El acusado de secuestrar un avión con 130 pasajeros en Manises (Valencia) cumplirá 20 años en un psiquiátrico

Actualizado: miércoles, 13 junio 2007 18:14

VALENCIA, 13 Jun. (EUROPA PRESS) -

El hombre de 43 años acusado de secuestrar el 23 de junio de 1998 durante cuatro horas un avión de la compañía Iberia con 123 pasajeros y 7 tripulantes que efectuaba el trayecto Sevilla-Barcelona, e hizo desviar la nave al aeropuerto de Manises, aceptó hoy en la sección tercera de la Audiencia de Valencia cumplir 20 años de internamiento en un centro psiquiátrico. Así mismo, deberá indemnizar a cada uno de los tripulantes con 200 euros por los daños morales sufridos.

Según explica la calificación del ministerio fiscal, el secuestrador, Francisco Javier Gómez, que padece un trastorno psicótico con ideas delirantes de contenido místico-religioso, sufrió el día 23 de junio, tras despertarse, sobre las 6.30 horas, una alucinación en la que se le aparecían unas campanas y unas voces le indicaban que debía secuestrar un avión que le llevara hasta Israel donde, tras ser reconocido como El Mesías, conduciría al pueblo judío hasta Uganda, La Tierra Prometida.

Movido por esta idea, se dirigió hacia el aeropuerto de Sevilla y pidió un billete para el primer vuelo que saliera, en concreto, para el Boein 727 de la compañía Iberia, que efectuaba el trayecto Sevilla-Barcelona, para después continuar hasta París y Amsterdam. Una vez despegó el aparato y trascurridos unos 10-15 minutos, le comunicó a la sobrecargo del vuelo que llevaba una bomba en el equipaje y que viajaba con dos personas más confundidas entre los pasajeros.

En el avión viajaban 123 personas --80 españolas, 12 francesas y el resto de otros países--, y, entre ellas, se encontraba la entonces alcaldesa de Sevilla, Soledad Becerril, y el presidente de la Oficina Olímpica Sevilla 2008, José Antonio Aguirre, además del eurodiputado socialista Fernando Pérez Royo.

El hombre le dijo a la sobrecargo, mientras exhibía en su mano derecha un mando a distancia con el que pretendía simular un detonador de los explosivos, que deseaba hablar "urgentemente" con el comandante. A pesar de que trató de impedírselo, consiguió entrar en la cabina y le comunicó al comandante que se encontraba en compañía de otros dos terroristas y que tenía que desviar el vuelo hasta Tel-Aviv ya que, de no hacerlo, harían explotar una bomba colocada en la bodega del avión.

En ese momento, el comandante le aseguró que el aparato carecía de combustible suficiente para llegar a Israel, por lo que era necesario hacer escala, así que aterrizó en una zona de seguridad del aeropuerto de Manises (Valencia) sobre las 8.40 horas.

Desde que se tuvo conocimiento en el aeropuerto del apoderamiento del avión, se constituyó un gabinete de crisis presidido por el delegado del Gobierno en Valencia e integrado por los representantes de las instituciones afectadas, al tiempo que se ordenaba un importante despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Tras el aterrizaje, la torre de control tuvo conocimiento a través del comandante de que el avión se encontraba en poder de tres secuestradores que pretendían repostar combustible para volar hasta Israel y que amenazaban con hacer explotar un artefacto escondido entre los equipajes. Posteriormente, sobre las 10.00 horas, el hombre accedió, después de pedírselo el comandante, a que los menores de edad abandonasen el aparato.

Se comunicó esta decisión a la torre de control, por lo que se trasladó a bordo de una jardinera hasta la escarilla del avión el inspector jefe de la Comisaría del aeropuerto, quien recogió a un total de 15 menores y tres mujeres adultas. En ese momento, el hombre dejó verse detrás del comandante y pidió que se le suministrara agua.

"VOLARÍA EL AVIÓN"

A continuación, el inspector, haciéndose pasar por empleado de la compañía, regresó hasta el avión con el agua solicitada y le pidió al presunto secuestrador que le permitiera subir al aparato. El secuestrador accedió y ambos mantuvieron una conversación, en la que el hombre le reiteró su petición de combustible para llegar hasta Israel o de lo contrario volaría el avión.

Tras la conversación, el inspector comentó al gabinete de crisis que se trataba de una única persona y que no se comportaba como un terrorista profesional, sino como un perturbado mental, por lo que sugirió la posibilidad de reducirlo por la fuerza. Después regresó al avión y habló con el comandante, quien le comunicó que durante el tiempo en que habían permanecido retenidos, únicamente había podido ver a uno de los presuntos secuestradores, quien les permitió moverse a sus anchas por el avión, y dejó a los pasajeros utilizar sus teléfonos móviles.

Después de ello, se identificó al secuestrador y se decidió, por el grupo de intervención, que el inspector regresara nuevamente hasta el avión con un teléfono móvil para entregarlo al hombre, al que le comunicó que una persona quería hablar con él. Se trataba de su psiquiatra, quien logró, sobre las 12.25 horas, y tras mantener una conversación de unos cinco minutos, que se entregara. Posteriormente fue trasladado a la comisaría del aeropuerto.

Según la calificación provisional del fiscal, estos hechos son constitutivos de un delito de apoderamiento de aeronave del que es responsable el acusado, con la circunstancia eximente de alteración física. Inicialmente solicitaba la imposición de la medida de seguridad de internamiento en centro psiquiátrico con una duración máxima de 20 años, sin oponerse a que se iniciara como tratamiento ambulatorio en caso de ser el más adecuado en el momento de iniciarse el cumplimiento.