Una red de matronas se extiende por las áreas rurales de Afganistán

Una matrona en Afganistán
Una matrona en Afganistán - WORLD VISION - Archivo
Actualizado: sábado, 31 agosto 2019 9:38

MADRID, 31 Ago. (Por Blanca Ariño, Comunicación World Vision) -

A primera vista, se parece a cualquier clase de medicina ordinaria: una sala llena de mujeres, todas con uniformes azules, bolígrafos y libretas en la mano, mientras escuchan a su maestra. Pero una vez que las 37 mujeres hayan completado sus estudios, la mayoría se irá a casa para convertirse en la primera matrona de su aldea.

En el Instituto de Ciencias de la Salud de Herat, la ONG World Vision capacita a mujeres para ser matronas. Es el programa de salud más grande de la ciudad donde, desde 2004, más de 300 parteras han sido formadas.

Herat es una provincia en el oeste de Afganistán que tiene una población de aproximadamente dos millones de personas, y aunque la mayoría de la población se concentra en la capital, la provincia se extiende por amplias zonas rurales. Cuando los partos se vuelven complicados, estar a horas de distancia caminando del hospital más cercano puede ser muy peligroso, incluso mortal.

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El programa de formación, que matricula a mujeres de entre 18 y 35 años, funciona bajo la condición de que las jóvenes regresen a sus pueblos y aldeas una vez que hayan finalizado sus estudios, con el objetivo de ayudar a expandir la red de matronas en la provincias rurales afganas y reducir así la mortalidad maternoinfantil.

Después de la graduación, reciben el instrumental necesario y se les paga un salario de hasta un año. "Inicialmente es World Vision quien paga el salario, pero estamos trabajando para que sea el Gobierno quien se haga cargo", explica Soraya Faiz, maestra de la clase y una de las primeras graduadas del programa.

Soraya, después de terminar sus estudios hace 13 años, trabajó como partera durante cuatro años en diversas clínicas antes de asumir el papel de docente en el programa de World Vision.

LAS PRIMERAS MATRONAS DE SU PUEBLOS

Atefeh Jeboria, de 17 años, es una de las estudiantes del programa. Originaria de un pueblo a unos 30 kilómetros de Herat, dice que ha visto morir a demasiadas madres y bebés en los últimos años. "No tenemos clínica y muchas veces, cuando hay complicaciones, es demasiado tarde para ir a la ciudad", explica la joven. "Comencé a pensar en ser matrona cuando vi a mis familiares morir en el parto. Sabía que esas muertes se podían evitar", añade.

La aldea de Atefeh es una comunidad rural con caminos sin pavimentar, casas de barro, dos escuelas, una para niños y otra para niñas, pero no hay ni rastro de instalaciones médicas ni farmacias.

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"Cuando un anciano del pueblo se me acercó para preguntarme si estaba interesada en ser partera, vi una gran oportunidad para ayudar a mi comunidad", comenta Atefeh, sentada en una silla, fuera de su clase. Desde que se comprometió hace dos años con el proyecto financiado por World Vision, ha viajado diariamente a Herat para asistir a las clases.

"Nuestro tiempo de estudio está muy planificado. Primero nos enseñan teoría y seguidamente hacemos prácticas en el laboratorio. Después, para terminar nuestra formación, vamos al hospital donde observamos a las matronas y trabajamos directamente con madres y bebés", cuenta orgullosa Atefeh.

Razia Yusefi, de 19 años, se unió al programa desde la localidad natal de Armalergh, una comunidad agrícola a casi tres horas en coche de Herat. Vive en una residencia femenina de estudiantes, a las afueras de la ciudad, lo que le permite tener mucho tiempo para estudiar: "Si viviera en mi casa, estaría haciendo tareas domésticas, pero aquí solo puedo concentrarme en mi formación", explica.

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Razia dice que fue su padre, un mulá religioso, quien la empujó a estudiar mucho y finalmente le permitió mudarse a Herat para continuar sus estudios. "Pienso en mi pueblo a menudo y sé que actualmente todavía no tenemos matrona", dice. "Vine a Herat con otra chica de mi pueblo y nuestra comunidad estaba emocionada por enviarnos lejos para ser parteras", asegura Razia.

"Circular por Armalergh es peligroso", dice la joven, "no hay carreteras de verdad y si tienes coche, conducir es muy peligroso". "Por eso, muchas mujeres no buscan atención médica cuando se ponen de parto. Creo que la situación va a cambiar cuando regresemos a nuestra aldea e inauguremos la clínica para atender los partos", confía. "Y esto mismo es lo que van a hacer todas nuestras compañeras de clase en sus pueblos y aldeas", añade.

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