Telefónica instala sensores en sus equipos de cobre para evitar más robos, que cifra en 160 desde noviembre en la región

Actualizado: martes, 12 febrero 2008 21:14

MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -

Telefónica ha instalado en sus equipamientos de cable de cobre un sensor de alarmas para intentar atajar el continuo robo de este metal que sufren, 160 en los últimos tres meses en la Comunidad de Madrid, informó hoy a Europa Press fuentes de la compañía.

Desde noviembre Telefónica ha registrado múltiples robos, en las localidades madrileñas situadas a ambos lados de la A-3, concretamente en Valdetorres del Jarama, Belvis, Soto del Real, Estremera, Talamanca o Paracuellos del Jarama. Los ladrones se han llevado un total de 200 toneladas de este metal, cuyo precio alcanza en los tres euros por kilo y hasta siete en el mercado negro. "Algunas zonas han sufrido hasta tres robos en seis días", indicaron las fuentes.

Para atajar esta situación, la compañía ha instalado un sistema de sensores en los puntos que mayor reincidencia, que actúa como una alarma que avisa a la Guardia Civil en caso de movimientos bruscos en los cables.

Asimismo, colabora con el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y con los alcaldes de los municipios más afectados para luchar contra este nuevo tipo de delincuencia. Telefónica ha facilitado a los agentes la cartografía completa de sus redes para detectar posibles 'puntos negros' en la vigilancia.

Precisamente, desde el pasado mes de noviembre se mantiene activo un operativo destinado a prevenir los robos de cable, tanto eléctrico como telefónico, prestando una especial atención a las consecuencias secundarias que este tipo de robos pudiera ocasionar.

PERJUICIOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

A parte de los perjuicios económicos que suponen estos robos, Telefónica destacó el problema público y social que ocasiona a los usuarios la caída del servicio telefónico y de Internet, "sobre todo porque se trata de zonas rurales un tanto aisladas, donde vive mucha gente mayor que se queda incomunicada". "En estas zonas hay hoteles rurales, como pasó recientemente en Patones, que se quedan sin teléfono, Internet, cajeros y datáfonos por donde pasar las tarjetas de crédito. Además, cortan cables que también afectan al servicio y cobertura de la telefonía móvil", indicó la compañía.

En toda España se produjeron en 2007 un total de 1.200 robos de cobre, especialmente localizados en las provincias de Madrid, Tarragona, Valencia y Sevilla. Telefónica aseguró a Europa Press que, de media, consiguen reestablecer entre 24 y 48 horas.

Igualmente, la Federación Española de Recuperación (FER) constató que estos actos vandálicos no se circunscriben al territorio nacional sino que también se producen con asiduidad en Alemania, Austria o Hungría. Según señaló la Federación, la proximidad de estos países con Europa del Este facilita la entrada de organizaciones albanokosovares, caracterizadas por la premeditación con la que perpetran sus delitos.

MODUS OPERANDI

El último robo se produjo en la madrugada del pasado viernes en Arganda del Rey. Agentes de la Guardia Civil observaron a la altura del kilómetro 4 de la M-300 una furgoneta Ford Transit que levantó las sospechas. Durante la inspección del vehículo, localizaron una gran cantidad de cable de cobre, cuya lícita procedencia no lograron decir los nueve ocupantes rumanos del vehículo, por lo que fueron detenidos.

En el interior de la furgoneta se encontraban también una gran cantidad de herramientas, utilizadas habitualmente para el corte del cable de cobre.

Este tipo de bandas, de procedencia de Europa del Este, actúan en zonas aisladas y con una gran profesionalidad. Trepan por los postes, cortan el cable con herramientas especializadas y después lo trocean en piezas para que quepan en sus camionetas. Luego, una vez deshilados y quitado el forro identificativo, lo venden en chatarrerías, donde no se les pregunta su origen ni la identidad del vendedor.

Según la secretaria general de la FER, Alicia García-Franco, estas bandas ilegales "están dañando gravemente la imagen del sector del reciclaje de metales, asociando su actividad con prácticas marginales cuando en realidad se trata de una industria perfectamente estructurada y profesionalizada".