Actualizado 30/04/2010 16:00

RSC.-Las madres deben evitar dar consejos a sus hijas adultas y optar por dar "aprobación y amor", según un estudio

Las jóvenes se quejan porque se sienten criticadas pero sus progenitoras, a su vez, se sienten excluidas

MADRID, 30 Abr. (EUROPA PRESS) -

Las madres deberían evitar el impulso de dar consejos una vez que sus hijas se han convertido en adultas porque ellas, en realidad, no quieren consejos sino "aprobación y amor" y si lo hacen, "probablemente monten en cólera, porque las hijas lo que necesitan demostrar es que ya no requieren protección".

Esta es una de las conclusiones que se extraen del estudio 'Identidades en transformación: mujeres y hombres directivos', elaborado por la socióloga Alicia Kaufmann, donde analiza las relaciones madre e hija desde la perspectiva del poder y establece cinco tipologías básicas.

"La relación entre madres e hijas constituye la madre de todas las relaciones. Es una de las más apasionadas y viscerales en la vida de las mujeres, aquella por la cual se puede experimentar desde el amor más profundo a la más profunda de las rabias e incluso el mayor de los odios", argumentó la autora.

En este sentido, afirma que la relación con la madre obliga a la hija a afrontar "cuestiones fundamentales" sobre quién es, quién quiere ser y cómo se relaciona con los demás. A su juicio, se trata de un vínculo de "enorme importancia" a lo largo de toda la vida de cualquier mujer, incluso tras el fallecimiento de la propia madre.

FRECUENTE FRUSTRACIÓN ENTRE MADRE E HIJA

El estudio aborda también las conversaciones entre ambas y resalta que la interpretación puede ser "totalmente diferente" por lo que la "frustración entre las dos es frecuente". "Para una hija, los comentarios de su madre resultan importantísimos, por eso cualquier juicio emitido por ella, puede sentar como una cadena perpetua".

La relación entre madres e hijas puede ser una "gran fuente de consuelo" pero también "causar un gran sufrimiento". "De nadie más hablamos con tanto cariño, pero a veces también con tanto resentimiento, como de la propia madre", apuntó. Otra de las constantes que aparecen en esta relación es, según Kaufmann, la permanente búsqueda de aprobación, cuya clave radica en saber si se ha establecido una relación saludable o no con la madre y si ésta ha proporcionado el grado de contención necesaria para los hijos, lo que, a su vez, estos podrán transferir a sus propios hijos.

En cuanto a las madres, su influencia resulta "omnipresente" y a veces les cuesta aceptar que han ido perdiendo autoridad y que ésta no es la misma que cuando sus hijos eran pequeños. A consecuencia de ello, muchas mujeres de mediana edad se sienten "hostigadas" por una parte, de sus hijas adolescentes y, por otra, de sus madres ya mayores por lo que ambas relaciones pueden ser "de alto riesgo".

"A las madres les cuesta adaptarse a este nuevo estado de cosas, y es que si las hijas responden con visceralidad a sus palabras, es porque lo que les dicen aún les importa mucho", explicó la socióloga. No obstante, los cumplidos de las progenitoras tiene un efecto "casi mágico" sobre las jóvenes, partiendo del supuesto "que la relación entre ellas es compleja por el mero hecho de ser mujeres". "En tanto que las hijas se quejan porque se sienten criticadas, las madres a su vez se quejan porque se sienten excluidas", precisó.

Por último, indicó que a medida que ambas se van haciendo mayores y sus vidas van evolucionando, madre e hija van flexibilizando sus roles y adecúan el grado de distancia e intimidad entre ellas. "La sabiduría que viene con la edad consiste en disfrutar más e irritarnos menos", concluyó la experta.