El acusado de matar a dos policías en prácticas en L'Hospitalet (Barcelona) dice ser inocente y que lo han incriminado

Actualizado: lunes, 21 julio 2008 15:48

El procesado fue al piso de las víctimas para recoger cocaína y tuvo relaciones sexuales consentidas con una de ellas

BARCELONA, 21 Jul. (EUROPA PRESS) -

El acusado de violar y matar a dos policías en prácticas en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) durante un permiso penitenciario en octubre de 2005 aseguró hoy que lo han incriminado en un crimen que no cometió y que demostrará su inocencia durante el juicio, que se celebra en la Audiencia de Barcelona hasta el jueves.

"A mi se me ha utilizado para encubrir estas dos muertes", aseguró el procesado, Pedro J.G., en referencia a Mustafa D.A., quien supuestamente le encargó recoger un paquete con cocaína en el piso de las fallecidas, y a Álex, un turcoalemán que no ha sido identificado.

"Sabían lo qué tenían que hacer y me tenían que relacionar con lo que iban a hacer", agregó en relación a las zapatillas deportivas que se encontraron en el desaparecido restaurante 'La Oca', en la plaza Francesc Macià de Barcelona, donde la noche del crimen cenó con Lluís F.F. y el cura de la Modelo Andreu O.T.

El acusado no sólo insinuó que las chicas eran traficantes, sino que afirmó que mantuvo relaciones sexuales "de mutuo acuerdo" con una de ellas y que utilizó preservativo, por lo que no pudo encontrarse "ningún tipo de semen (en el interior de María Aurora G.) a no ser que fuera manipulado".

Asimismo, Pedro J.G. explicó que le ordenaron que permaneciera en el domicilio hasta que llegara Mustafa D.A. o Álex y, cuando éste último llamó al interfono, le abrió la puerta --porque las jóvenes "discutían entre ellas"-- y bajó por las escaleras para no encontrárselo, pero tropezó con él porque éste subió a pie hasta la vivienda --situada en la séptima planta--.

"No sé si Mustafa D.A. llegó a entrar en el domicilio pero Álex, con toda seguridad", dijo el procesado, quien aseguró que cuando él abandonó el piso, las jóvenes estaban bien. Después, fue a la plaza España de Barcelona para entregar la cocaína a Mustafa D.A. y se fue a comer con su hermana Montserrat.

En relación al arma del crimen, Pedro J.G. explicó que compró una navaja mariposa en La Rambla de la capital catalana y se la regaló a Álex para "empezar con buen pie" y por recomendación de un amigo. También justificó las huellas encontradas en una de las ataduras de las chicas --un cinturón-- diciendo que las había ayudado a buscar el paquete de cocaína y pudo haberlo tocado.

El día de los hechos, Pedro J.G. intentó extraer dinero con una tarjeta de crédito que le había entregado Álex sin saber de quién era, pero pensando que era para pagarle el encargo. El turcoalemán le dijo que no regresara al hostal facilitado por Brians porque le buscaba la Policía y, poco después, empezaron a aparecer fotografías suyas en televisión relacionándolo con el doble crimen.

103 AÑOS DE PRISIÓN

El crimen ocurrió a principios de octubre de 2004, mientras el procesado, Pedro J.G., que cumplía 30 años de condena por un robo con violencia e intimidación y que había sido condenado por varias violaciones cuando era menor, disfrutaba --entre los días 3 y 6-- de un permiso penitenciario dada su condición de recluso de segundo grado.

La madrugada del 5 de octubre, el acusado tomó el Metro en Barcelona y sobre las seis de la mañana se apeó en la estación de Bellvitge, en L'Hospitalet. Dos horas después, vio a Silvia N., una agente de Policía en prácticas de 28 años que se dirigía a su domicilio, en la Rambla Marina, tras pasar la noche de servicio en la comisaría de Castelldefels (Barcelona).

En su escrito de acusación, la Fiscalía sostiene que el procesado siguió a Silvia N. sin que ésta se diera cuenta y, aprovechando un descuido, entró en la portería del inmueble, subió al ascensor con ella y, una vez dentro, sacó una navaja y la obligó a dejarlo entrar en su domicilio, donde estaba su compañera de piso, María Aurora G., otra agente en prácticas de 23 años.

Tras amordazarlas y atarlas de tobillos, manos y cuello con ropa interior de las víctimas, ataduras que reforzó con un cordón de tender la ropa, el acusado llevó a Silvia N. a la habitación de matrimonio y la ató a la pata de la cama con un cinturón. Después, puso a María Aurora sobre la cama del cuarto de al lado y la violó antes de asestarle cuatro navajazos por la espalda, causándole la muerte.

Posteriormente, Pedro J.G. se dirigió a la habitación donde se encontraba Silvia N. y la apuñaló cinco veces, rasgándole el corazón y perforando el pulmón izquierdo. Tras matarla, la desnudó y la vejó.

Antes de abandonar el domicilio de las víctimas, Pedro J.G. robó una tarjeta de crédito de María Aurora G., se cambió de ropa y prendió fuego a un sillón y un sofá situados en el salón del primer piso, a los colchones de tres habitaciones del piso superior --Silvia N. y Maria Aurora G. estaban en dos de ellas-- y a un montón de ropa que había en una de ellas. Además, lanzó varias botellas de licor para favorecer la rápida combustión.

Sobre las 10 de la mañana, Pedro J.G. abandonó el edificio y volvió a coger el Metro, mientras los bomberos, alertados por los vecinos, acudían al lugar para apagar el incendio que arrasó el piso. Una vez extinguido, descubrieron los cuerpos de las dos chicas.

Esa misma noche, el procesado se dirigió a una sucursal bancaria de la calle Creu Coberta, en el barrio barcelonés de Hostafrancs, e intentó sacar 300 euros con la tarjeta de María Aurora G. A las seis de la mañana del día siguiente, volvió a repetir la operación en la misma oficina sin conseguirlo.

Sobre las 21.30 horas, se dirigió a un bar de La Rambla, en el Barrio Gótico de la capital catalana, donde había quedado con Mustafa K.D., quien lo llevó con su coche a su domicilio, en Girona. La Policía lo arrestó pocas horas después de que llegara a la vivienda.

El Ministerio Público imputa a Pedro J.G. dos delitos de asesinato, uno de agresión sexual, otro de allanamiento de morada, de profanación de cadáver, de incendio, de robo con violencia, de robo con fuerza en continuidad delictiva y grado de tentativa y otro de quebrantamiento de condena.