ROMA, 6 Abr. (EP/AP) -
El Papa Benedicto XVI describió la procesión de Via Crucis como "un viaje hacia el dolor, la soledad y la crueldad" momentos antes de iniciar la ceremonia tradicional del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, tras portar a sus hombros una cruz en símbolo de los últimos momentos de Jesús de Nazaret desde el Huerto de los Olivos hasta su crucifixión en el monte del Gólgota, al ritmo de un pasaje que recordaba especialmente el sufrimiento de las madres y mujeres de todo el mundo.
"Sin embargo, también será un camino cimentado en la fe, la esperanza y el amor, porque la tumba es la última parada del camino, que no permanecerá cerrada eternamente", afirmó el Papa.
Según el pontífice, en el Via Crucis "no solo vemos el sufrimiento de Cristo, sino el sufrimiento del mundo", antes de rezar para que "Dios nos ayuda a ver con el corazón".
Durante los primeros instantes de la conmemoración, una meditación comparó el sentido del abandono experimentado por Cristo en sus últimas horas con la que se experimenta hoy en día por "aquellos que se encuentran solos en una habitación, olvidados por todos porque son ancianos, enfermos, extranjeros o desarraigados".
Con el trasfondo de las mujeres que contemplaron a Jesús morir en la cruz, el pasaje recordó el sufrimiento experimentado, especialmente, "por las madres judías y palestinas" y por todas "aquellas mujeres que sufren vergonzosas prácticas tribales".
