Crónica Francia.- Sarkozy quiere llevar el humanismo y los valores al corazón de una "política de civilización"

Actualizado: martes, 8 enero 2008 20:14

Plantea añadir derechos a la Constitución y suprimir la publicidad en la televisión pública

PARIS, 8 Ene. (EUROPA PRESS) -

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, desgranó a lo largo de una rueda de prensa celebrada en El Elíseo su particular visión de la "política de civilización", término acuñado por el sociólogo Edgar Morin que el jefe del Estado galo ya evocó en su discurso de Nochevieja y al que hoy ha dotado de contenido. Sarkozy se ha propuesto situar los valores humanos en el centro de la política.

En su primera intervención en El Elíseo ante los medios de comunicación desde que accedió a la presidencia de la República en mayo de 2007, Sarkozy respondió a preguntas de todo tipo, incluídas las cuestiones sobre su vida privada.

"He querido recolocar al hombre en el corazón de la política", explicó durante una intervención inicial de poco más de media hora en la que defendió la necesidad de llevar los "valores" al debate político y reinvindicó la idea de restaurar "la moral, la autoridad, el humanismo, el respeto a la diferencia y la diversidad".

La adaptación sarkozyana del concepto sociológico pasaría pues por usar la política para cambiar el mundo, hacerlo mejor, lograr que los hombres sean "un poco más felices y sus vidas un poco menos duras". Que la política sirva para que haya "menos violencia, menos injusticia, menos miseria, menos sufrimiento" y para ello es necesario, según Sarkozy, que esté imbuída de "la preocupación constante de un ideal humano".

"La política de civilización es la política de la vida", resumió, aludiendo en dos ocasiones las palabras del propio Morin, y justificó recurrir a esta nueva herramienta filosófica para "reconstruir las referencias, las reglas y los criterios" y combatir los "excesos" de la propia civilización.

"Para reducir el paro y la precariedad no sólo hay que gestionar mejor sino cambiar nuestra manera de producir, de trabajar, de aprender y de vivir. Es el corazón de un proyecto de civilización. Si no, no lo lograremos", ilustró para a continuación exponer un rosario de propuestas enmarcadas en esta visión humanista.

En primer lugar reclamó una "democracia irreprochable" que conceda más valor al Parlamento y reescribir el preámbulo de la Constitución francesa para incorporar nuevos derechos y garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad y la integración de las minorías, un proyecto encargado a la ex presidenta de la Eurocámara y premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, Simone Veil.

Sarkozy se mostró dispuesto a recurrir a la cláusula de salvaguarda sobre los organismos genéticamente modificados (OGM) cultivados en Francia si hay "dudas serias" hasta que la Comisión Europea tome una decisión sobre el tema.

Anunció la creación de un grupo de expertos internacionales de alto nivel presidido por el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz para que reflexionen sobre un nuevo instrumento de medición del crecimiento que tenga en cuenta no sólo la cantidad sino la calidad.

SUPRIMIR LA PUBLICIDAD

Entre otras medidas, propuso pensar en la supresión total de la publicidad en las cadenas públicas de televisión que estarían financiadas con un impuesto sobre los ingresos publicitarios de las privadas y una tasa mínima de la cifra de negocio de los nuevos medios de comunicación como Internet o la telefonía móvil.

El jefe del Estado galo se pronunció sobre el problema más acuciante de la sociedad francesa: el poder adquisitivo de los salarios y llegó a plantear ampliar la participación de los empleados en los beneficios de las empresas. "No es aceptable que una empresa que tiene muchos beneficios no recompense a sus asalariados. Doblar o triplicar la reserva de participación no me sorprendería", dijo.

Sarkozy confirmó un deseo largamente sugerido en otras ocasiones: acabar con la jornada laboral de 35 horas. Al ser preguntado si quería que 2008 suponga el fin, al menos real, de las 35 horas, respondió, lacónico: "para decir las cosas como las pienso, sí".

En materia sanitaria reclamó un completo cambio en la gobernanza de los hospitales, adaptar algunas estructuras hospitalarias para albergar a ancianos que no encuentran alojamiento acorde con sus necesidades y garantizar el acceso a la sanidad a todos sean cuales sean sus medios económicos, su territorio o su barrio.

En el terreno educativo avanzó el lanzamiento este año de diez proyectos de renovación universitaria para luchar contra el "deterioro" de los centros franceses y ofrecer a los estudiantes un marco y unas condiciones de vida que estén a la altura del lugar que debe ocupar el saber en nuestra civilización.

Mientras, en un gesto que puede interpretarse abiertamente beligerante frente al alcalde parisino, el socialista Bertrand Delanöe, dijo que se implicará "personalmente" en la reflexión del "gran París" que debe ser un "laboratorio de la modernidad humana" y situar a Francia en el primer plano del urbanismo y la arquitectura.

Por lo demás, criticó la actual estructura del G8 y garantizó que Francia se convertirá en abogado de países como China, India, Brasil o Sudáfrica porque, en su opinión, "no se puede organizar el mundo del siglo XXI con la organización del XX".

CUOTAS DE INMIGRANTES

Defendió igualmente su gestión de la inmigración, reclamó "ir hasta el final de una política basada en las cuotas" de expulsión y dejó entrever su intención de crear una jurisdicción especializada en el derecho de los extranjeros.

También negó que Francia trate como "criminales" a los irregulares y mencionó al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y al primer ministro italiano, Romano Prodi, para demostrar que ambos avalan su política y han anunciado que no llevarán a cabo más regularizaciones masivas de inmigrantes.

"¿Sabe qué me han pedido los dos?. Que Francia, Italia y España procedan a expulsiones colectivas. ¿Lo que hacen los socialistas italianos y los socialistas españoles no cree que debe hacerlo Francia?", dijo Sarkozy. No se trata, según Sarkozy, de algo "inhumano" sino de las reglas del Estado de Derecho. "En un Estado de derecho se tienen papeles".

"No se entra en Francia sin autorización, y cuando se entra sin ella, se es acompañado a su país. No se es un criminal por ello, pero eso se llama un Estado de derecho con reglas que deben aplicarse", remachó. Sarkozy dijo también que, a fuerza de no aplicar las órdenes de expulsión, el Estado puede convertirse en "cómplice" de las redes criminales.

TRADICION DE HIPOCRESIA

La pregunta más esperada de la rueda de prensa, su posible boda con Carla Bruni fue recibida con una amplia sonrisa. "El mundo entero está pendiente de esta pregunta. Es extraordinario", consideró. "¿Cómo responderos?", continuó, trufando sus palabras con algunos silencios.

Así, dijo haber "reflexionado mucho" sobre el "derecho a la felicidad" del presidente de la República y defendió la "ruptura" respecto a la "tradición deplorable de hipocresía y mentiras" de sus predecesores. "Con Carla, hemos decidido no mentir. No queríamos escondernos. No quería que se me hiciera una foto sórdida por la noche", declaró.

A continuación, recordó que en 2007 se divorció de su esposa Cécilia, que ese no fue el periodo "más agradable" de su vida y que pudo leer esos días que se había divorciado para "ocultar" las huelgas de los trabajadores afectados por la reforma de los regímenes especiales. "Me avergüenzo de quienes han escrito eso", espetó.

En cuanto a las críticas por la excesiva exposición mediática de su vida privada, dijo que "con Carla hemos decidido asumirlo. Es serio. Respecto al matrimonio, no será el 'Journal de Dimanche' (diario que publicó que el presidente se casaría en febrero) quien fijará la fecha. Y hay grandes probabilidades de que lo sepáis cuando se haya hecho", dijo.