Crónica China.- La lucha contra el sida en China comienza a caer en el olvido

Actualizado: sábado, 7 abril 2007 15:37

Los expertos advierten de la falta de fondos y de los estigmas que siguen afectando a la lucha contra la enfermedad

BEIJING, 7 Abr. (De la corresponsal de EUROPA PRESS, Débora Altit) -

Superado el periodo más negro de la historia de China y el sida, el país asiático --que cuenta en la actualidad con 655.000 infectados y un índice de prevalencia de la enfermedad menor que en gran parte de Occidente-- corre el riesgo, a ojos de muchos expertos, de terminar olvidando una enfermedad que no está bajo control y cuyo patrón de contagio está cambiando.

Las cifras sobre el número de infectados por el virus han bailado de forma llamativa desde que China comenzara a ofrecer datos a la comunidad internacional. Antes de llegar al número oficial de afectados que se da en la actualidad, hace unos cinco años se manejaba la cifra de 40.000 infectados. Y aún antes, expertos internacionales llegaron a predecir que, al final de esta década, el país contaría con 10 millones de infectados.

El motivo de esta gran diferencia a la hora de calcular los números es que los métodos actuales son más efectivos, según explicó Henk Bekedam, representante de la Organización Mundial de la Salud en China, en un foro de expertos celebrado esta semana en Beijing.

"Se han hecho grandes progresos", afirmó. "Desde el punto de vista de las medidas políticas, hay un antes y un después del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo y Severo), que hizo que cambiaran las cosas", añadió.

Bekedam recordó que el Gobierno chino "fue de los primeros en preocuparse de que la gente tuviera acceso al tratamiento disponible", si bien advirtió de que muchos de los antirretrovirales que se siguen utilizando son de primera generación y existe un alto índice de abandono entre los pacientes por el alto grado de efectos secundarios que provocan.

Jing Ju, profesor del Centro de Políticas sobre el Sida de la prestigiosa Universidad de Tsinghua, se mostró sin embargo crítico con la política gubernamental. A su juicio, China no está controlando el avance de la enfermedad. "La epidemia sigue avanzando. Ni el Gobierno ni la comunidad internacional están invirtiendo suficiente dinero", comentó, y agregó que en 2006 la inversión en sida fue de 3.000 millones de yuanes en todo el país, "el equivalente a 20 kilómetros de autovías en Beijing".

Según el experto, el país asiático está experimentando una especie de aburrimiento respecto al sida, e incluso comienza a extenderse la opinión de que el dinero invertido en la enfermedad y en investigación debería desviarse a otros fines, algo que en algunos campos ya ha comenzado a hacerse.

ELEGIR A QUIÉN DONAR

A falta de apoyo institucional, hay quienes ven una salida en la decisión individual. Pero "mucha gente se pregunta por qué deben ellos gastar su dinero si el Gobierno no está invirtiendo en luchar contra la enfermedad", comentó Donna Kennedy, representante en China de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que señaló que el apoyo humano con el que cuenta la organización "es mucho mayor que nuestra capacidad financiera".

"El problema", explica Kennedy, "es que aunque China es aún un país en vías de desarrollo, se está desarrollando muy rápido, y cuando los donantes llegan, ven ciudades prósperas como Beijing y creen que todo el país es así, les resulta difícil ver más allá".

Donar, señaló la experta, implica hacer una elección, y resulta comprensible que la comunidad internacional termine optando por regiones en situaciones límite como África (donde existen países con una prevalencia de sida superior al 20 por ciento, frente apenas el 0,1 de China). "Por ello tenemos que buscar donaciones dentro de China, en empresas, organizaciones, particulares", explicó.

ACABAR CON EL ESTIGMA

Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta la población con sida es luchar contra el desconocimiento, que afecta a todas las capas de la sociedad. En octubre pasado un semanario hizo público un sondeo, realizado entre 3.000 dirigentes locales, todos ellos universitarios, que mostraba que el 60 por ciento de ellos creía que ya existía una vacuna para curar el sida.

La mitad de ellos defendió que, cuando un empleado resultado contagiado, lo correcto es hacerlo público y despedirlo. Y un 30 por ciento de ellos se mostró, además, favorable a aislar a los afectados, a la manera de las "aldeas del sida" de la provincia de Henan (centro), donde se produjeron en los años 90 los contagios masivos de sida como consecuencia de la venta de sangre entre campesinos.

La ignorancia no afecta sólo a estos líderes locales. Bekedam reconoció que ha visto a enfermeras señalando con reprobación que un paciente tuviera sida: "Sólo el 25 por ciento de la población sabe lo que es el sida. La gente no sabe y entonces teme. Al ser un país con baja prevalencia, existe menos posibilidad de tener contacto con un enfermo y entonces el miedo y el reto es mayor", comentó el representante la OMS, quien sin embargo recordó que los enfermos de una patología mucho más extendida en el país, como es la hepatitis B, también sufren una enorme discriminación.

"Creo que los chinos comienzan a estar preparados para acabar con el estigma, al menos con el relativo a la prostitución, porque la mayoría de las mujeres proceden de orígenes muy humildes", opinó Jing Ju, el experto de la Universidad de Tshinghua.

"Pero el 40 por ciento de las prostitutas tienen más de 35 años. Algunas incluso más de 45. No tienen trabajo y los precios por ofrecer servicios sexuales continúan bajando", prosiguió. "En Beijing cuesta unos 50 yuanes (menos de cinco euros), pero en otras provincias puede rondar los 10 yuanes", por lo que estas prostitutas no pueden exigir a sus clientes el uso de un condón, comentó.

La vía sexual se ha convertido hoy en día, junto con la intravenosa por consumo de drogas, en la principal causante de los nuevos contagios de enfermos en el país, y uno de los posibles nuevos focos del contagio serán nuevamente los campesinos, en esta ocasión los millones de trabajadores (en su mayoría hombres) que acuden a las ciudades en busca de trabajo en fábricas o en la construcción, y que permanecen alejados de su familia la mayor parte del año.