Arancha González, defensora de lo multilateral y la globalización justa, al frente de una diplomacia con foco económico

Imagen de Arancha González Laya, nueva ministra de Exteriores
Imagen de Arancha González Laya, nueva ministra de Exteriores - TWITTER DE ARANCHA GONZÁLEZ LAYA - Archivo

Propugna la incorporación de la mujer a la economía y admite que la globalización no benefició a todos y requiere políticas internas

MADRID, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -

Los ministros que se conocen hasta ahora

Arancha González Laya, jurista guipuzcoana de 50 años con una larga carrera en la UE y las instituciones multilaterales de comercio, ha sido la elegida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, un puesto que estaba vacante desde que Josep Borrell comenzó a ejercer como alto representante de la UE el 1 de diciembre.

Poco antes de anunciar su nombre, el Palacio de la Moncloa hacía saber que la intención del presidente es que en su nuevo mandato la diplomacia económica tenga un lugar prioritario. El perfil de González encaja en ese propósito pero ha sido una sorpresa en el Palacio de Santa Cruz.

Ha sido, en cambio, bien recibido por su antecesor y hoy eurodiputado del PP José Manuel García-Margallo, que se ha puesto "a su disposición para defender los intereses de España". Según ha dicho en Twitter, tiene "dos activos importantes", que "conoce los organismos multilaterales y puede dar al Ministerio la orientación económica que conviene".

Será la tercera ministra de Exteriores de España --después de la 'popular' Ana Palacio y la socialista Trinidad Jiménez-- y no pertenece a la carrera diplomática, pero sí ha estado siempre ligada a las relaciones internacionales.

Desde 2013 es directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC), la agencia conjunta de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) para el fomento del comercio y la actividad empresarial internacional. Es también subsecretaria General de la ONU y habla euskara, inglés, francés, alemán e italiano.

El Palacio de la Moncloa también ha señalado que preside el Consejo Global de Campeones por la Igualdad de Género (International Gender Champions) y co-preside el Consejo sobre el Futuro del Comercio y de la Inversion del Foro Económico Mundial (WEF) y hace gala de su compromiso con impulsar la igualdad de género.

"Las economías que incluyen a la mujer crecen más y más rápido", decía en una entrevista en 2017. Recientemente coeditó un libro sobre "Mujeres que dan forma a la globalización económica" en el que participó la ministra y futura vicepresidenta Teresa Ribera.

Su marcado perfil económico y multilateral hace que sea una incógnita el rumbo que tomará la política exterior española ante asuntos tradicionales del Departamento --la relación con Iberoamérica, Gibraltar o el Sáhara Occidental--.

Está por ver también si se mantiene la actual estructura del Ministerio, al que Sánchez añadió en 2018 la secretaría de Estado de España Global, a cargo de Irene Lozano. Tanto Lozano como Borrell dedicaron buena parte de sus esfuerzos a defender la imagen de España de la 'leyenda negra' difundida por el independentismo.

De entrada, ante desafíos como la gestión del Brexit o la relación con Estados Unidos, de González cabe esperar una apuesta firme por el europeísmo y la cooperación internacional frente a quienes propugnan un repliegue nacional.

"SER PATRIOTA HOY ES SER DEFENSOR DE LO GLOBAL"

"Muchos países están pidiendo una agenda más nacionalista, más patriota, olvidándose de que ser patriota hoy pasa por ser un defensor de lo común y de lo global, porque si el mundo no va bien los ciudadanos en nuestro país tampoco van a ir bien", decía, en noviembre de 2018, en una entrevista en RNE. Lo que protege los empleos, argumentaba, no es el proteccionismo comercial, sino "políticas domésticas fuertes".

"Frente a quienes se muestran escépticos con la cooperación internacional, que consideran reduce el control de las naciones sobre políticas y fronteras, la experiencia de la Europa de posguerra muestra que aunar soberanías se traduce en un mayor control de los países sobre sus respectivos destinos económicos", escribía también, pocos meses antes, en 'Política Exterior'.

Licenciada en Derecho por la Universidad de Navarra y postgrado en Derecho Europeo por la Universidad Carlos III de Madrid comenzó su actividad profesional en un despacho de abogados y desempeñó varios cargos en la Comisión Europea en el ámbito de las relaciones internacionales, el comercio, la comunicación y la cooperación al desarrollo.

Allí fue portavoz del comisario de Comercio Pascal Lamy y posteriormente su directora de gabinete cuando éste fue elegido director de la Organización Mundial de Comercio en 2005. También fue su representante en el G20.

La futura ministra es una firme defensora del multilateralismo y de un comercio internacional abierto pero basado en reglas, aunque también reconoce que la globalización no ha beneficiado a todo el mundo.

LA GLOBALIZACIÓN NO HA BENEFICIADO A TODOS

"Durante las últimas cuatro décadas, la apertura de mercados y los cambios tecnológicos han beneficiado a un número relativamente pequeño de individuos altamente cualificados y de empresas de vanguardia, así como a las regiones donde están ubicados. Pero a otros les fue peor", escribía en el mismo artículo.

"En muchas economías avanzadas no se adoptaron políticas públicas capaces de dar respuesta al estancamiento de ingresos resultante de una mayor competencia internacional. Tampoco se invirtió lo suficiente en capacitar a los trabajadores con miras a lograr su anclaje a sectores prósperos en el mercado global", explicaba en su análisis.

De hecho, señalaba que más bien ocurrió lo contrario, que "a menudo se redujeron los impuestos a los más ricos" o se "debilitaron los derechos de negociación colectiva, teniendo en cuenta que el abaratamiento de los costes derivado de la deslocalización disminuye la capacidad negociadora de los trabajadores".

Así, en mucho países, "el comercio, como manifestación visible de la globalización, se ha convertido en un pararrayos para el descontento público, no solo en lo que se refiere a las precarización de las condiciones de vida, sino también en lo relacionado con una gama más amplia de cambios sociales".

POLÍTICAS CONTRA EL POPULISMO

En su opinión, un orden internacional "basado en reglas comunes habría sido menos vulnerable a populismos, y eslóganes vacíos si los Gobiernos hubieran apostado por políticas internas más sólidas en educación, formación, protección social, imposición o sanidad", pero también está convencida de que "el orden considerable que ya se ha hecho es reversible".

Así, la nueva ministra cree que Europa "debería liderar la lucha por un comercio más reglamentado a nivel multilateral". Como Sánchez, defiende que la UE tiene que "afrontar con determinación los asuntos pendientes de la reciente crisis del euro", con mecanismos que incentiven la demanda, favorezcan el crecimiento estable y la inversión, completar la unión bancaria y dotar al euro de un presupuesto "significativo".

"Europa puede hacer de puente entre EEUU y China si es creíble en el plano internacional, y su credibilidad depende de su fuerza interna (..). Hay que ver es si Europa va a ser capaz de ofrecer a sus ciudadanos una alternativa al modelo americano o el chino", decía en una entrevista en 'Expansión' hace un año.

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Actualizado: viernes, 10 enero 2020 15:19