Un equipo de fútbol brinda una oportunidad a migrantes y mujeres en el norte de Níger

Un jugador del Nassara AC sonríe mientras ata las botas de su compañero
MONICA CHIRIAC/IOM
Actualizado: sábado, 30 junio 2018 11:54

MADRID, 30 Jun. (EUROPA PRESS) -

El Nassara AC surgió en 2008 como un equipo de fútbol más, en un país, Níger, donde el deporte también es capaz de despertar pasiones. Su propietario, Bachirou Amma, dedicaba por aquel entonces parte de sus esfuerzos al tráfico de migrantes, pero una ley aprobada en 2015 le llevó a dejar el 'negocio' y a centrarse en la que siempre ha sido su principal afición, ofreciendo ayuda a quienes buscan a tientas un futuro mejor.

Actualmente, el equipo cuenta con seis migrantes en sus filas, la mayoría de ellos reclutados por traficantes en activo o ya retirados que recorren los guetos de la ciudad de Agadez. Otras veces son los propios interesados quienes se ponen en contacto con el Nassara AC, que juega actualmente en la segunda división nigerina sin tampoco demasiadas aspiraciones.

Bachirou les ofrece vivienda, servicios e incluso un sueldo, al tiempo que les alerta de los riesgos de la migración irregular y les ofrece alternativas. También les deriva a uno de los seis centros de tránsito que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tiene en el país africano, financiados básicamente con fondos de la UE y países europeos y en los que han recalado más de 8.000 personas solo este año.

El año pasado, 17 de los 18 migrantes que jugaron para el Nassara AC decidieron regresar a sus lugares de origen en lugar de proseguir su viaje hacia Argelia, Libia o incluso más allá. La OIM estima que 88 personas han perdido la vida este año en el África Subsahariana cuando huían de la pobreza y la persecución, mientras que la cifra de víctimas mortales en el Mediterráneo ronda ya el millar.

El Nassara AC tiene también otra peculiaridad: cuenta con el único equipo de mujeres de Agadez. En él juega Zeinab, que a sus 16 años ha reconvertido lo que antes era una afición de recreo en una posible forma de vida, hasta el punto de que fue elegida para ir a un campamento de fútbol en Estados Unidos el año pasado.

Apodada en honor de su ídolo, 'Messi', cuenta con el apoyo de su familia y sueña con convertirse en médico algún día. Tampoco cree que sea la mejor, a pesar de que quienes la han visto jugar hablan maravillas de sus habilidades deportivas, según un relato publicado recientemente por la OIM en su página web.

"ALGO PEOR"

El 13 de mayo, con motivo del Día de la Mujer en Níger, un grupo de mujeres se reunió solo para jugar y para olvidar en el campo la experiencia común que todas compartían: haber pasado por el calvario de la migración irregular.

"Cuando me fui de Camerún, me dije que podría estar mejor en otro país", dice Claire, que ahora reconoce que encontró "algo peor" a lo que tenía en su país. Vivió durante un año en Argelia y, cuando intentó volver a Camerún, fue abandonada junto a su grupo en mitad de la nada, cerca de la frontera con Níger, y se vio obligada a caminar 18 kilómetros por el desierto.

Claire, de 30 años, planea quedarse en Níger hasta que estén listos todos los documentos para poder volver de forma segura a Camerún, pero mientras tanto ha encontrado en el Nassara AC la misma vía de escape que otros hombres y mujeres que permanecen en el centro de tránsito de Agadez.

EL FÚTBOL COMO EXCUSA

En Níger, el segundo país más pobre del mundo, el fútbol no suele figurar entre las "prioridades" de la población, pero para muchos se ha convertido en algo más. "La mayoría de las veces ni siquiera importa el equipo que juega, es solo por reunirse", explica a Europa Press una portavoz de la OIM para Níger, Monica Chiriac.

El Nassara AC sirve, además, como herramienta para combatir la desigualdad de género, en la medida en que los jugadores de ambos sexos "entrenan juntos a veces y los hombres respetan a las mujeres como iguales", al menos cuando se trata del terreno de juego.

Chiriac subraya que "las mujeres aprenden a menudo que no pueden ser tan buenas como los hombres en el deporte", en un país que "puede ser algo conservador a veces". Zeinab, por ejemplo, juega con el pañuelo islámico, pero "no tiene problemas para cambiarse de ropa en el campo", aunque siempre "con cuidado", apostilla la portavoz.

El juego termina convirtiéndose por tanto en una herramienta para combatir la discriminación sexista. "Quizás tiene que ver con el hecho de que las actividades más centradas en temas de género necesitas recursos, mientras que para el fútbol solo necesitas una pelota", señala Chiriac.

EMIGRAN PESE A LOS RIESGOS

Para las mujeres, migrar conlleva aún más riesgo si cabe que para los hombres, en la medida en que a los riesgos propios de sumarse a una de estas rutas se añaden a desafíos como la posibilidad de ser torturadas o violadas. Las migrantes que se alistan en el equipo proceden de países como Camerún, Nigeria o Costa de Marfil, entre otros, y su edad oscila entre los 15 y los 40 años.

Desde la OIM destacan que el fútbol es para los migrantes, hombres y mujeres, "una pausa en sus vidas" durante la cual poder hacer balance de lo vivido y reorganizar su mente para la vuelta al país. Conocer a otras personas con historias similares les permite asumir que su calvario no es único y, gracias a este tipo de proyectos, ven "la otra cara" de Níger.

"A pesar de las tragedias por las que han pasado todos ellos, son individuos únicos, con esperanzas y proyectos. En el centro (de tránsito) bromean, hacen amigos, muchos de ellos tienen estudios, pasiones, tienen más cosas en común que una historia de migración", destaca Chiriac.

La OIM es consciente de que queda mucho trabajo por hacer a nivel de atención y de sensibilización sobre el tema. En este sentido, y pese a que "las cosas han mejorado mucho en términos de concienciación durante los últimos años", Chiriac asume que "esto no quiere decir que la migración haya terminado o que vaya a terminar".

Por ello, ve "vital" mantener las tareas de información, en la medida en que quienes llegan a Níger como "país de tránsito" puede lanzarse a cruzar la frontera libia sin ser conscientes de lo que les espera al otro lado. Naciones Unidas ha denunciado torturas, detenciones arbitrarias y abusos en Libia, donde incluso se han detectado situaciones de venta de esclavos.

La OIM ha brindado asistencia este año a más de 8.000 personas, entre ellas 22 identificadas como víctimas de las mafias y 600 niños --de los cuales 150 eran menores no acompañados--. Además, su programa de retorno voluntario ha permitido que más de 5.000 migrantes hayan vuelto a sus países de origen, según las estadísticas.

Sin embargo, las organizaciones internacionales se reconocen incapaces de dibujar una imagen clara sobre lo que puede estar pasando en el desierto del Sáhara, de donde surgen periódicamente historias de tragedia narradas por los propios supervivientes. Así, los 700.000 kilómetros cuadrados de desierto y la multitud de carreteras que cruzan la zona hacen de la región de Agadez algo inabarcable pese a que la vigilancia se ha reforzado desde 2016.

El Nassara AC se ha convertido para parte de estos supervivientes en un salvavidas con el que establecer un punto de inflexión en sus vidas e incluso iniciar un futuro mejor. Zeinab resume de forma tajante el porqué del éxito de este tipo de iniciativas: "El fútbol es fútbol, en cualquier parte del mundo".