El caótico crecimiento urbano de Freetown expone a la ciudad a otra inundación catastrófica

Avalancha de tierra en Freetown
REUTERS / AFOLABI SOTUNDE - Archivo
Actualizado: domingo, 13 mayo 2018 9:35

FREETOWN, 13 May. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

Freetown, la capital de Sierra Leona, fue levantada con un máximo de 400.000 personas en mente. Ahora viven en ella dos millones. Esta masificación es clave para entender por qué un millar de personas fallecieron en la inundación y el deslave de agosto de 2017 tras el desbordamiento del río Sierra Leona, donde desemboca, una tragedia que los expertos achacan más a la mano del hombre de que la labor de la naturaleza.

La ciudad es caldo de cultivo para otra catástrofe inminente, por su situación geográfica, por la orografía que la rodea, entre el mar y la montaña, y por la absoluta incapacidad de las autoridades, como ellas mismas reconocen, para poner en marcha planes de urbanismo que llevan décadas redactados, pero nunca ejecutados.

Gran parte de esta explosión poblacional ocurrió en 2002, con el éxodo en masa a la capital de cientos de miles de personas que buscaban protección de la guerra civil. Este incremento forzó la tala de los árboles que la protegían precisamente de las inundaciones, exponiendo al peligro a comunidades como la de Monte Sugar Loaf, el mismo que acabó cediendo a las aguas, y arrasando el barrio entero.

"Y esto es solo el principio", ha advertido el experto medioambiental y en protección animal Bala Amarasekaren, fundador del Santuario para Chimpancés de Tacugama, localizado justo en las colinas y las montañas que rodean Freetown. "Tengo mucho, mucho miedo, porque conozco bien esta zona, y puedo asegurar que hay zonas mucho más vulnerables que la que colapsó", ha reiterado.

NI CONOCIMIENTO, NI ELECCIÓN

Kadiatu Koroma es una de las supervivientes de la inundación que mató a su hermana y a su sobrina pequeña en Regent, a los pies de la montaña Sugar Loaf que preside la ciudad. En comentarios a la Fundación Thomson Reuters, asegura que no tenía conocimiento de la situación tan arriesgada en la que se encontraban. "¿A quién se le ocurriría vivir en una zona tan propensa a los desastres si lo hubieran sabido?", protesta. "No teníamos ni idea, ni teníamos elección", añade.

Amarasekaren explica el peligro de la deforestación en términos sencillos. "Los árboles de la ladera de la colina contienen el agua desbordada y agarran la tierra. Y cuando destruyes el ecosistema para hacer viviendas, en su mayoría ilegales", puntualiza, "estás abriendo la puerta a problemas como los que desembocaron en la inundación".

FRACASO URBANÍSTICO

Hay que decir que la cifra del millar de muertos es una estimación oficial. Los servicios de rescate de Freetown solo encontraron 500 cadáveres entre el barro y los escombros. Prácticamente todos los consultados dan por seguro que la cifra es mayor.

De la cifra de gente sin hogar están más seguros: unas 3.000 personas, aproximadamente, que han terminado incorporándose a la quinta parte de la población de Freetown que vive directamente en chabolas, sin alcantarillado ni servicios básicos, y con menos de un euro al día.

Las autoridades reconocen la situación y achacan el absurdo crecimiento de la ciudad a los efectos de la guerra. "Desde luego que la urbanización es buena... si la gestionas como debes", lamenta el director adjunto de Política y Planificación del Ministerio para la Tierra, Alaphajoh Cham.

"Porque la cruda realidad es que llevamos décadas sin planificar esta ciudad, y eso se debe a que nunca se ha considerado que la planificación urbana deba adquirir un carácter prioritario, ha añadido. "Por desgracia, el Gobierno está incapacitado para gestionar el desarrollo urbano de una forma eficaz".

El responsable del consejo local de desarrollo y planificación para la capital sierraleonesa, Abdul Karim Marah, traduce esa falta de interés en el hecho de que "los planes estructurales sí que se trazan, pero nunca se ponen en práctica".

"Tenemos incontables cantidades de documentos a disposición de cualquier interesado en el Gobierno para dar a esa gente un poco de decencia, un poco de cambio pero, insisto: es una cuestión práctica", ha aseverado.

La proverbial pelota está en el tejado de la nueva alcaldesa de la ciudad, Yvonne Aki Sawyerr, quien no solo tiene que lidiar con la explosión poblacional en sí, sino también con el gravísimo problema de que está ocurriendo en un lugar cuya orografía natural es de todo menos propicia para ello.

Freetown está físicamente "atrapada entre el mar y la montaña", recuerda la alcaldesa, lo que ha generado una enorme bolsa de población "que ha concentrado a más de un millón de personas en 357 kilómetros cuadrados", en el núcleo urbano del Área Oeste, donde la falta de desarrollo, planificación y alcantarillado ha empeorado terriblemente tanto las condiciones de vida como las perspectivas de empleo.

FREETOWN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

"En agosto solíamos tener 76 centímetros de lluvia. El cambio climático ha provocado diez veces más", ha avisado Amarasekaren, completamente convencido de este fenómeno. "Y es global. Lo que ustedes hacen en Estados Unidos nos está afectando a todos", ha añadido.

El cambio climático ha acortado e intensificado la temporada de lluvias, favoreciendo las "inundaciones relámpago" en una ciudad en pendiente, con los barrios más vulnerables justo en mitad del recorrido pronosticado que seguiría un torrente de agua desbordada, como por ejemplo el de Congo Town.

"Hemos tenido inundaciones en 2015, en 2016 y en 2017", ha avisado el líder comunitario del barrio, Idrissa Kargbo. "Y es posible que 2018 sea el peor año de todos", pronostica.

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