Día de África: Los jóvenes y el futuro del continente

Jóvenes del programa de capacitación de World Vision
WORLD VISION
 World Vision ofrece cursos de capacitación profesional para jóvenes refugiados en Uganda
Actualizado: viernes, 25 mayo 2018 11:50

MADRID, 25 May. (Por Eloisa Molina, coordinadora de comunicación de World Vision) -

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Hoy es el Día de África, el día de un continente grande en extensión y grande en población. Concretamente estamos hablando de 1.216 millones y no, no todos estos habitantes sufren pobreza y desnutrición. Es cierto, que es un continente especialmente castigado por la sequía, la falta de oportunidades y los conflictos. Pero tal vez sea esto mismo lo que ha empoderado a miles de jóvenes, niños, hombres y mujeres a luchar por salir adelante.

Richard Idro, tiene 21 años y muestra orgulloso uno de sus productos de madera terminados. Ahora mismo él está gestionando su propio taller de carpintería en el asentamiento de refugiados de Ayillo, en Uganda. Richard se encuentra entre los 90 jóvenes que se beneficiaron del programa de capacitación profesional de World Vision en el distrito de Adjumani.

¿Qué sucede cuando a los jóvenes refugiados se les otorgan habilidades profesionales y se les brindan herramientas para comenzar sus propios negocios? Se vuelven productivos, autosuficientes y están en una mejor posición de apoyar a sus familias.

Hoy, la mayoría de los jóvenes que asisten a las capacitaciones profesionales de World Vision son líderes y modelos de éxito entre las comunidades de refugiados en el distrito de Adjumani. Un ejemplo y una muestra de esperanza tras completar la formación de seis meses en diciembre de 2017 y celebrar una graduación por todo lo alto. Porque los refugiados también tiene derecho a soñar alto y no solamente pensar en sobrevivir.

Noventa jóvenes de las comunidades de refugiados en el distrito de Adjumani, 60 refugiados y 30 miembros de la comunidad de acogida, recibieron el apoyo de World Vision durante seis meses para emprender una formación profesional en las disciplinas que ellos mismos eligieron.

Además de esa formación los jóvenes reciben herramientas y apoyo económico para comenzar sus propios negocios. Solo se trata de eso, un pequeño empujón para que arranquen con profesiones necesarias en estas comunidades y por tanto con altas probabilidades de éxito. Solo se trata de dar alas a estos jóvenes, que como cualquiera de sus coetáneos lo único que quieren es comerse el mundo.

James tiene su propia barbería, Mary Andrua tiene su propia peluquería mientras Richard Idro tiene su propia carpintería en Adjumani.

RICHARD IDRO, 21 AÑOS, CARPINTERO

Richard gestiona su propio taller de carpintería. World Vision le proporcionó las herramientas y habilidades necesarias para arrancar su propio taller. Sus clientes principalmente hacen pedidos de camas, mesas y taburetes de madera. Desde que se graduó, Richard ha fabricado y vendido más de 17 camas, siete juegos de mesas de café y más de 50 taburetes de madera. Sí, los tienen contados y difícilmente se le olvidarán sus primeros año como empresario.

El joven de 21 años ahora está pagando las tasas del colegio para sus dos hermanos que asisten a la escuela primaria en la ciudad de Adjumani: "Mi padre murió cuando yo aún era muy pequeño, y me dejó con mi madre y dos hermanos. Gracias a esta oportunidad puedo cuidar a mis hermanos y comprarles libros, zapatos, material escolar y ropa", explica Richard.

BALELE JAMES, 18 AÑOS, PELUQUERO

"Huí de Sudán del Sur en 2015 con mi madre y mi hermana menor. Mi padre falleció, dejándome la responsabilidad de cuidar del hogar, ya que mi madre no puede trabajar", cuenta Balele.

"Al llegar aquí me uní a la escuela, pero se volvió tan difícil para mí que tuve que dejarlo porque necesitaba defender los intereses de mi familia. Cuando llegó la oportunidad de una beca de formación, mi madre me animó a presentarme", explica.

Después de realizar un curso de peluquería, consiguió que World Vision le apoyase, facilitándole una maquinilla de afeitar, un panel solar, y otros elementos de peluquería. Actualmente dirige su propio salón en el asentamiento de Nyumanzi, ganando un promedio de 7 dólares diarios, lo que le permite pagar la educación de su hermana.

MARY ANDRUA, 28 AÑOS, ESTILISTA

"Regresé con mi hija de cuatro años y cuatro hermanos menores. Yo soy el que cuida a la familia porque no sabemos dónde está nuestro padre ", cuenta Mary.

Mary eligió ir a un curso de peinado. Y al igual que el resto, eso se completó con herramientas y el equipo necesario para arrancar su propio negocio. Hoy es una de las estilistas más famosas en el asentamiento de refugiados de Ayillo.

"Algunos de mis clientes vienen aquí mientras otros me llaman para ir a sus casas. Puedo obtener ocho clientes a la semana y cada uno me paga un promedio de 6 dólares. Las rastas son el peinado más caro que hago", agrega una Mary orgullosa.

Mary y los otros jóvenes son un testimonio vivo de que la formación y las oportunidades laborales pueden transformar las vidas de los jóvenes en contextos frágiles.