Reuters
Actualizado: viernes, 10 abril 2009 13:44


L'AQUILA (ITALIA), 10 Abr. (EUROPA PRESS/Gloria Moreno) -

Cerca de 8.000 personas asistieron a los Funerales de Estado que se celebraron esta mañana en la plaza de la Escuela de Suboficiales de la Guardia de Finanzas de L'Aquila y donde recibieron las exequias 205 de las 289 víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia el pasado lunes.

Una larga hilera de coches hacía cola a primera hora de esta mañana para acceder al edificio de la Guardia de Finanzas habilitado para la ocasión y que en los últimos días alojó el tanatorio provisional al que iban llegando los féretros a medida que los servicios de rescate sacaban nuevos cadáveres de debajo de los escombros.

El ambiente dentro de la plaza donde se celebraron los funerales era silencioso y de sumo respeto por las víctimas y sus familiares, los cuales, entre llantos y lamentos, pudieron despedirse tanto antes como después de la ceremonia.

"¿Por qué, por qué volviste a entrar?", gritaba la madre de uno de los fallecidos, un joven veinteañero que en un primer momento logró salir, pero decidió volver a entrar para rescatar a su novia, que había quedado atrapada bajo los escombros. Al final, murieron los dos. "Se querían casar, iban a casarse", siguió lamentando la mujer, entre lágrimas.

Otro de los familiares de las víctimas, Francesco Iannini, de 73 años, perdió a su nuera. Como muchos otros ciudadanos, en el momento del seísmo Iannini estaba durmiendo, en la cuarta planta de uno de los edificios de la calle Francia, en L'Aquila.

"Me quedé inmóvil, en la cama. Tenía mucho miedo y esperé, esperé hasta que me convencieron de que era mejor salir de allí", relató el hombre, que permaneció en el edificio hasta la mañana siguiente. Luego, cuando bajó, pudo comprobar la suerte que había tenido, pues algunos de los pisos inferiores dentro de su mismo edificio se habían desplomado casi por completo.

Los 205 ataúdes se hallaban en el centro de la plaza, justo delante del altar desde el que el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, presidió la ceremonia. Todos los féretros tenían encima una gran corona de flores. Entre ellos conmovían especialmente los de los niños, que eran más pequeños, de color blanco y en algunos casos habían sido colocados encima del ataúd donde reposan sus padres.

ESPECIAL BENDICIÓN APOSTÓLICA DEL PAPA

Al inicio de la ceremonia, el Papa Benedicto XVI impartió su especial bendición apostólica sobre las víctimas y sus familiares a través de un mensaje que fue leído por su secretario particular, monseñor Georg Gänswein. "Me siento personalmente presente en medio de vosotros", afirmó el Papa, que pidió a Dios que "seque las lágrimas y cure las heridas" que ha causado este "terrible terremoto".

Durante la homilía, Bertone aseguró que "el Papa no ha dejado nunca de rezar, desde el primer momento". "Nos inclinamos ante el enigma indescifrable de la muerte, que no obstante, es también una ocasión preciosa para entender cuál es el verdadero sentido de la vida", señaló el cardenal, que ha sido enviado especialmente por el Pontífice para manifestar su apoyo espiritual a las familias de las víctimas.

MENSAJE DE IMÁN

En el terremoto también murieron al menos seis personas de religión musulmana, pertenecientes a las comunidades de inmigrantes que pueblan la región del Abruzzo. Por esta razón, al final de la ceremonia, el imán Bashan Mohamed pronunció un breve discurso, en el que todos, cristianos y musulmanes, "nos estrechamos en un único abrazo" unidos "como ciudadanos".

Muchos de los damnificados que han tenido que ser evacuados y se han refugiado en los campamentos provisionales organizados por la Protección Civil italiana estuvieron presentes en el Funeral. Tal es el caso de Mariano Orba, originario de Paganica, uno de los pueblecitos cercano a L'Aquila que ha quedado más devastado.

Mariano ha encontrado cobijo en una de las tiendas que las autoridades han levantado en la zona afectada y en la que están viviendo doce personas, dos de ellas bebés. "Afortunadamente, no hemos perdido a nadie", relata con la mirada perdida y el cuerpo encogido. Su casa es una de las pocas que se ha mantenido en pie, aunque las paredes presentan grandes grietas. Además "me he quedado sin trabajo", explica, sin saber qué responder cuando se le pregunta sobre el futuro.

De Onna, que es otra de las localidades más afectadas, con 39 de sus aproximadamente 250 habitantes muertos, llegaron cuatro autocares con familiares y amigos de las víctimas.

Italia entera vivió un Viernes Santo de luto, en que las banderas de todo el país ondearon a media hasta. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, el primer ministro, Silvio Berlusconi, y numerosas autoridades civiles, militares y diplomáticas también estuvieron presentes en el funeral para decir su último adiós a las víctimas y manifestar su apoyo a las familias y damnificados.