Afganistán cerrará más de 400 puestos policiales por estar demasiado expuestos a ataques talibán

Un policía afgano en un puesto de control en la provincia de Wardak
Un policía afgano en un puesto de control en la provincia de Wardak - REUTERS / MOHAMMAD ISMAIL - Archivo
Publicado: miércoles, 24 julio 2019 14:00

El Gobierno también estudia clausurar puestos militares para integrarlos en bases mayores

KABUL, 24 Jul. (Reuters/EP) -

El Ministerio de Interior afgano ha cerrado más de 200 puestos policiales y de control situados en zonas remotas por estar los agentes demasiado expuestos a ataques de milicianos insurgentes y talibán y planear cerrar otras 200 instalaciones de este tipo por los mismos motivos en los próximos meses.

Los asesores estadounidenses han presionado durante años a los comandantes militares y de las fuerzas de seguridad afganas para que abandonen los puestos de control en zonas más remotas por considerar que su presencia en esos lugares termina convirtiéndose en un imán para los ataques de los talibán, que cada vez cuentan con más equipos de visión nocturna.

Tras un cambio en la cúpula del Ministerio de Interior afgano en 2018, las autoridades afganas están evaluando un total de 6.452 puestos policiales y de control en todo el país, en el marco de los esfuerzos por reducir bajas y las cifras de agentes que desertan porque se sienten abandonados por sus mandos.

El director general de Planes y Operaciones del Ministerio del Interior afgano, Abdul Moqim Abdulrahimzai, ha explicado que se han cerrado más de 210 puestos policiales y de control en 17 provincias y que la previsión es clausurar otros 200.

"Estos puestos remotos no contribuyen a la seguridad y estaban siendo presa fácil, un objetivo sencillo para que ataquen los talibán", ha señalado Abdulrahimzai. "Estas zonas no serán abandonadas pero seguirán bajo estrecha vigilancia y responderemos a las amenazas de seguridad cuando sea necesario", ha explicado el alto cargo del Ministerio del Interior afgano.

Fawad Aman, viceportavoz del Ministerio de Defensa, ha dicho que el Gobierno está planeando también fusionar varios puestos de control remotos del Ejército para integrarlos en bases más grandes. El Ejecutivo ya no facilita balances de víctimas mortales en las fuerzas de seguridad pero altos cargos gubernamentales señalan que cerca de la mitad de las decenas de miles de bajas sufridas se encontraban en puestos remotos.

En los últimos tres años, más de 200 puestos identificados para su futuro cierre han sufrido 5.000 ataques que han dejado un balance de 2.260 policías muertos y 3.601 heridos, según un documento del Ministerio de Interior afgano al que ha tenido acceso Reuters.

En ese periodo, en un solo puesto policial remoto en la provincia de Helmand, en el sur del país, han muerto 300 agentes de Policía por ataques insurgentes. El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, dijo en 2018 que desde 2015 han muerto 28.000 policías y militares afganos, mientras los altos mandos militares estadounidenses advierte de que estas cifras de bajas son insostenibles. Los mandos norteamericanos estiman que las fuerzas que operan principalmente puestos de control sufren cerca del doble de bajas que las fuerzas que se despliegan en maniobras.

Este tema ha recobrado importancia en un momento en el que los talibán están dialogando con representantes del Gobierno de Estados Unidos para tratar de impulsar un proceso de paz que podría suponer la retirada de las fuerzas militares norteamericanas e internacionales.

Algunos mandos policiales han utilizado los puestos de control en carreteras y autopistas para reclamar el pago de tasas ilegales a los conductores, motivo por el que Abdulrahimzai ha explicado que se han retirado varios puestos policiales en la autovía que une Kabul con la provincia de Kandahar, en los que los agentes aprovechaban para cobrar de manera ilegal a los camiones por el paso por esta vía.

Mientras el plan de cierre de puestos policiales sigue en marcha, las autoridades afganas tienen pendiente convencer a los ciudadanos de que esta medida no supone abandonar el terreno para dejárselo a los talibán. "Desde que los puestos de control se han retirado, los talibán vienen con frecuencia a la carretera y paran a los coches para inspeccionarlos", ha contado Mohamad Aref, un taxista que recorre la autopista Kabul-Kandahar a diario. "Al menos los puestos de control nos daban un sentido de seguridad. Ahora no hay nadie", ha concluido.

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