con la ayuda de su monitora

SANTA MARTA (COLOMBIA), 14 Ago. (De la enviada especial de EUROPA PRESS, Ana Moreno) -

La exigencia de la Ruta BBVA, antigua Ruta Quetzal, la dan las marchas. Es ahí donde los expedicionarios dan lo mejor de ellos mismos y ponen a prueba sus fuerzas y resistencia física y mental. Los casi 200 'ruteros' de la edición 2015 lo han comprobado en el Parque Nacional de Tayrona, en el norte de Colombia, una de las joyas naturales del país por la que han recorrido más de 20 kilómetros de selva.

Porque aunque estos jóvenes de entre 18 y 19 años ya tenían experiencia en las largas marchas del Camino de Santiago durante la etapa española de la expedición, allá por el mes de julio, la caminata en Tayrona, un territorio de 15.000 hectáreas, les ha exigido más, mucho más. Una dura etapa a la que han tenido que hacer frente a un peligroso enemigo: el calor.

Bajo un sol de justicia y una humedad del cien por cien, 34 grados a la sombra pueden resultar terroríficos cuando se camina durante más de 10 horas y se lleva a cuestas una mochila con todo lo necesario para pasar un día en la selva colombiana.

Pero los 'ruteros' no sólo han demostrado su pasión por la naturaleza y su implicación con el proyecto que creó el periodista y aventurero español Miguel de la Quadra-Salcedo, sino que han dado lo mejor de sí mismos y más para completar esta dura marcha, dejando el sudor (literalmente) en cada paso.

15 KILÓMETROS A CIEGAS

Sin duda, el mérito de este día en Tayrona le corresponde por encima de todos a Adrián Rincón, 'rutero' de 18 años e invidente que tan sólo distingue algunos colores. Agarrado al brazo de Virginia, su guía en la Ruta BBVA, Adrián ha completado 15 kilómetros de esta marcha sin desfallecer en ningún momento, sin desmotivarse y mucho menos de quejarse.

Los expedicionarios comenzaron el día antes que ninguno. Pasadas las 6.30 de la mañana ya estaban en pie para organizarse y hacer frente al duro día que se avecinaba. Desde su campamento en la costa del parque natural, comenzaron a las 8.30 la marcha en la playa: los águilas, el grupo más lento, siempre en primer lugar, seguidos de los cóndores, y cerrando el grupo los jaguares, siempre los más resistentes que nunca se quedan atrás.

Durante la larga marcha por este bosque tropical, siempre con el ruido del fuerte oleaje del mar Caribe como banda sonora, los 'ruteros' son conscientes de la naturaleza salvaje que les rodea. Multitud de animales que no han visto antes, salvo a lo mejor en algún zoo, les rodean: titis, serpientes o iguanas se intentan ocultar entre la maleza, pero no lo consiguen, pues los guías que acompañan a la expedición van revelando su presencia.

300 METROS DE SUBIDA

Haciendo alguna que otra parada a lo largo del camino para reponer fuerzas -sin malgastar el agua, como les había advertido el jefe de campamento, Jesús Luna--, los 'ruteros' alcanzaron la playa de San Juan de Guía en menos de cuatro horas. Ya habían recorrido la parte más larga del camino, pero no la más dura, pues aún les quedaban dos horas hasta el antiguo pueblo indígena Pueblito, situado a más de 300 metros de altura.

Adrián y otros 30 compañeros deciden no subir. Las fuerzas les están abandonando tras la caminata anterior, en la que el calor les ha dejado desfondados. Y aún les quedan otras tres horas y media de vuelta. Pero el resto de la expedición, que la conforman unos 130 expedicionarios, la organización de la Ruta BBVA y los periodistas españoles y colombianos que les acompañan, se ponen rumbo a Pueblito, donde conocerán a los kogui, grupo indígena del que sólo quedan 8.000 individuos en Colombia.

Jesús Luna ha dicho estar muy satisfecho con el ritmo de los expedicionarios en esta etapa tan dura de la marcha. Una subida prácticamente vertical, en la que los jóvenes tenían que sacar fuerzas de donde ya no sabían que tenían para llegar arriba. La bajada, siempre un poco más rápida, y tras haber repuesto fuerzas con la comida, tenía una motivación más: la playa de San Juan de Guía les esperaba para darse un merecido chapuzón.

Bajo la atónita mirada de los turistas que allí se encontraban, casi 200 jóvenes, adolescentes casi, se zambulleron en las cálidas aguas del Caribe colombiano para disfrutar de un baño bien merecido antes de emprender la marcha de regreso al campamento. Otras tres horas en las que se hizo de noche que los 'ruteros', salvo algún que otro contratiempo por cansancio o alguna pequeña lesión, completaron con éxito.

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