El periodista Daniel Ramírez recorre Madrid para dar con "los últimos de Baroja" en su libro 'La otra vuelta del camino'

Publicado: miércoles, 30 mayo 2018 19:26

Pío Baroja, en el calabozo la noche que pudo ser fusilado: "Ya ve usted, aquí, como el ganado"

MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -

El periodista Daniel Ramírez recorre Madrid para encontrar a "los últimos de Baroja", los pocos que quedan con vida de la tertulia en la última casa del narrador, en la calle Ruiz de Alarcón, algo que ilustra en su libro recientemente publicado 'La otra vuelta del camino'.

El 22 de julio de 1936 pudo ser el último día de la vida de Pío Baroja, que moriría veinte años más tarde, en 1956. Junto a dos amigos, el escritor decidió salir a la carretera para contemplar el levantamiento de los carlistas. Desde su casa en Vera de Bidasoa (Navarra), montó en un coche para ver de cerca el paso de una columna requeté.

Fue encarcelado en Santesteban y luego liberado gracias a la mediación del médico de dicho pueblo, César Aguirre. Pío Caro, sobrino de Baroja, entrevistó a Aguirre en los años setenta. Su hijo, del mismo nombre y actual editor de Caro Raggio, ha brindado ahora a Ramírez la posibilidad de escuchar la grabación, que éste ha recogido en su trabajo.

La transcripción de las palabras del médico dibujan a un Baroja irónico, que respondió así cuando se abrió la puerta de la improvisada prisión: "Ya ve usted, aquí, como el ganado".

Las palabras de César Aguirre fueron rescatadas por primera vez en 2015. Pío Caro-Baroja Jaureguialzo, actual responsable de la herencia literaria familiar, las incluyó en un texto titulado 'Caligrafía de guerra', que acompañó al libro inédito de Baroja 'Los caprichos de la suerte', aunque sólo para los clientes de un centro comercial.

Daniel Ramírez también se desplazó hasta Santesteban para evocar lo que sucedió aquella noche e hilvana su relato a partir de las palabras del médico Aguirre y lo que encontró en su visita al calabozo de este pueblo navarro ochenta años después.

El doctor conversó con Ortiz de Zárate, mandatario de los sublevados, y con un 'aristócrata de Pamplona', que lo acompañaba aquella noche. Les convenció. Arrancó de sus bocas una confesión: 'No hay nada en contra de Pío Baroja'.

Obtenido el permiso, Aguirre se llevó al escritor a su casa a las dos de la madrugada. "Yo venía por la calle con don Pío y nos cruzamos con un grupo de requetés que debían de ir bastante animados y armados, claro, y noté algo de alarma en él. Le dije, arrepintiéndome después: 'Mire, aquí en este pueblo a usted no puede ocurrirle nada'. Visto lo visto, lo que después sucedió en Navarra, comprendí que me había aventurado mucho", relató Aguirre.

Tras conversar al día siguiente con la Guardia Civil, el médico Aguirre logró que Baroja y el doctor Ochoteco, con el que emprendió la peculiar visita turística -el tercero, un policía, quedó encarcelado-, volvieran sanos y salvos a Vera de Bidasoa.

El escritor donostiarra, que ya había comprobado que su vida corría peligro, decidió huir a Francia. Así empezó su exilio. Sobre el extraño destino del policía que acompañaba a Baroja y Ochoteco conviene reseñar el profundo trabajo de Fernando Mikelarena, que desgrana cómo y por qué se retuvo a aquel hombre llamado Federico Vizcaíno.