(Ampliación) Atentado.- Los guardias civiles y los etarras intercambiaron palabras en la cafetería donde desayunaban

Actualizado: sábado, 1 diciembre 2007 17:27

MADRID/PARIS, 1 Dic. (EUROPA PRESS) -

Los dos guardias civiles tiroteados hoy un por presuntos miembros de ETA intercambiaron previamente con sus agresores unas palabras en la cafetería 'Les Ecureuilles', situada en el bulevard principal de Capbreton, a 200 metros del supermercado Leclerc, informaron a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista. La conversación que mantenían los agentes entre ellos y la interpelación de los terroristas podría haber hecho concluir a éstos últimos que se trataba de guardias civiles.

Minutos después, los guardias salieron de la cafetería y se dirigieron a su coche, momento en el los dos hombres con los que antes habían hablado en la cafetería les habrían descerrajado varios tiros, causando la muerte en el acto de Raúl Centeno y heridas muy graves a Fernando Trapero.

Los hechos tuvieron lugar hacia las 09.20 horas en el bulevard principal de Capbreton, el bulevard des Cigales, y los testigos que presenciaron los hechos no ofrecen versiones coincidentes y el relato es confuso. Según algunas fuentes, una mujer esperaba en un Volkswagen Golf de color gris en el que huyeron los tres terroristas, mientras que otras descartan la presencia de la tercera etarra.

Según una conductora que pasó cerca del lugar del atentado minutos después de los hechos, el cuerpo de una de las víctimas estaba tumbado sobre el asiento del conductor del citado coche gris y sus pies sobresalían del vehículo, que luego fue cubierto con lonas.

Un perímetro de un kilómetro a la redonda del lugar de los hechos ha sido acordonado por las fuerzas de seguridad y las autoridades galas han decretado el plan 'Gavilán', que se pone en marcha para buscar a los autores de un crimen que se dan a la fuga.

Por otra parte, está confirmado que los dos terroristas varones secuestraron minutos después, a punta de pistola, a una mujer que conducía un Peugeot 307 y que la liberaron a kilómetros de allí, no muy lejos de Burdeos, después de que presenciara cómo los etarras encendían la radio del coche y consultaban un mapa.