Crónica Líbano.- Unos 800.000 simpatizantes de Hezbolá se manifiestan en Beirut para pedir la dimisión de Siniora

Actualizado: viernes, 1 diciembre 2006 19:26

La manifestación acentúa la división política en un país crisol de culturas y religiones que, por ley, deben convivir en el Parlamento

BEIRUT, 1 Dic. (EP/AP) -

Cerca de 800.000 libaneses simpatizantes de la milicia chií libanesa de Hezbolá se manifestaron poco después del mediodía por las calles de Beirut, convocados por la misma y sus aliados políticos, para pedir la dimisión del primer ministro Fuad Siniora, en lo que se desarrolló como una marcha pacífica sin registrarse ningún incidente violento, según admitió la Policía. Mientras, Siniora permanecía resguardado en su oficina protegida por cientos de policías y soldados.

Por su parte, los manifestantes desplegaron una marea de banderas nacionales que cubrieron el centro de la capital libanesa y sus alrededores y corearon todo tipo de consignas urgiendo al primer ministro a dimitir entre himnos revolucionarios y nacionalistas populares de Hezbolá.

"Espero que el primer ministro y sus ministros estén entre nosotros hoy, no escondiéndose detrás de alambradas ni los tanques blindados del Ejército. Aquél que cuenta con el respaldo de su población no necesita alambrado", aseguró ante el público el general cristiano y nuevo aliado de Hezbolá, Michel Aoun.

Desde la tribuna de cristal blindada en la Plaza Solh, Aoun denunció la corrupción del actual Ejecutivo, por cuya destitución abogó para dar paso a un nuevo Gobierno de unidad nacional que ayude a salir al país del bloqueo político. El líder cristiano y ex primer ministro subrayó "los errores cometidos" por Siniora, cuyo Gobierno, insistió, "ha hecho de la corrupción un asunto diario".

En este sentido, pidió la dimisión del primer ministro y su equipo ministerial y urgió a los libaneses a "continuar" la sentada "hasta alcanzar sus objetivos".

El objetivo de la manifestación tiene su origen en la lucha por el poder entre los grupos políticos afines a Siria y Hezbolá, milicia protegida por Irán, y el Ejecutivo de Siniora, protegido por su parte por Estados Unidos y Occidente y contrario a seguir las consignas del régimen de Damasco, después de que Hezbolá exigiera sin éxito más poder en el Parlamento hasta alcanzar su poder de veto en la toma de decisiones políticas.

Esta es la segunda manifestación que se desarrolla en menos de una semana, después de que la pasada fuera el turno de las fuerzas políticas antisirias, que congregaron en la Plaza de los Mártires en Beirut a cientos de miles de personas en protesta por el asesinato del ministro de Industria, Pierre Gemayel.

No obstante, la protesta de hoy, sin duda más abarrotada que la anterior, después de tomar los manifestantes no sólo dicha plaza céntrica, sino también calles aledañas y parkings próximos, fue presentada por Hezbolá y sus aliados como una manifestación indefinida de libaneses procedentes de todo el arco político y, en este sentido, los convocantes de la manifestación urgieron a no llevar más que la bandera nacional rojiblanca con el cedro verde en el medio y no izar la tradicional bandera amarilla con el puño y el Kalashnikov de Hezbolá.

En este sentido, muchos de los manifestantes, que llegaron al centro de la capital con tiendas de campaña --algunas de las cuáles se montaron a escasos metros de la oficina del primer ministro en otra calle colindante-- hacían pensar en una larga protesta sin fecha de cierre. El número dos de Hezbolá, el jeque Naim Kassim, subrayó hoy que la manifestación en contra del "tutelaje americano" continuará hasta conseguir la caída del Gobierno.

El líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, que no ha hecho ninguna aparición pública desde la manifestación del pasado septiembre, pasó desapercibido entre una gran multitud de simpatizantes.

Nasralá declaró ayer que el Gobierno de Siniora "ha demostrado su incompetencia y fracaso a la hora de materializar sus compromisos y no ha aportado nada al país", y acusó al primer ministro de presidir un Gobierno antisirio que representa sólo a una porción de la multicultural población libanesa. "Líbano no puede ser administrado por una sola facción entre tan difíciles condiciones internas", declaró.

"Os pido que emprendamos acciones populares para presionar al actual Gobierno y podamos formar otro de unidad nacional", apeló Nasralá, quien pidió que las acciones se lleven a cabo de manera "pacífica y civilizada" e hizo un llamamiento contra cualquier medida impositiva hacia sus adversarios políticos: "No estamos hablando de descartar a nadie", puntualizó.

ADVERTENCIAS DE SINIORA

Mientras, el primer ministro intentó restar importancia a la manifestación permaneciendo en su oficina, imbuido en sus tareas y guardando silencio. Sin embargo, un día antes, en actitud desafiante Siniora juró que su Gobierno y "el sistema democrático no sería derrocado" por la protesta, aunque advirtió de que "la independencia de Líbano está amenazada y su sistema democrático está en peligro".

Siniora, aunque admitió el derecho de manifestación, advirtió a Hezbolá que no permitiría que la manifestación provocara la caída de su Gobierno, tras incidir en que la disolución del Ejecutivo sólo compete al Parlamento.

Fuertemente protegido por agentes de la Policía y del cuerpo militar, Siniora ordenó cerrar todas las calles colindantes a su oficina, desde donde se divisa el groso de la manifestación. En este sentido, alambradas de espino y otras barricadas fueron colocadas en torno al edificio con el objetivo de impedir que las protestas llegarán hasta las puertas de la oficina del primer ministro libanés.

Por su parte, Fuerzas de Seguridad de Hezbolá asimismo formaron dos filas de separación entre los manifestantes y la fuerzas de seguridad oficiales para prevenir cualquier amago de enfrentamiento.

Aquellos libaneses que respaldan al Ejecutivo de Siniora acusan a Siria de estar detrás de la campaña de protesta de Hezbolá en un intento de recuperar su influencia, dinamitada a raíz del asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, cuya muerte el pasado febrero de 2005 precipitó la salida de las tropas sirias después de 38 años en Líbano.

Por su parte, Hezbolá y sus aliados legitiman la manifestación de hoy en el hecho de que el país ha perdido su soberanía al haber caído bajo la influencia directa de Estados Unidos, mientras que ellos han perdido su cuota de poder, tras el abandono del Ejecutivo de los dos únicos ministros de Hezbolá así como los afines al partido chií Amal semanas atrás.

Las tensiones entre unos y otros se profundizaron después de que Hezbolá, tras salir airosa de la guerra que mantuvo durante 345 días el pasado verano contra Israel, buscara aumentar su parcela de poder.