VIGO/SANTIAGO DE COMPOSTELA, 26 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los armadores vigueses seguirán la recomendación de la Confederación Española de Pesca (Cepesca) que abogó por suspender el amarre de la flota, iniciado de modo escalonado el pasado 30 de mayo como medida de presión para pedir al Gobierno medidas que palíen la subida del precio del gasoil y la importación de pescado ilegal.
De este modo, sus asociados volverán al mar progresivamente desde mañana, tal y como han hecho los compañeros de altura de flotas como Burela, Celeiro, Marín, Ribeira, que habían sido los primeros en sumarse al amarre.
Según confirmaron a Europa Press fuentes de la Cooperativa de Armadores de Vigo, los más de 270 barcos de la flota de altura que están asociados a este organismo volverán a faenar después de varias semanas de paro, algunos de ellos amarrados en el Puerto de Vigo y otros en puertos cercanos a los caladeros donde pescan habitualmente.
Los armadores vigueses atienden así a las recomendaciones de la patronal pesquera, cuyos representantes se reunieron hoy con la ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, por espacio de unas tres horas.
Al finalizar el encuentro, el presidente de Cepesca, Javier Garat, admitió que el casi mes de amarre de la flota ha sido un sacrificio "muy grande". "Todos hemos sufrido esta situación, pero ha merecido la pena", aseguró con respecto a que la ministra se comprometió a estudiar una de las medidas propuestas por la confederación para paliar los efectos de la subida de los carburantes, que es el aplazamiento del pago de las cuotas a la Seguridad Social.
"La situación es la que es, se ha abierto nueva línea de diálogo, que esperamos que continúe en el tiempo", celebró Garat que, en este sentido, también valoró que la reunión sirvió para "restablecer los cauces de diálogo que habían sido rotos unilateralmente por el Ministerio".
De este modo, la Confederación Española de Pesca (Cepesca), que agrupa a 42 organizaciones empresariales que representan a 1.400 empresas y 1.600 barcos, acordó dejar libertad a los armadores para, tal y como sucedió con el amarre convocado el 30 de mayo, abandonen el paro escalonadamente, para no saturar de esta forma las lonjas.
