Crónica Zimbabue.- Mugabe y Tsvangirai acuerdan el final de la crisis política con un reparto de poder poco definido

Actualizado: viernes, 12 septiembre 2008 20:41

Se desconoce todavía quién asumirá la competencia a la hora de dirigir el país, arrasado por la crisis económica y por el conflicto postelectoral

MADRID, 12 Sep. (EUROPA PRESS) -

El largamente anticipado acuerdo entre el presidente del Gobierno de Zimbabue, Robert Mugabe, y el líder de la oposición, Morgan Tsvangirai pone, teóricamente, punto y final a tres meses de conflicto político en uno de los países más asolados por la crisis económica en la que se encuentra sumido el continente africano, que estalló el pasado mes de junio cuando Mugabe se autoproclamó vencedor sin oposición de unas fraudulentas elecciones presidenciales condenadas de forma prácticamente unánime por la comunidad internacional.

El presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, ha jugado un papel fundamental como mediador en las negociaciones, que se han desarrollado entre Harare y Johannesburgo, y en las que se ha incluido de forma marginal a facciones escindidas del grupo político de Tsganvirai, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC). Con este nuevo acuerdo, Mugabe conserva su cargo como presidente del país, mientras que su rival político se convierte tanto en primer ministro como en máximo responsable del Gabinete ejecutivo del país, donde el MCD contará con mayoría de carteras, pero las competencias concretas todavía no han sido delimitadas.

Así, y a la espera de conocer más detalles del acuerdo, los primeros análisis comienzan a mostrar ciertas señales de descontento sobre un confuso reparto de poder que no garantiza ni a Mugabe ni a Tsvangirai el control completo sobre sus respectivos ámbitos de actuación, lo que podría reducir las oportunidades para la estabilidad política del país y para atraer la inversión extranjera necesaria para reconstruir la arruinada economía del país.

De momento, el portavoz del MDC, Nelson Chamisa, no ha atinado a determinar quién de los dos hombres se encargaría de dirigir el Gobierno, y simplemente se ha limitado a definir el Ejecutivo como "un Gobierno inclusivo" marcado por un reparto de poder entre el presidente, el primer ministro y el Gabinete.

CRISIS

La crisis política en Zimbabue tiene su origen tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el 29 de marzo y en la que ambos partidos se autoproclamaron triunfadores por mayoría. Más de un mes después de los comicios, los resultados oficiales verificados por la Comisión Electoral de Zimbabue concedieron al MDC una ajustada victoria con el 47,9 por ciento de los votos y que haría necesaria una segunda vuelta.

A partir de ese momento y según la oposición, el grupo político de Mugabe, el ZANU-PF, inició una violenta campaña de represión contra los partidarios de Tsvangirai, que abandonó el país y declaró su retirada de la carrera presidencial. Mugabe, de 84 años de edad, revalidó el 29 de junio su cargo como presidente del país y uno de los dirigentes más longevos del continente --lleva en el poder desde 1980, tras la independencia respecto de Reino Unido--, y pese a la condena de la comunidad internacional, observadores y ONG.

Si este acuerdo produce realmente un Gobierno funcional de coalición, la firma supondrá "un momento de cambio significativo para Zimbabue, un país cada vez más pobre y aislado bajo el régimen autoritario de Mugabe", según el diario estadounidense 'The New York Times'. Pero queda por determinar el papel que jugará el tercero en discordia y líder de una facción escindida del MDC, Arthur Mutambara, mientras queda por discutir la composición final del Gabinete de ministros.

DUELO DE VOLUNTADES

El firmado hoy ha sido un acuerdo largo y complicado, en el que Mugabe y Tsvangirai han competido duramente por la formación de un Gabinete cuyos miembros pudieran ser elegidos exclusivamente por los dos rivales.

El presidente Mbeki se ha pasado los últimos cuatro días recortando los últimos flecos del acuerdo en un hotel de la capital zimbabuense, Harare. Tras abandonar las instalaciones ayer por la noche, fue Tsvangirai el que se dirigió a los periodistas de forma escueta. "Tenemos acuerdo", declaró el nuevo primer ministro zimbabuense minutos antes de la comparecencia de Mbeki, quien solicitó en su primera intervención tras la firma que "el resto del mundo respete" la decisión adoptada "por el liderazgo de Zimbabue".

Por toda respuesta, EEUU y el resto de la comunidad internacional aceptan en principio la solución aportada por el país africano, pero se mantienen a la espera de conocer más detalles de un acuerdo del que ni Estados Unidos ni Naciones Unidas han sido informados. Se trata de una situación casi sin precedentes en la historia reciente de África, según la subsecretaria de Estado norteamericana para África, Jendayi Frazer.

"No sabemos lo que está sobre la mesa, y es difícil tomar partido por un acuerdo cuando nadie conoce ni siquiera sus líneas generales", declaró antes de reiterar la posición estadounidense a favor del cambio de Gobierno en Zimbabue registrado las pasadas elecciones de marzo.

Por su parte, el Alto Representante de la UE para la Política Exterior y Seguridad Común, Javier Solana, "celebró" hoy el anuncio hecho por el presidente Mbeki, sobre la conclusión de un acuerdo político entre los principales partidos de Zimbabue y lo que calificó de "oportunidad" para que Zimbabue "salga de su profunda crisis", lo que no solo beneficiará a la población zimbabuense, sino también "al conjunto del sur de África".

De un modo similar se pronunció la Comisión Europea, que contempló el acuerdo con "prudente optimismo", en palabras del portavoz comunitario de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, John Clancy, que indicó que el Ejecutivo comunitario "siempre ha estado a favor de una solución inclusiva" para la crisis política en el país africano. Clancy prefirió no hacer una valoración más detallada sobre la cuestión ni sobre la posible ampliación de sanciones, a la espera del próximo Consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la UE que tendrá lugar la próxima semana en Bruselas.

"De momento, digamos que somos prudentemente optimistas", continuó el portavoz comunitario. Clancy señaló que los términos del acuerdo entre Gobierno y oposición son "negociaciones que solo conciernen a Zimbabue" y que por tanto "no corresponde" a Bruselas hablar sobre los elementos que debería incluir.

HIPERINFLACIÓN

Con una inflación actual del 11,2 millones por ciento --según datos de agosto de 2008-- el acuerdo político podría influir positivamente en la economía de un país en el que ni siquiera se usan ya monedas. Billetes y cupones son el cambio empleado para las transacciones económicas en el país africano, donde la tasa de desempleo llega al 85 por ciento.

Los salarios que se pagan a profesores, médicos y funcionarios prácticamente son despreciables en lo que a cantidad se refiere, y la escasez de bienes de primera necesidad incrementa la dureza de las condiciones de vida en Zimbabue. La credibilidad del país depende de este acuerdo y todo el mundo permanece a la espera de que la comunidad internacional descongele las sanciones impuestas contra el país tras las elecciones presidenciales del pasado verano.

En este sentido, las fuentes cercanas a Tsvangirai insisten en que la clave del acuerdo es la clara definición de las competencias de cada uno de los rivales políticos. El acuerdo "ha sido farragoso", según indicó uno de los aliados del líder opositor, bajo el anonimato. "Me preocupa que haya trabas, pero Morgan ha insistido en que tenemos el poder para poner en práctica medidas que atiendan a los problemas que atraviesa Zimbabue porque sin ellas, el nombramiento está muerto", declaró al diario estadounidense 'The New York Times'. "Tengo confianza en que si (Tsvangirai) ha firmado, podrá cumplir en lo que se refiere al ámbito de los cuidados médicos, asistencia sanitaria y empleo", añadió.