Crónica Birmania.- La Junta Militar responde con amenazas a la mayor manifestación opositora de la historia del país

Actualizado: lunes, 24 septiembre 2007 21:21

Los monjes budistas encabezan multitudinarias marchas pacíficas a favor de la reconciliación nacional y la liberación de los disidentes

RANGÚN, 24 Sep. (EP/AP) -

Unos 100.000 manifestantes protagonizaron hoy la mayor protesta vivida en la historia de Birmania, que ya es conocida como la 'Revolución del Azafrán' debido al color de las túnicas de los monjes budistas que lideran las marchas que han recorrido las calles de la mayor ciudad del país, Rangún, y a los que la Junta Militar amenazó hoy con responder si no finalizan sus protestas.

El ministro de Religión, general Thura Myint Maung, hizo pública una advertencia del Gobierno, amenazando a los monjes para que no actúen en contra de las "normas y regulaciones" budistas y anunció que la Junta está preparada para "tomar medidas" en su contra.

Además de en rangún, los monjes encabezaron manifestaciones en al menos 25 ciudades y pueblos de Birmania, incluyendo Mandalay, Sittwe y Pakokku. Los civiles que participaron colgaron pequeños pedazos de tela de los trajes de los monjes sobre su ropa, algunos entre lágrimas. Los monjes que lideraban las marchas llevaban en sus manos cuencos de limosnas dados la vuelta, uno de los símbolos de la revolución.

Entre los manifestantes se encontraban funcionarios de la oposición, así como de la Liga Nacional para la Democracia (NLD), el partido liderado por la premio Nobel de la Paz, Suu Aung San Kyi. Asimismo, varias celebridades del país, como el cómico Zargana y la estrella cinematográfica Kyaw Thu, se unieron a las protestas donde ofrecieron a los participantes agua y comida para animar a la población a que se una a la 'Revolución del Azafrán'.

La marcha de Rangún comenzó en la Pagoda Shwedagon, el principal santuario del país y duró más de cinco horas y recorrió al menos 20 kilómetros. En un primer momento unas 50.000 personas, 20.000 de ellas monjes, comenzaron la manifestación. Al paso de la marcha, decenas de miles de civiles se fueron uniendo a las protestas, llegando hasta las aproximadamente 100.000 personas al pasar por las puertas del Ministerio de Defensa, según los monjes y varios activistas políticos. La marcha, que contó también con el apoyo de los estudiantes de la Universidad de Rangún --uno de los caldos de cultivo de las protestas--, también pasó por delante de la residencia del general Than Shwe, el actual líder de la Junta Militar.

Al término de la manifestación, cerca de 1.000 monjes y 400 simpatizantes intentaron acercarse a la residencia de Suu Kyi, que permanece, de forma interrumpida, bajo arresto domiciliario, desde el año 1989, aunque la Policía les impidió el paso. Al no poder acceder a la zona, los manifestantes cantaron una oración budista que rezaba "Debe haber paz", y se dispersaron. El sábado, más de 500 personas pudieron llegar hasta la casa de la premio Nobel, que salió al balcón a saludar, y según los testigos rezó con los manifestantes y se despidió de ellos llorando, en la que fue su primera aparición en público desde hace cuatro años.

Según los participantes, varios cientos de personas se unieron a la marcha aunque una agencia humanitaria internacional, que había desplegado a varios de sus trabajadores para que vigilasen las protestas, publicó una estimación de entre 50.000 y 100.000 personas.

Los monjes hicieron un llamamiento a todo el país para que se unan a su campaña para intentar derrocar al Gobierno. Las marchas de hoy fueron un desafío directo al Gobierno y un acto casi impensable hace apenas unas semanas, según la BBC. La organización que ha destacado en la organización de las protestas, la Alianza de Todos los Monjes Budistas Birmanos, juró que continuará las marchas hasta que "hayan borrado a la dictadura militar de la tierra".

COMIENZO DE LAS PROTESTAS

El 19 de agosto comenzaron las protestas como un movimiento en contra de las duras medidas económicas impuestas por la Junta que, durante la noche y sin previo aviso, elevó los precios del combustible un 500 por ciento. Después de varios días de caos, el Gobierno arrestó a cientos de activistas. Poco después, un grupo de monjes budistas asaltaron un comercio propiedad de simpatizantes del Gobierno militar para protestar por el alza en los precios de los combustibles en la localidad de Pakokku, en el norte del país.

Horas antes, un grupo de funcionarios gubernamentales fueron retenidos en un monasterio y liberados poco después para protestar por la actuación de las fuerzas de seguridad durante una manifestación celebrada un día antes en la que varios monjes fueron golpeados. Los monjes pidieron al Gobierno que se disculpase y cuando finalizó el plazo que habían propuesto, comenzaron a salir a las calles respaldados por los miles de civiles que les han ido acompañando en todas sus marchas.

Después de que los monjes encabezasen las marchas durante los últimos ocho días, las protestas han adquirido un cariz político, a pesar de que los clérigos budistas prefieren plantear sus opiniones de una manera indirecta a través de los cánticos y las oraciones en lugares clave. Así, varios civiles que se unieron a las marchas gritaron los eslóganes del movimiento pro democrático que piden la reconciliación nacional.

FALTA DE RESPUESTA DE LA JUNTA

Hasta ahora, la actuación de la Junta Militar, conocida por su mano de hierro a la hora de aplicar sus leyes, ha diferido notablemente de las demás ocasiones, según diplomáticos y analistas, debido a la presión que ha ejercido su socio y aliado político, China, a la cual no le interesa que el país se hunda en la inestabilidad y un derramamiento de sangre similar al de 1988, que llevó al poder al actual Gobierno.

La Casa Blanca instó a los líderes budistas a que mostrasen su resistencia y a que intentasen entablar un diálogo con "aquellos que buscan la libertad". Por su parte, el embajador de Reino Unido, Mark Canning, declaró que los monjes se encuentran ahora en un terreno inexplorado, por lo que expresó su honda preocupación por una posible reacción violenta del Gobierno. "Esto (...) sería un desastre, aunque en términos de probabilidad me temo que las posibilidades son muy altas", declaró a la BBC.

"El Gobierno de Birmania esta tolerando las protestas y no está tomando ninguna medida en contra de los monjes debido a la presión de China", declaró un alto diplomático que prefirió permanecer bajo el anonimato. "Beijing albergará el próximo verano los Juegos Olímpicos. Todo el mundo sabe que China es el mayor aliado de la Junta", por lo que entendió que si el Gobierno actuara "afectaría a la imagen de China".

China, que cuenta con las vastas reservas birmanas de gas y petróleo para mejorar su creciente economía, bloqueó, a principios de este año, un acta del Consejo de Seguridad de la ONU crítico con el estado de los Derechos Humanos en el país, alegando que no era el lugar correcto para ello. Aun así, al mismo tiempo, el gigante asiático ha estado empleando discretas medidas diplomáticas y una suave presión pública para instar al régimen militar a que incluyan medidas democratizadoras y avancen en el proceso de diálogo y reformas.

Josef Silverstein, especialista político y autor de varios libros sobre Birmania, explicó que China no está interesada en que existan revueltas civiles en su aliado energético. "China esta ansiosa por tener una Birmania pacífica para poder completar las carreteras y los vías de ferrocarril, desarrollar su industria minera y terminar de asimilar económicamente al país", manifestó Silverstein.

El régimen dictatorial, por su parte, acusó a los grupos pro democráticos del extranjero y a los medios de comunicación foráneos de difundir deliberadamente información falsa para desestabilizar al Gobierno. Las autoridades compararon además la situación actual con las grandes protestas de 1988, cuando se cree que las fuerzas de seguridad mataron a miles de activistas.