G-20.- Los miembros del G-20 encaran la cumbre divididos por nivel de las reformas y necesidad de nuevos estímulos

Obama y Brown piden "cooperación" para lograr un acuerdo y Sarkozy y Merkel, garantías "concretas" en regulación financiera

LONDRES, 2 Abr. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán) -

Los miembros del G-20 apuran las negociaciones ante la cumbre que hoy se celebra en Londres para intentar consensuar soluciones a la crisis financiera, en un ambiente de división debido al escepticismo de parte de los socios sobre las posibilidades de una reunión para la que tanto el anfitrión, el primer ministro británico, Gordon Brown, como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, apelaron a la "cooperación" para culminar un "acuerdo global".

Los puntos fundamentales de la cita, que sigue a la extraordinaria convocada en noviembre por el por entonces presidente saliente de Estados Unidos, George W. Bush, abarcan desde las acciones necesarias para recuperar la economía mundial, a partir del recorte de intereses y el incremento del gasto público, al reforzamiento de la regulación internacional de las instituciones financieras, con acciones decisivas en los 'hedge funds' y en los paraísos fiscales.

Sin embargo, las posiciones de los países divergen entre la apuesta por nuevos estímulos fiscales, abanderada por la Administración de Obama, y la contención por la que aboga la mayoría de los países europeos; así como en las exigencias "concretas e inmediatas" en materia de supervisión que exigen Francia y Alemania frente a los controles nacionales que preconizan Washington o Londres.

El propio Obama reconoció ayer que su país falló en la regulación, pero aclaró que el resto de la comunidad internacional tampoco contaba con los sistemas adecuados para supervisar un modelo financiero de la magnitud alcanzada por el actual. "Pero no estoy tan interesado en conocer dónde está la fuente del problema como en resolverlo", declaró.

REFORMAS

Además, como tercer elemento de la reunión figura la necesidad de reformar el sistema a partir de cambios en organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que podría duplicar sus recursos hasta los 500.000 millones de dólares para garantizar más recursos a los países pobres, que verían además incrementada su voz en el seno del organismo.

De esta forma, los miembros del G-20, a los que se sumará España, pese a no formar parte del grupo, se sentarán en el recinto ExCel de Londres con la responsabilidad de articular una batería de medidas que garanticen la superación de la recesión e impidan que en el futuro se produzca una tormenta de esta escala. Todo ello sin caer en el proteccionismo, el gran riesgo según el anfitrión de la reunión, y con el objetivo de reactivar paralelamente las negociaciones en materia de comercio internacional.

Sin embargo, los asistentes presentan de partida una política de bloques en la que destacan Francia y Alemania a partir de la alianza establecida por sus líderes de trabajar juntos o abandonar la reunión en caso de que no se produzcan compromisos "concretos" en materia de regulación. "Debemos ponernos de acuerdo hoy, no en los próximos años, si no ponemos unos estándares mínimos, nos vamos a casa", avanzó ya desde Londres la canciller alemana, Angela Merkel.

La mandataria germana compareció en la capital británica acompañada por Nicolás Sarkozy en lo que representó una prueba de fuerza del eje París-Berlín y en la que el presidente galo subrayó que "las decisiones se tienen que tomar hoy, se trata de responsabilidad, pasado mañana es demasiado tarde". "Yo confío en Obama, pero el dijo que 'sí se podía', y yo creo que sí, pero la política son más que discursos bonitos", proclamó.

COLISIÓN

Un posicionamiento en colisión a las apelaciones al consenso realizadas esta misma mañana por Gordon Brown y Barack Obama, quienes se mostraron convencidos de que hay espacio para un "acuerdo global", aunque no haya igualdad de pareceres en "todos y cada uno de los aspectos". No obstante, el presidente norteamericano aprovechó también para advertir de que su país no puede ser el "motor" del resto del mundo.

Así, Washington exige del resto de los socios internacionales un esfuerzo fiscal inferior al 2 por ciento de sus PIB respectivos, tras los 787.000 millones de dólares que la Administración Obama ya ha aprobado para recuperar la senda del crecimiento. Si los demás países no acometen acciones similares, la expansión fiscal acometida por la Reserva Federal podría acabar financiando las importaciones.

Con todo, la cumbre concluirá sin decisiones de gasto debido a la división existente en torno a esta apuesta por nuevos paquetes financieros, lo que descarta los 1,4 billones de libras apuntados el pasado fin de semana por un rotativo alemán que filtró el supuesto borrador de un documento manejado para la cita. Los últimos documentos recogen declaraciones de intenciones, pero no cifras concretas.

POSIBILIDADES

Por todo, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha sugerido ya una nueva cumbre posterior a la prevista por el G-8 en Cerdeña el próximo mes de julio, pero Downing Street ya ha avanzado las pocas probabilidades de que se celebre ninguna del G-20 antes de 2010, una vez concluya la del 2 de abril en la capital británica.

Por su parte, China incidió en que todavía no está preparada para dar forma a nuevos estímulos fiscales, pese a las reservas que maneja el país, al igual que han avanzado ya los saudíes. Por su parte, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, uno de los grandes representantes de las economías emergentes, declaró ayer que esta cita será "una reunión de amigos, pero difícil".