Tregua.- Gil-Robles dice que debe garantizarse a las víctimas que "su testimonio y su sufrimiento no se olvidarán"

Actualizado: miércoles, 29 marzo 2006 21:29

Deja su puesto en el Consejo de Europa denunciando falta de fondos para su oficina y que el compromiso con los DDHH "flaquea"

MADRID, 29 Mar. (EUROPA PRESS) -

El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Alvaro Gil-Robles, que abandonará su puesto la próxima semana tras el fin de su mandato, subrayó hoy que, ante el alto el fuego de ETA, "las víctimas de esta barbarie deben tener garantías de que su testimonio y su sufrimiento no se olvidarán".

Gil-Robles presentó hoy ante el Consejo de Europa un informe global sobre su mandato como comisario, que comenzó en octubre de 1999, e incluye una breve referencia al recién declarado alto el fuego permanente de ETA. En ella, expresa su "emoción" ante la noticia, porque "mantiene la esperanza de una paz duradera y le permite a uno contemplar la posibilidad de poner fin al peor periodo de violaciones de Derechos Humanos que ha conocido la España democrática, como consecuencia de la acción criminal de este grupo terrorista".

El informe hace un repaso de sus actividades --viajes a más de 40 países y más de 60 informes-- y concluye criticando que, ante la emergencia de nuevos "desafíos", como la inmigración y la lucha contra el terrorismo, está "flaqueando" el compromiso con los Derechos Humanos" en Europa. Lamenta también la falta de financiación que ha padecido su propia oficina.

En su opinión, en Europa sigue habiendo "problemas y desafíos significativos de Derechos Humanos". Por un lado, considera que el compromiso de Europa con los Derechos Humanos está "flaqueando" en los últimos años porque ante los "nuevos desafíos", en referencia a la lucha antiterrorista, "las reglas del juego han cambiado". "Esta actitud es cada vez más más evidente a la luz de las nuevas medidas tomadas en respuesta a los retos de la inmigración, amenazas terroristas y ley y orden en general".

Gil-Robles califica de positivo, en general, el balance de sus seis años al frente de la oficina, pero añade que esa percepción está ensombrecida por la "preocupante tendencia a considerar que el baremo de respeto de los Derechos Humanos se ha puesto demasiado alto y que, por lo tanto, tiene que ser reajustado". "Sólo hay que ver la voluntad de los políticos y los líderes a la hora de cuestionar los límites de la tortura y los malos tratos", añade, y los intentos de que sean suficientes las "garantías diplomáticas" para enviar a sospechosos de terrorismo a "países donde saben que corren riesgo de sufrir torturas".

En esta misma línea, expresa su preocupación por las leyes que permitirán extender el periodo de detención sin cargos y la redefinición de la libertad de expresión, con la "tendencia general de colocar la eficacia por delante de los Derechos". "Sin embargo, es mi firme convicción, basándome en la experiencia de mi propio país, que el terrorismo sólo puede combatirse de manera efectiva a través del pleno respeto a los Derechos Humanos", agrega.

En su informe, el comisario lamenta la superpoblación de las prisiones europeas, y apunta a los retos de la inmigración ilegal como otro de los factores que "amenaza el disfrute de los Derechos Humanos". La inmigración, a su juicio, requiere una política "de nivel europeo". La integración de los inmigrantes, con atención especial a la segunda generación, la lucha contra la discriminación, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, son otros desafíos pendientes.

FALTA DE FINANCIACIÓN

Así, Gil-Robles critica la "tentación" de pensar que, a medida que la UE se amplía el Consejo de Europa va terminando su labor, porque el respeto de los Derechos Humanos no está siempre garantizado. "Por ello, me cuesta entender la actual política de negar al Consejo de Europa los recursos necesarios para el cumplimiento de su función", se lamenta Gil-Robles.

El comisario saliente destaca que, como consecuencia de las ingentes necesidades del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, dependiente del Consejo y con sede en Estrasburgo, todos los recursos se ven concentrados, a expensas de otras actividades. Por ello, afirma entender la posición de quienes temieron que la creación de su oficina, la del Comisario de Derechos Humanos, iba a perjudicar a otros departamentos.

"Pero estos temores demostraron ser infundados, por la simple razón de que mi oficina nunca recibió los fondos que necesitaba", apostilla. A su juicio, los Estados miembros del Consejo y las ONG han reconocido la importancia de su puesto, pero no es posible explotar su potencial sin los fondos adecuados.