"La gente está esperanzada en que se cumplan las promesas de democratización en Mauritania"

Actualizado: lunes, 15 enero 2007 21:20


LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -

Hace más de diez años que Hassen vive en Las Palmas de Gran Canaria, de los cuales siete los ha dedicado a trabajar en Cáritas en un programa de inmigrantes realizando tareas administrativas y de traducción. En los últimos años se ha convertido en todo un ejemplo de la emprendeduría, ya que regenta varios locutorios y una empresa de servicios financieros dirigidos a inmigrantes. Una beca en Francia para realizar estudios universitarios le abrió la puerta de Europa, y su matrimonio con una canaria la de las Islas y la nacionalidad española. Una muestra de la sed de aprender de este mauritano de 35 años es su perfecto conocimiento de siete idiomas, árabe, francés, español, inglés, ruso y alemán, además del dialecto wolof.

¿Cómo definirías la situación por la que atraviesa Mauritania en la actualidad?

Es muy crítica, los sueldos son excesivamente bajos y en general la gente trabaja muy duro para cobrar menos de cien euros. La situación es tan mala y carece tanto de expectativas de futuro que la gente prefiere agruparse y comprarse un cayuco para buscarse la vida en Europa. Y lo más cercano son las Islas Canarias.

¿Cómo ha influido en los mauritanos el golpe de Estado de 2005 y la exportación de petróleo?

A pesar de que Mauritania es un país rico, esa riqueza no llega a la gente. Hay contratos con empresas privadas de Australia, Estados Unidos o Canadá y por ahora la riqueza que deja el petróleo no está llegando a la población tanto como se cree. Respecto al golpe de Estado de Ely Ould Mohamed Vall, la población está esperanzada en que los militares cumplan su compromiso de establecer la democracia y garantizar unas elecciones limpias. Pero también existe recelo porque se teme que el actual presidente haga como el anterior, que no cumplió su promesa de realizar unas elecciones para que el pueblo elija a sus representantes políticos. Aún así, entre los mauritanos hay ilusión porque todo indica que el próximo mes de marzo se celebrarán las elecciones para elegir al presidente del país.

¿Cómo vives el debate que existe tanto entre los políticos como en la calle entorno a la inmigración irregular?

Creo que es más un tema de los políticos. La inmigración es un fenómeno imparable porque el pobre cuando tiene hambre tiene que buscar la forma de subsistir. La gente vendrá a través de todos los medios que hay disponibles. El problema es hacerlo de forma más organizada y también ayudar a que las personas tengan expectativas laborales y de progreso en su tierra. Me llama la atención que parezca que todos los inmigrantes llegan en patera o en cayuco, cuando en realidad llegan más por otros medios o con visados. Además, pienso que la inmigración genera riqueza en España y que lo adecuado es emigrar de forma legal para que no ocurran tantas desgracias en el mar.

¿Es cierto que los mauritanos tienen un apego especial con Canarias?

Sí, eso es cierto porque en el puerto pesquero de Nouadhibou siempre hubo gran cantidad de pescadores canarios que se dedicaban al pescado salado y mantenían contacto con los pescadores mauritanos. También hay muchos proyectos de cooperación al desarrollo impulsados por Canarias que han propiciado la creación de hospitales, ambulatorios y centros para niños con dificultades. Además, Radio Ecca, Médicos del Mundo y Cáritas han ayudado mucho a mejorar las condiciones de vida de muchas personas. La ayuda exterior es necesaria porque las organizaciones locales tienen muchos problemas para mantenerse, ya que con anterioridad recibían subvenciones de Arabia Saudí pero después del 11S esa ayuda no está llegando.

¿Qué crees que debe cambiar para que Mauritania salga de la pobreza?

Yo creo que el desarrollo de Mauritania sólo se puede producir a través de la creación de empleo y de unos sueldos adecuados. Hay gente preparada que ha estudiado la mayoría de las veces a través de becas en Francia, y si hubiera trabajo en el país la gente no querría salir.