Actualizado 03/09/2019 13:55

¿Cómo nos influye anímicamente ahorrar?

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El ahorro tiene consecuencias más allá del hecho de llenar nuestros bolsillos. El ahorro tiene efectos que van más allá de asegurarnos un futuro o de cubrirnos ante posibles imprevistos; a grandes rasgos, hace aumentar la autoconfianza y el empoderamiento del individuo, aunque hay que modular muy bien la capacidad de ahorro para que esta práctica no genere frustración e insatisfacción.

Según el periodista financiero del Wall Street Journal Jonathan Clements, uno de los mayores efectos anímicos del ahorro en la persona es la sensación de libertad de poder perseguir las propias pasiones. Asimismo, el hecho de tener dinero ahorrado permite no tener que preocuparse por él, dándonos tranquilidad y relajación en la vida cotidiana.

Aparte del efecto balsámico que tiene el ahorro sobre la persona ante eventuales imprevistos y cambios de vida, constatar la propia capacidad de ahorro y mantenerlo confiere autoestima y sensación de éxito, ahondando en la propia realización personal. Aunque el dinero puede tener este efecto positivo sobre la autoestima, hay que tener presente que no valemos la cifra de nuestro ahorro. En Healthy Place remarcan que el dinero puede interactuar con la autoestima de modos muy distintos.

Mejor más ahorro que una gran fuente de ingresos

En primer lugar, ahorrar genera satisfacción personal, según un estudio de las Universidades de California y Cambridge. En concreto, afirma que proporciona seguridad financiera, y ello está vinculado a una mayor satisfacción en la vida. Sin embargo, no es lo mismo tener un gran ahorro que una gran fuente de ingresos, ya que los grandes ingresos y grandes gastos no se asocian al aumento del bienestar.

Incluso, el estudio señala que las personas con poco dinero en sus cuentas se sienten menos satisfechas que otras con mucho saldo en su ahorro. Esto es así aunque las primeras tengan un mayor nivel económico o un mayor sueldo: si lo gastan y no lo ahorran, se sienten más infelices que quienes ganan menos que ellos. Es decir, para lograr efectos anímicos destacados con el ahorro no hay que ganar mucho, sino gastar poco.

En la misma línea ahonda un estudio de la Universidad de Salzburg, que también constata la presencia de “satisfacción financiera” relacionada con el ahorro, y que ésta se mide en términos de comparación social con lo que tienen los demás: a mayor ahorro, mayor satisfacción en la escala social, ya que tendemos a compararnos con los demás.

Da más felicidad que el gimnasio y una dieta equilibrada

Son numerosas las publicaciones que señalan que, si bien el dinero no da la felicidad, sí que podría hacerlo el ahorro: el 80% de los participantes en un estudio de la gestora Finanbest afirma que tener ahorros contribuye a una sensación general de bienestar, mayor a la de hacer ejercicio, tener trabajo o llevar una dieta equilibrada.

La sensación de prosperidad tiene mucho que ver: la ciencia afirma que los ahorradores son más felices y que, según un estudio de Ally Bank, cuanto mayor sea el ahorro, mayor será la sensación de prosperidad.

Imaginar en qué lo gastarías

El asesor personal David Rae asegura en la revista Forbes que un modo en que se genera felicidad ahorrando dinero es imaginar en qué lo gastarías, por ejemplo un vuelo en primera clase a Bali, una comida gourmet, comodidades de lujo y tratamientos spa.

Pero, cuidado, ahorrar demasiado puede suponer todo lo opuesto a la felicidad. El exceso de ahorro puede acabar siendo una rémora para el día a día si no es proporcional a lo que realmente se puede ahorrar, así que es necesario permitirse algún pequeño premio.

Según un artículo del New York Times, el exceso de ahorro puede ser también muy negativo y llevar a lo contrario a la miopía: la hipermetropía, o tener la vista demasiado puesta en el futuro y no disfrutar del presente, arrepintiéndose después de las oportunidades perdidas del pasado. Como en todo, el secreto es el equilibrio.