Vaticano.- Unas 50 personas asisten en Roma a la primera misa tridentina tras su liberalización

Actualizado: viernes, 14 septiembre 2007 21:53

ROMA, 14 Sep. (de la corresponsal de EUROPA PRESS, G. Moreno) -

Unas 50 personas asistieron hoy a la primera misa tridentina que se celebró en Roma tras la entrada en vigor del Motu Proprio con el que el Papa Benedicto XVI ha decidido levantar algunas de las restricciones que hasta ahora limitaban el uso de la liturgia romana anterior a la reforma del Concilio Vaticano II, caracterizada por el uso del latín y la celebración eucarística con el sacerdote de espaldas al pueblo, entre otros aspectos.

La celebración eucarística tuvo lugar a las 8.00 horas de esta mañana en la Basílica romana de Santa María la Mayor y contó con la participación de una cincuentena de fieles. No obstante, la misa más emblemática del día fue la que ofició esta tarde el cardenal Dario Castrillón-Hoyos, en el santuario de Loreto (centro de Italia).

Esta misa será especialmente simbólica, dado que Castrillón-Hoyos es el presidente de la Comisión Pontificia 'Ecclesia Dei', la institución vaticana que se encarga de las relaciones con los lefebvrianos -el cisma que inició monseñor Marcel Lefebvre oponiéndose a las reformas doctrinales y disciplinares introducidas por el Concilio Vaticano II--.

Sin embargo, tal y como indicó el Papa en una carta dirigida a los obispos de todo el mundo para explicarles los motivos de su decisión, este tipo de celebración litúrgia no será la habitual, sino que seguirá llevándose a cabo de forma "extraordinaria" y con algunas condiciones.

Así, la principal novedad es que los sacerdotes que lo deseen podrán celebrar este tipo de rito de modo individual o cuando un grupo "bastante consistente de fieles" se lo pida, sin necesidad de esperar al permiso del obispo, tal y como sucedía hasta ahora.

La aprobación de este documento, que aunque entró en vigor hoy ya había sido publicado el pasado 7 de julio, ha provocado reacciones contrarias en algunos sectores de la Iglesia, que lo consideran una medida retrógrada y contraria al Concilio Vaticano II. Por esta razón, ya en su carta a los obispos, el Papa admitió la existencia de cierta "confusión" al respecto, provocada por "noticias y juicios hechos sin información suficiente", que en algunos casos han dado lugar a una "oposición dura", lamentó.

TEMOR "INFUNDADO" A QUE MENOSCABE CONCILIO VATICANO II.

En este sentido, aseguró que "el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales - la reforma litúrgica - se ponga en duda" es "infundado", ya que ésta sigue siendo la forma litúrgica "ordinaria" y "normal", es decir, la que seguirá celebrándose en la gran mayoría de parroquias católicas.

Por su parte, un especialista en la materia y miembro de Oficio Litúrgico Nacional de la Conferencia Episcopal Italiana --que no quiso que su nombre fuera publicado--, declaró a Europa Press que este documento pontificio "no puede ser instrumentalizado para interpretar de un modo negativo la reforma del Concilio Vaticano II", tal y como demuestran las palabras del Papa en la exhortación apostólica 'Sacramentum Caritatis' -aprobada el pasado mes de marzo--, en la que el Pontífice reconocía "el influjo benéfico de la liturgia para la vida de la Iglesia".

Asimismo, la misma fuente consideró que la aprobación de este documento "se debe leer en el contexto de la preocupación por hacer todo lo posible para sanar la fractura existente con las comunidades lefebvrianas".

Con todo, "el Papa quiere ir al encuentro de aquellos fieles que no quieren separarse de la comunión con el Obispo de Roma, pero que por motivos espirituales se sienten particularmente ligados a la liturgia que se celebraba antes de la reforma litúrgica conciliar". De hecho, en su carta de presentación del Motu Proprio, el Papa advirtió que "se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia".

El Pontífice confesó que "mirando al pasado", a las divisiones que a lo largo de los siglos han "desgarrado" a la Iglesia, "se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad".

Así, "esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación", la de "hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo", concluyó.