El Bellas Artes Bilbao muestra la obra de Ibon Aranberri que recupera su intervención en una cueva prehistórica en 2003

Ibon Aranberri en el Bellas Artes Bilbao
Ibon Aranberri en el Bellas Artes Bilbao - Bellas Artes Bilbao
Publicado: martes, 24 noviembre 2020 16:31

El guipuzcoano ha reconstruido en una nueva pieza adquirida por la pinacoteca bilbaína su cerramiento de aquel espacio natural

BILBAO, 24 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha mostrado este martes por primera vez en público la obra 'Zulo beltzen geometria' (Geometry of the black holes), de Ibon Aranberri, recientemente adquirida por la pinacoteca y donde el artista guipuzcoano recupera, casi dos décadas después, su intervención en una cueva prehistórica vasca en 2003.

Aranberri llevó a cabo una intervención en el paisaje en aquella gruta de simbología prehistórica pero no para protegerlo, sino para significarlo y recodificarlo. El proyecto, que marcó su trayectoria, recibió el reconocimiento de la crítica y adoptó como nombre (Ir. T. n 513) zuloa, denominación que se corresponde con el código científico asignado en las cartas arqueológicas a dicha cueva.

La obra adquirida ha sido presentada de forma pública este martes en un acto que ha contado con la presencia del director del Bellas Artes Bilbao, Miguel Zugaza, y del propio creador guipuzcoano, Ibon Aranberri.

La intervención realizada entonces, una obra próxima al movimiento land art, consistió en cerrar el acceso a la gruta con una estructura modular plana y opaca, de unos seis metros de diámetro total, que impedía el paso a las personas y apenas dejaba en su parte inferior un resquicio.

El objetivo de Aranberri con aquel cerramiento era "imposibilitar" el acceso de las personas al espacio de la cueva y, por tanto, "a su significación simbólica", salvo a través de sistema en la parte inferior, articulado ex profeso para caso de necesidad. Todos los componentes metálicos recibieron entonces un tratamiento de superficie, evitando la corrosión y produciendo un efecto opaco antirreflectante que lo mimetizaba visualmente.

Aranberri propuso desmontar la construcción y devolver la entrada de la cueva a su estado natural, en una especie de "liberación". Lo hizo de manera imprevista, dando el ciclo por acabado, tras constatar, por una parte, que en la actual sociedad de la información es prácticamente imposible "preservar la inaccesibilidad de un espacio físico determinado".

El artista ha explicado que las cuestiones antropológicas y sociales afectadas por la alteración del espacio físico que había supuesto su pieza, "han ido mutando desde 2003 hasta hoy en día hacia una mirada cultural mediatizada".

OBRA AUTÓNOMA

La nueva obra realizada por Aranberri en 2019 está constituida por módulos de acero y la pieza resultante se origina a partir de aquella que, tras solventar los requerimientos de los organismos competentes, el artista logró llevar a cabo hace casi dos décadas.

Los módulos, que entonces conformaron el cerramiento de la cueva prehistórica, forman ahora parte de una obra autónoma, una instalación posminimalista de unos mil kilos de peso aproximadamente, que, "como los restos de un naufragio, conserva las impurezas del paso del tiempo y se integra en la colección de arte contemporáneo del museo" tal y como ha señalado durante la presentación el director del museo, Miguel Zugaza.

La consecuencia final fue un largo proceso en el que, alejándose temporalmente del ámbito urbano, Aranberri exploró cuevas prehistóricas de la geografía cercana. La silueta de este cerramiento reproducía la morfología exacta de la boca de la cueva y en su superficie se abrían orificios y huecos que permitían la entrada y salida de especies que allí habitaban o tenían refugio.

De este modo, el trabajo de Aranberri hizo lo contrario de lo esperable, como habría sido monumentalizar un lugar altamente connotado. En vez de ello, transformó la cueva en un espacio cerrado, inaccesible y oculto.

La intervención en ese lugar cargado de significado no trataba de preservar el paisaje, sino "recodificarlo". El propio artista explicaba entonces que esta acción artística "conecta con los arquetipos imaginarios de la cultura local, donde la tradición romántica sigue representando la prehistoria como el gran mito originario. La definición de la identidad colectiva se ha sustentado fuertemente en la idea de territorio donde el paisaje constituye el escenario simbólico".

FUERA DEL CIRCUITO

Ibon Aranberri (Itziar, Gipuzkoa, 1969) estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco y en la Nuova Accademia di Belle Arti de Milán. A mediados de la década de los noventa del siglo pasado formó parte de los talleres de Arteleku, y, a partir de finales de esa misma década, completó su formación en distintos programas de estudio y en residencias de Japón, Nueva York o Estocolmo.

En 2003 recibió la beca Velázquez, en 2004 obtuvo uno de los premios Gure Artea y ese año recibió también el premio Altadis. Ha compaginado su práctica artística con diversas colaboraciones y la enseñanza, siendo uno de los impulsores del Instituto de Prácticas Artísticas JAI iniciado este año entre Tabalakera y Artium.

Su obra está representada en las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), ARTIUM de Vitoria-Gasteiz o el Museo Guggenheim Bilbao. Su trabajo, difícil de clasificar y encajar en los circuitos habituales de venta y comercialización de las obras de arte porque desborda los formatos artísticos habituales, alude a menudo a la intervención humana en el entorno, como se manifiesta en proyectos de ingeniería civil, la transformación cultural y las obras de arte.

Aranberri somete estos dispositivos, y sus modos de observación, a un proceso de análisis y resignificación, que culmina, bajo la forma de sus propios objetos e instalaciones, en un examen de las complejas capas de la historia, la cultura, la estética y la política en el mundo actual, como en el cerramiento de aquella cueva prehistórica, de la que, precisamente, se ha originado la obra adquirida por el museo bilbaíno.

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