Crónica Portugal.- Sócrates y Cavaco, cooperación en un año de grandes reformas y contestación social

Actualizado: miércoles, 27 diciembre 2006 18:03

LISBOA, 27 Dic. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, Patricia Ferro) -

Hace ahora un año el primer ministro portugués anunciaba a los portugueses en su mensaje de Navidad que venían "tiempos difíciles" y lo cumplió. 2006 fue el año del cambio y de los recortes, pero aunque el Ejecutivo contó con la complicidad del jefe del Estado, eso no evitó una fuerte contestación social, aunque los sondeos indican que siguen contando con el apoyo mayoritario de la población.

Este año en su mensaje de Navidad, José Sócrates aseguró que "paso a paso, la economía se está recuperando y los resultados comienzan a producirse", aunque eso sí "todavía tenemos por delante un largo camino que recorrer" y "no habrá alternativas al trabajo duro", advirtió el jefe del Gobierno, que en los últimos 12 meses se enfrentó a dos huelgas generales de la administración pública y a numerosas manifestaciones de todos los sectores.

Críticas o halagos aparte, lo que es cierto es que Sócrates lidera el Gobierno más reformista desde 1995, fecha en la que el actual presidente de centro-derecha, Aníbal Cavaco Silva, abandonó el cargo de primer ministro tras diez años en el poder, y curiosamente desde que Cavaco asumió la jefatura del Estado, tras ganar en primera vuelta al veterano socialista Mario Soares, se ha convertido en uno de los principales cómplices del jefe del Gobierno para llevar a cabo esas reformas.

Desde los médicos a los funcionarios, pasando por jueces, profesores y profesionales liberales, todos han sentido, directa o indirectamente, las reformas del ejecutivo para modernizar el Estado, reducir el gasto público, terminar con el poder de una serie de lobbys, y todo con el objetivo de volver a "aproximar a Portugal al nivel de vida de los países más desarrollados de Europa", afirmaba el primer ministro.

Prácticamente todas las semanas hay un sector de la sociedad manifestándose o en huelga, incluso los militares, sin olvidar las dos huelgas generales de la administración pública que abarcaron desde los profesores a los jueces pasando por los médicos y enfermeros y funcionarios. Pero a pesar de las protestas masivas los sondeos indican que el Ejecutivo socialista mantendría su mayoría absoluta si se volviesen a celebrar elecciones y el presidente de la República no dudó en elogiar "el espíritu reformista" del Ejecutivo en su última intervención televisiva.

Ese apoyo de Cavaco se debe en parte, a que él mismo sufrió esa contestación social en su época de primer ministro y sabe que es necesario tener a su lado al presidente de la República, y por otro lado, porque cuando asumió la jefatura del Estado, era consciente de la grave crisis en la que estaba inmerso el país y en su toma de posesión afirmó que "quiero ser y seré el Presidente de todos" y que su mandato estaría pautado por "la cooperación estratégica".

Pero a pesar del empeño de Sócrates y del apoyo y la complicidad de Cavaco, ambos son conscientes de que hay estructuras que no se consiguen cambiar ni en una ni en dos legislaturas y que también hay aspectos que no dependen de sus políticas, sino de la sociedad portuguesa y de la propia Europa.

Las reformas que dependen de la actuación legislativa se están concretando: la reducción de la administración pública, equiparando sus derechos con los de la empresa privada; la reestructuración del sistema educativo, con la ampliación de horarios, evaluación de profesores y redistribución de escuelas; la reforma fiscal, con el fin del anonimato de los deudores al fisco y el aumento de impuestos; la revisión del mapa judicial portugués y el recorte de la ferias judiciales; el aumento del subsidio de desempleo; o la reestructuración del sistema de salud, con la redistribución de maternidades y servicios de urgencia.

Sin embargo, hay otros cambios que están en manos de la sociedad, como la formación profesional de cada individuo y la mejora de la producción en las empresas, que en la época de Cavaco fallaron, pero el objetivo de este Gobierno es que no se repita y por eso gran parte de sus actuaciones están centradas en esa cuestión. La primera, inculcar una ola de optimismo en la población, después ser realista y no hacer promesas sobre el advenimiento de tiempos fáciles, y, por último, una apuesta clara en innovación y aumento de productividad.

Pero a estas reformas legislativas y sociales hay que sumarle otros factores como los incendios, que arrasaron en el pasado verano 70.00 hectáreas, o la sequía que abandonó el país gracias al lluviosos otoño. Pero, quizás uno de las situaciones que afectan a la población de forma más directa es el cierre en Portugal de numerosas fábricas.

La situación más grave es el cierre de Opel Azambuja, propiedad de General Motors, que dejó el pasado 21 de diciembre a 1.200 trabajadores sin empleo, y en 2006 hubo en total 2.710 despidos por el cierre de fábricas. Para 2007 ya está anunciado una nueva reducción, con la venta de Air Luxor a Lonstock y el futuro de Jonson Controls tiene los días contados también.

Por eso ante esa situación y siguiendo una línea de realismo y prudencia, José Sócrates no hizo promesas fáciles a los portugueses sobre el próximo año. Mantuvo que la economía, las cuentas públicas y el empleo están mejorando "paso a paso" y pidió la confianza de todos.

"Mejoró la confianza, de consumidores y empresarios. Mejoró la economía, con previsiones de crecimiento económico por encima de las expectativas. Mejoraron nuestras exportaciones, las empresas están vendiendo más y mejor en el mercado global, y se crearon 57.000 nuevos empleos en un año", afirmó Sócrates.

Todavía en ese marco de optimismo, el primer ministro, recordó a los portugueses que "el trabajo será duro" y que todavía queda un largo camino por delante", pero que, este año, Portugal va a cumplir el objetivo central de reducir el déficit hasta el 4,6%, lo que en su perspectiva, demuestra que el país está consiguiendo "poner las cuentas públicas en orden y recuperar la credibilidad en los mercados internacionales, así como la confianza de los portugueses en el Estado".

Pero el Ejecutivo es consciente de que aunque están superando la crisis, la situación todavía no está afianzada y aún podría entrar en el camino del retroceso y convertirse en una de las regiones pobres de la Unión Europea. Por ello, para 2007 seguirán las reformas y la apuesta por la innovación y la productividad, siempre con la vista puesta en la presidencia del Consejo europeo que Portugal ejercerá en el segundo trimestre de 2007.