AMPL.- Confiesa matar a su amigo en Gran Canaria bajo el síndrome de abstinencia y porque el "coco" se lo dijo

Actualizado: lunes, 29 septiembre 2008 18:15

El acusado se siente culpable de no haber evitado el asesinato de su hermana hace 20 años

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 29 Sep. (EUROPA PRESS) -

Un hombre confesó hoy haber matado a su amigo en Las Palmas de Gran Canaria a quien asestó dos puñaladas en el cuello que le seccionaron completamente la traquea y le causaron la muerte, al estar bajo el síndrome de abstinencia debido al consumo de drogas. "El coco me dijo que lo matara y lo hice", aseguró durante el juicio celebrado con Tribunal de Jurado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas.

La Fiscalía ha solicitado imponer una pena de 12 años de cárcel por un presunto delito de asesinato a L.R.V., de 39 años de edad y sin antecedentes penales. Se da la circunstancia de que el procesado es hermano de Cathaysa, la niña que en 1988 fue violada y asesinada en Parque Atlántico por Jesús Hernández Renes, entonces su vecino de bloque, un "desgraciado" hecho del que L.R.V. se siente culpable y por el que se metió en la "droga dura", según reconoció.

El crimen de la menor conmocionó hace 20 años a la sociedad canaria, Renes fue condenado a 46 años de prisión y quedó en libertad tras cumplir 16. Además, una vez en la calle cometió otra agresión sexual contra una menor en Madrid y fue condenado a 14 años de prisión. El mismo día que se celebraba este segundo juicio, el 12 de abril de 2007, el hermano de Cathaysa se entregó a la Policía Nacional por haber matado a su amigo en la casa de éste en la plaza del Barranco de La Ballena, en la capital grancanaria.

Durante su interrogatorio, L.R.V. aseguró que tenía "una buena amistad de más de diez años" con la víctima. El día de los hechos sufría un "monazo" y sobre las tres de la madrugada vio la luz encendida en la vivienda de su amigo y entró para ver si éste estaba "fumando crac" y le invitaba.

No recordó haber declarado que su amigo le debía dinero, pero admitió que ha pasado bastante tiempo de lo acontecido y si le debía "era poco". Tras fumar "una pipa de crac" entró en el dormitorio de la víctima y no sabe "qué fue lo que pasó". "No sé lo que se me pasó por la mente, sé que lo maté pero no recuerdo", añadió.

EMPAPADO DE SANGRE

"Algún tipo de mosca tuvimos que tener porque le levanté la mano y él me pegó un piñazo y me empujó" contra un mueble. Luego la víctima corrió a la cocina y allí tuvieron un forcejeo que terminó en el salón. Estuvieron en varias dependencias ya que el procesado le intentaba "agarrar", pero el otro "se escapaba", aseveró. La reyerta duró "un tiempo bueno" hasta el punto de que él "terminó hecho polvo" y cuando salió de la vivienda estaba "enchumbao [empapado] de sudor y sangre", explicó.

Tras asestar dos cuchilladas profundas con un cuchillo de unos 20 centímetros de longitud en el cuello de su amigo que le seccionaron la traquea, causándole la muerte, L.R.V. pensó "encubrir el cuerpo", pero salió y se llevó las llaves de la vivienda. Al día siguiente, mientras realizaba labores de pintura para el dueño de una farmacia, le "remordía tanto la conciencia" que, sobre las 02.40 horas de la madrugada, se personó en las dependencias de la Policía Nacional manifestando que había matado a su amigo, "sin que en aquel momento se tuviera conocimiento de la muerte" de la víctima.

Asimismo, L.R.V. se acogió a su derecho a no declarar en la Policía "porque tenía una paranoia" y creía que todos "querían ir contra" él, por eso se limitó a entregarles las llaves de la casa y acompañó a los agentes hasta un contenedor de basura donde había tirado su ropa ensangrentada.

Admitió haber cambiado varias veces sus declaraciones judiciales debido al síndrome de abstinencia. No en vano, cree que cuando se le "quitó el mono a lo mejor hubiera contado todo como fue, pero ahora" tiene "una pelotera en la cabeza".

"FLASHES CHUNGOS"

"A mí me vienen flashes chungos al coco", apostilló L.R.V., que insistió en que lleva "muchos años con una doble personalidad" no sabe si "debido a las drogas", que le conduce a actuar de una forma u otra por el síndrome de abstinencia. "En la cárcel a veces tengo paranoias raras y no se me quita el miedo en el cuerpo", agregó el acusado, que incidió en que no se dirigió a casa de su amigo con la intención de matarle.

El acusado no pudo evitar romper a llorar al recordar la muerte de su padre y la "desgracia" del asesinato de su hermana cuando él tenía 19 años y que le llevó a meterse en la heroína. Igualmente, dijo que su padre le advirtió de la persona que mató a su hermana pero él no le hizo caso. De ahí que tenga un "sentimiento de culpabilidad por no evitar la muerte" de la niña, aseveró.

Según su abogado, Félix Aranda, el acusado entró en "una espiral de drogas y alcohol" y comentó que seis meses antes de matar a su amigo estuvo ingresado en el Doctor Negrín por episodios paranoides.

"ÉSTE NO ES EL JUICIO DE CATHAYSA"

Por su parte, el fiscal Pedro Gimeno insistió en dejar claro al Tribunal de Jurado que "éste no es el juicio de Cathaysa". "Aquí no estamos enjuiciando la muerte de Cathaysa", añadió y destacó a su vez que "Cathaysa no está aquí" y, aunque este caso se reaviva, no quiere que "distorsione" el juicio por el que se acusa al hermano de ésta.

Por otro lado, también prestaron declaración como testigos seis policías que coincidieron en que la casa estaba "ordenada", no había signos de pelea y encontraron el cadáver en el sofá boca arriba, con un corte en el cuello y "un gran charco de sangre" en el suelo.

El procesado les había comentado que se había peleado con su amigo por una deuda de 300 euros y "le había pegado dos tajos en el cuello", según un agente. Por otro lado, la hermana del fallecido, visiblemente emocionada, reconoció que le sorprendió que el acusado matara a su familiar ya que les unía una "buena amistad".

PIDE 12 AÑOS DE CÁRCEL E INDEMNIZACIÓN DE 40.000 EUROS

Según el Ministerio Público, en el momento de producirse los hechos, el acusado presentaba un cuadro de trastorno psicótico inducido por abstinencia a opiáceos, circunstancia ésta que si bien no anulaba completamente sus facultades cognoscitivas y volitivas sí las reducía notablemente.

En este sentido, añade que concurre en el acusado --privado de libertad por estos hechos desde el 14 de abril del pasado año-- la circunstancia atenuante de arrepentimiento espontáneo y la eximente incompleta de enajenación mental. Por ello, considera que procede imponer a L.R.V. la pena de 12 años de prisión, inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, así como la obligación de indemnizar a los herederos legales de la víctima en la cantidad de 40.000 euros.

Por su parte, la acusación particular, Luis Val, en representación de la madre de la víctima, alegó que hay contradicciones en las declaraciones del procesado, pues en las dos primeras en el juzgado no admitió que lo había matado y después sí. Reclama para él 17 años de cárcel por un presunto delito de asesinato con la eximente incompleta de enajenación, así como que una vez que cumpla la pena se le prohíba residir cerca de la familia del fallecido durante 27 años y que les indemnice con 150.000 euros.

En cambio, el letrado de la defensa, Félix Aranda, sostiene que el acusado era consumidor habitual de cannabis, tabaco y alcohol desde los 14 años y posteriormente desde los 20 años, período en que sucedió el asesinato de su hermana, y que el día de los hechos estaba "exaltado" por las informaciones del segundo juicio del asesino de ésta. Por ello, pide la absolución para su cliente o la pena de 2 años y 6 meses de prisión por presunto homicidio.

El juicio continuará mañana con la declaración de los médicos forenses sobre los hechos y la exposición del informe sobre los rasgos de personalidad del acusado, así como las conclusiones de las partes para, posteriormente, el jurado dictar un veredicto.