Crónica Irak.- La destrozada provincia de Nínive cobra protagonismo durante los últimos meses de EEUU en Irak

Actualizado: sábado, 3 octubre 2009 12:54

La provincia está inmersa en un bloqueo político entre árabes y kurdos mientras las minorías son objetivo preferente de atentados

MADRID, 3 Oct. (EUROPA PRESS) -

La provincia iraquí de Nínive ha pasado relativamente desapercibida dentro del panorama bélico en el país árabe. Sólo con el descenso de la violencia experimentado durante los últimos meses su situación, absolutamente crítica a todos los niveles, ha comenzado a cobrar importancia como una de las cuentas pendientes que Estados Unidos debería solventar antes de su retirada: a los recientes atentados registrados en agosto y septiembre hay que añadir la parálisis política existente en la región, alimentada tanto por la lucha sectaria entre chiíes y suníes en la capital, Mosul, como por los enfrentamientos entre árabes y kurdos en las localidades circundantes.

Localidades como Bagdad o Kirkuk han sido hasta este momento el centro de la atención internacional en Irak, bien por importancia política en el caso de la primera, capital del país, o bien por los ingentes recursos energéticos que alberga, situación de la segunda. El histórico conflicto político y étnico de Nínive cobró una fuerza especial las pasadas elecciones de enero, en las que los candidatos suníes y kurdos desarrollaron la campaña al máximo de sus posibilidades.

La victoria suní en los comicios desembocó en un boicot kurdo que a día de hoy sigue se ha transformado en un bloqueo político total que requiere de un acuerdo inmediato a nivel local entre ambos grupos, quizás "engrasado" con cierta presencia militar estadounidense, como han propuesto algunos oficiales del Ejército norteamericano, y como plantea igualmente el grupo de expertos en política internacional, International Crisis Group (ICG), "para conseguir un reparto de poder equitativo y asegurar la protección de las minorías residentes en la región".

UN CAMBIO EN DOCE MESES

La provincia de Nínive se encuentra inmersa en un proceso de cambio tras haber estado dirigida desde 2003 hasta el año pasado por la minoría kurda, históricamente reprimidos por el Gobierno central iraquí, en particular durante el régimen baazista de Sadam Husein. Con la llegada de las fuerzas internacionales en 2003, los kurdos vieron una oportunidad de revancha, iniciando una ofensiva para recuperar porciones de la provincia bajo control suní. Una campaña muy mal organizada, poco selectiva y que terminó generando una intensa insurgencia suní que, eventualmente, se terminó extendiendo a otros puntos del país.

Los suníes no están exentos de responsabilidad porque rechazaron presentarse a las elecciones provinciales de 2005, cediendo así todo el poder a los kurdos, quienes a nivel político se enfrentaron abiertamente al primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki.

Cuatro años después, los suníes aprendieron de su error. Las elecciones de enero revelaron la verdadera dinámica demográfica de la provincia, con una victoria aplastante de la plataforma suní antikurda Lista Nacional Al Hadbaa, que se hizo prácticamente con dos terceras partes del consejo provincial de Nínive, gracias a un programa que defendía enconadamente la identidad histórica árabe de la región, y la clara delimitación geográfica entre la provincia y la región autónoma del Kurdistán iraquí, una frontera trazada en su día por los Baazistas de Husein.

Con sólo un tercio del consejo en su poder y dominados por verdadero pánico ante una hipotética represalia suní, los kurdos de la Lista de la Hermandad de Nínive decidieron boicotear los comicios. En realidad, se lo esperaban, dado que el reparto poblacional era claramente favorable a sus rivales, pero al margen de su temor ante la retórica antikurda exhibida por la lista suní, cabe decir que realizaron un último esfuerzo para aceptar el Gobierno, presentando un número de demandas para preservar tanto el número de fuerzas de seguridad kurdas en la región como parte de su legado administrativo y cultural, y que fueron finalmente descartadas por sus rivales.

PARÁLISIS TOTAL, MINORÍAS ATRAPADAS

Junto al mencionado boicot, los kurdos han denunciado los intentos de Al Hadaab para consolidar su dominio sobre territorios disputados, lo que ha dado lugar a un incremento de la tensión en la zona, donde el Ejército iraquí y las milicias kurdas, los peshmergas, están cada vez más cerca de un enfrentamiento abierto, según advierte el ICG.

El grupo de expertos enumera además un sinfín de grupos armados que operan, oficial y extraoficialmente, en el interior de la provincia: elementos asociados al Gobierno del Kurdistán iraquí (KRG), fuerzas parapoliciales (los asaesh), y milicias tribales no asociadas a la insurgencia suní, entre otras.

Hay tantos grupos armados como minorías. Entre árabes y kurdos se encuentran cristianos, yazidíes, turcomandos y shabaks, que componen un 10 por ciento de la población y están dispersados a lo largo de la frontera entre Irak y el Kurdistán. ICG denuncia que estas minorías "han sufrido desproporcionadamente y se encuentran inmersas en una lucha por la supervivencia".

A nivel político, sólo han sido "meros peones" de kurdos y suníes. A nivel social, han funcionado como "carne de cañón", resultando exageradamente afectadas por los cuatro atentados que se cobraron, en agosto y septiembre de este año, más de un centenar de vidas. Para las minorías, este ha sido uno de los meses más sangrientos que se recuerdan.

RECOMENDACIONES

Si bien ICG reconoce "indicios" de aproximación entre el Gobierno federal iraquí y los kurdos gracias a la mediación estadounidense, el grupo advierte no obstante de que "el peligro sigue siendo elevado", especialmente desde que el Ejército norteamericano comenzó con su protocolo de retirada.

"A pesar de que los grupos insurgentes han disminuido significativamente en número, todavía se encuentran activos y podrían decidir centrar sus atentados en la población kurda o las minorías religiosas, alimentando la discriminación" regional.

Por ello, el grupo recomienda "un doble esfuerzo" de cara a las elecciones de principios del año próximo, donde "es francamente difícil imaginarse un acuerdo de estabilidad entre kurdos y suníes". Sin embargo, cualquier tipo de iniciativa para conseguir la estabilidad en la zona es relativamente factible "siempre que sea realista" y garantice a los kurdos ciertas concesiones, y a los suníes capacidad de gobierno.

Partiendo desde este punto, sería más factible mejorar las condiciones de seguridad en la zona a través de "patrullas conjuntas" árabes y kurdas que podrían incluir a soldados u oficiales estadounidenses para facilitar la cohesión, "una idea que ya ha sido planteada en el Pentágono y que no sólo podría producir beneficios inmediatos, sino que enviaría un sólido mensaje favorable al compromiso del Ejército estadounidense" durante sus últimos días en Irak.