Crónica Kenia.- Las autoridades luchan contra la abstención escolar motivada por la violencia postelectoral

Actualizado: domingo, 27 enero 2008 12:41

Los profesores exigen que se les garantice su seguridad antes de volver a dar clase en las escuelas rurales

NAIROBI, 27 Ene. (EUROPA PRESS) -

Miles de estudiantes kenianos siguen sin ir a la escuela a raíz del conflicto desatado desde los polémicos resultados de las elecciones presidenciales, levantando una fuerte preocupación sobre el efecto sobre la educación por parte de los desplazamientos masivos por la violencia, y la inestabilidad general que se vive en el país.

"Muchos de los profesores de esta región pertenecen a comunidades étnicas que han abandonado por millares el Valle del Rift", explica el obispo Jackson ole Sapit, en referencia a una de las regiones más abatidas por la violencia post electoral.

"Muchos de ellos nos han contado que desean ser transferidos a zonas donde se encuentren seguros, lo que es posible que termine causando un gran número de problemas a largo plazo", afirmó, antes de poner un ejemplo personal. "En la escuela a la que va mi sobrino, sólo 10 de sus 700 estudiantes han asistido a clase", concluyó.

En zonas como Narok del Norte, los padres de los niños afectados están demasiado asustados como para enviar a sus hijos a las escuelas locales, ya que corren peligro de ser atacados por comunidades locales o jóvenes criminales. Para muestra otro botón: ninguno de los hijos de los más de 1.800 residentes en uno de sus campos ha asistido a clase durante el último mes.

ALTA TENSIÓN

El problema, según las autoridades, es más una cuestión psicológica basada en el miedo que en los hechos. Aún así, toda prevención es poca para evitar una ola de abstinencia escolar. "Se trata de una amenaza más percibida que real, pero seguimos considerándola seriamente, y estamos haciendo todo lo que podemos para mejorar la seguridad, y para que la gente se sienta a salvo", explicó el comisionado de Narok del Norte, André Rukaria.

A pesar de que la administración ha fortalecido los puestos policiales y ha incrementado el ritmo de las patrullas, prevalece una sensación de tensión en la zona que los padres no son capaces de dejar a un lado. "Si sintiéramos que los niños están a salvo, les mandaríamos a la escuela, pero la zona sigue estando muy tensa", afirmó una de las desplazadas, madre de dos niños.

La región ha sido, por lo general, un lugar tranquilo y pacífico hasta que fue invadida por protestas que comenzaron el pasado día 18, en las ocho personas perdieron la vida y forzaron el aumento de los refugiados.

El subdirector de Educación de Narok del Norte, William Kaelo, declaró que su oficina no había iniciado el proceso de recuento de profesores desplazados, por lo que aún es pronto para hacerse una idea de las consecuencias de la falta de maestros. Pero sí afirmó ser consciente de que varias escuelas de la ciudad no han abierto sus puertas a causa del absentismo provocado por el miedo y la inseguridad.

"En la ciudad, al menos cinco escuelas públicas, que comprenden a cerca de 4.000 estudiantes, siguen sin abrir sus puertas, y todos los colegios privados permanecen cerrados", explicó. "Esto significa que no sólo se los desplazados están afectados, sino que muchos otros niños que se encuentran dentro de la región no pueden he asistir a la escuela".

Según un funcionario de Educación de UNICEF, Elias Noor, las escuelas ofrecen protección para las niños en situaciones de emergencia. "Cuando los niños están en la escuela, adquieren un sentido de la normalidad que trasladan a sus familias", explicó. "Están bajo la protección de profesionales, y los colegios pueden ser empleados para albergar la armonía, a través de una educación pacífica", añadió.

RESPUESTA RÁPIDA

Ante tal situación, tanto el ministro keniano de Educación, como organizaciones como UNICEF y la Cruz Roja de Kenia han preparado un plan de "respuesta y recuperación", que posibilitaría el inicio del año escolar incluso en los campos de refugiados.

"Como parte de este plan, hemos realizado una rápida evaluación previa y hemos comenzado a proveer (a la población) con material escolar y de recreo, y hemos instalado tiendas donde lo consideramos necesario, para que los niños puedan empezar la escuela dentro de estos campos", explicó Noor.

El proceso de recuperación de las clases perdidas no ha sido olvidado, y podría implicar medidas como un "tutelaje adicional" para "permitir a los estudiantes que recuperen el trabajo perdido". No obstante, precisó Noor, "nuestra prioridad inmediata consiste en proveer a los alumnos de material escolar, protección y alimento. Por las dificultades logísticas, no podemos forzar estas medidas".

Estas escuelas provisionales también han sido levantadas en los respectivos campos de Nakuru y Eldoret, pero en las zonas donde ni UNICEF ni el Ministerio han podido hacer todavía acto de presencia, a los funcionarios locales se les ocurren ingeniosas ideas para mantener a los chavales ocupados.

Por ejemplo, en el Campo de Mulot, situado en Narok del Sur, los profesores desplazados han improvisado sus clases en edificios administrativos e, incluso, a la sombra de los árboles, en una colegio llamado --quizás de una forma un poco irreverente-- Escuela Primaria de Refugiados.

"La verdad es que lo intentamos, pero tenemos niños de diferentes clases agrupados y no tenemos ni tizas, ni pizarras, ni libros ni lápices, por lo que es muy difícil", reconoció el profesor Samuel Tureiga. "Intentamos mantener a los niños ocupados para que al menos disfruten de cierta estabilidad".

Además, resulta que en Mulot no se encuentran profesores de secundaria, así que deben ser los propios estudiantes de instituto desplazados los encargados de realizar las tareas del hogar, fomentar la educación y cuidar de los más pequeños. Tureiga, por su parte, afirma estar dispuesto a ser trasladado a una escuela de la zona, pero sólo a condición de que pueda enseñar próximo a una comisaría. "No puedo regresar a una escuela en una zona rural donde mi seguridad no está garantizada", reconoció el maestro.

Además, los profesores han reconocido signos de trauma entre los niños más mayores, muchos de los cuales se muestran esquivos y con pocas ganas de cooperar. La situación psicológica se agrava porque de momento no hay psicólogos infantiles en los campos.

De momento, UNICEF se está encargando de evaluar la situación en la zona, trabajando activamente con las autoridades provinciales para conseguir una perspectiva más amplia de cómo la violencia ha afectado a los niños, y para asegurarse de que la situación educativa en la región vuelva a la normalidad cuando se alivie la situación política, que ha provocado el desplazamiento de más de 250.000 personas.