Estados Unidos da marcha atrás in extremis y permite un acuerdo de mínimos en Bali

Actualizado: sábado, 15 diciembre 2007 19:30


BALI (INDONESIA), 15 Dic. (EP/AP) -

Finalmente, Estados Unidos aceptó la propuesta de mínimos presentada por los países en vías de desarrollo dando marcha atrás a su oposición inicial a este documento, por lo que finalmente la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático que se clausuró hoy en la isla indonesia de Bali concluye con lo que se conoce como la Hoja de Ruta de Bali, un calendario y un marco para la negociación de un acuerdo de lucha contra el calentamiento global que sustituya al Protocolo de Kioto, que expira en 2012.

La postura de Estados Unidos provocó un importante malestar entre las demás delegaciones ante su reticencia a establecer objetivos concretos de reducción de las emisiones de los gases que producen el efecto invernadero, una posición que finalmente Washington ha conseguido imponer, al menos en parte, en la cumbre.

El documento final de la Hoja de Ruta de Bali supone un acuerdo de unos 190 países al amparo de la ONU. "Es un auténtico hito, una oportunidad real de que la comunidad internacional luche contra el cambio climática", declaró el secretario ejecutivo de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático, Yvo de Boer. "Las partes han reconocido la urgencia de la acción sobre el cambio climático", añadió.

Sin embargo, el secretario general de la ONU recordó que sólo se ha logrado acordar una "hoja de ruta" para la negociación y que aún queda lo más difícil. "Esto es el principio, no el final", indicó Ban en una entrevista concedida a AP minutos después de la consecución del acuerdo de Bali. "Deberemos afrontar negociaciones más complejas, largas y difíciles", dijo.

El documento, acordado tras horas de intensas negociaciones de día y noche, no incluye ningún compromiso concreto de recortes de las emisiones de los gases de efecto invernadero, sino que se limita a establecer una agenda y un calendario para que los negociadores busquen vías para la reducción de la contaminación y sobre cómo ayudar a los países pobres a adaptarse a los cambios medioambientales mediante ayuda económica y una aceleración de la transferencia de tecnología.

El acuerdo, sin embargo, contiene avances específicamente concebidos para las economías en desarrollo, en particular para países emergentes como China e India. El texto ha recibido también el beneplácito de Estados Unidos, la principal nación industrial que rechazó los acuerdos de Kioto, una incorporación de última hora tras maratonianas negociaciones que estuvieron, en varias ocasiones, al borde del colapso.

Negociadores europeos y estadounidenses se enfrentaron duramente en las últimas horas de la conferencia para que se aceptara la propuesta de la UE, que llama a un drástico descenso de las emisiones de gases tóxicos por parte de los países industrializados: de un 25 a un 40 por ciento por debajo de la media de 1990. Todo ello para 2020.

La Unión Europea subrayó la necesidad de alcanzar los objetivos mencionados, estableciendo las bases para futuras negociaciones. Pero estos principios comenzaron a correr peligro en el momento en el que Estados Unidos y Japón defendieron la posibilidad de establecer los puntos a seguir al final de las negociaciones, dentro de dos años, en lugar de al principio de las mismas.

EN LA CUERDA FLOJA

Este fin de semana ha sido testigo de una carrera contrarreloj desde el sábado por la mañana. En ese momento, todo parecía a punto para un acuerdo, las economías emergentes insistieron en su necesidad de recibir ayuda tecnológica por parte de las naciones más ricas, y adquirir así mayor reconocimiento. Esta repentina iniciativa motivó la intervención del secretario general, Ban Ki Moon, que instó a las partes en conflicto a superar sus diferencias.

Una resolución posterior se encontró con la negativa de India, que comenzó a incluir pequeñas enmiendas en el texto, como la necesidad de supervisar la transferencia de las ayudas mencionadas anteriormente para asegurarse de que los países ricos proporcionaban la tecnología necesaria.

En ese momento los ánimos comenzaron a caldearse: en el momento en el que EEUU comenzó a quejarse de la inclusión del último punto y sus delegados insinuaron la posibilidad de aplazar un texto final a la espera de nuevas negociaciones, los presentes comenzaron a abuchear a la representación norteamericana. "¡Si no vais a liderar, quitaos de enmedio!", gritó uno de los delegados. La presión surtió efecto, y la concesión final de la subsecretaria de Estado norteamericana, Paula Dobrianski, levantó los aplausos de la sala, la primera vez que se dio esta circunstancia en toda la conferencia.

Posteriormente, Dobrianski declaró a los periodistas que las repetidas peticiones de los representantes lograron convencer a los estadounidenses de que el resto de los países estaban "comprometidos a actuar, por lo que era importante dar un paso delante".

Pero en un momento dado, China saltó a la palestra acusando a Naciones Unidas de presionar a los asistentes para firmar cualquier tipo de acuerdo, todo ello mientras se sucedían múltiples negociaciones privadas en los aledaños de la reunión, lo que provocó que un de Boer absolutamente roto de cansancio y frustración abandonara la sala entre lágrimas.

Finalmente, Estados Unidos aceptó la propuesta final de Bali, fortaleciendo el proceso de cara a nuevas reuniones. "Creo que hemos recorrido un largo camino hasta aquí, y Estados Unidos está muy comprometido con este esfuerzo y solamente queremos asegurar que realmente todos actuamos juntos", comentó. Finalmente, afirmó: "Iremos adelante y nos sumaremos al consenso".

CONSENSO

El texto ha convencido a los ecologistas, aunque algunos se han quejado por la falta de precisión en el acuerdo a la hora de definir los recortes de gases invernadero para los países industrializados; y no incluye un compromiso fiable por parte de los estados más ricos para proveer a las naciones menos desarrolladas con tecnología medioambiental.

"Un mecanismo ambicioso y adecuadamente financiado para evitar la deforestación permitirá a los países con bosques tropicales desarrollar sus economías sin destruir los bosques, y así hacer una contribución significativa a mitigar el cambio climático" afirmó hoy Rodney Taylor, director del Programa global de Bosques de WWF/Adena.

Para los países más desarrollados, el documento final insta a sus delegados a considerar incentivos y otros medios para animar a las naciones pobres a que recorten, voluntariamente, sus emisiones.

La Hoja de Ruta está específicamente destinada a ser un sucesor más efectivo del Protocolo de Kioto, rechazado por el principal productor de gases invernadero, Estados Unidos.