El doctor Lobo declara que "la carga erótica" de la consulta hace que "las pacientes busquen culpables que no existen"

Actualizado: martes, 20 mayo 2008 18:00

"Sentí que no me tocaba un médico, sino que era un hombre", declara una víctima

MADRID, 20 May. (EUROPA PRESS) -

El doctor Miguel Ángel Lobo, acusado de siete delitos sexuales cometidos contra sus pacientes entre 2002 y 2004, declaró hoy que "la carga erótica" que puede generarse en una consulta al aplicar una terapia rehabilitadora provoca que "las pacientes busquen culpables que no existen", añadiendo que "los tratamientos exigen contactos físicos que violentan a algunas mujeres".

La Audiencia Provincial de Madrid comenzó hoy a juzgar al médico especialista, quien se enfrenta a 10 años y medio de prisión, 18 meses por cada delito, y al pago de una indemnización de 4.000 euros por daños morales para una de sus víctimas. La solicitud fiscal incluye que se le inhabilite para el ejercicio de la profesión de médico rehabilitador, una reclamación respaldada por las pacientes objeto de los abusos. "Sólo queremos que le inhabiliten y que no pueda abusar de nadie más", aseveró ayer unas de las pacientes.

En la época de los hechos, el doctor Lobo trabajaba en el centro de salud Federica Monseny de la avenida de la Albufera de Madrid, en Puente de Vallecas. Ante la avalancha de denuncias, se le suspendió de empleo y sueldo durante seis meses. Desde el pasado 12 de mayo, el especialista pasa consulta en el Hospital de Vallecas Infanta Leonor, inaugurado este enero por la presidenta regional, Esperanza Aguirre.

Con tono chulesco y lenguaje técnico, el acusado se escudó en su declaración en que los tocamientos se reducían a oscultaciones habituales en terapias rehabilitadoras. "En toda manipulación algún roce se tiene que producir. Eso es inevitable, pero no había ni tocamientos ni masajes en los pechos", manifestó el procesado, quien justificó los masajes en las mamas, glúteos e ingles al tratarse de "zonas que había que tratar". "Desde luego, por mi parte no había ninguna carga erótica", apostilló.

El 'modus operandi' del doctor consistía en pasar a las mujeres sin cita previa, es decir, sin solicitarlo en el mostrador. Las pacientes acudían a la consulta a puerta cerrada, sin enfermera y sin biombo. Las tumbaba en la camilla semidesnudas y las mandaba colocarse en posturas inusuales para proceder a masajearlas. Al ponerse tensas, las recomendaba unos ejercicios de relajación. Entonces se colaba en la camilla y, entre sus piernas, colocaba una banqueta donde las pacientes se sentaban para realizar "unos movimiento circulares", rozando con sus partes íntimas.

Las víctimas, a modo individual, interpusieron varias reclamaciones contra el médico en el centro de salud, en el Colegio de Médicos, en la Consejería de Sanidad y en la Seguridad Social, pero "ninguna tuvo salida". El caso llegó a los tribunales después de que varias de las mujeres se pusieran de común a cuerdo para denunciar los hechos ante un juzgado de lo Penal. Hubo sentencia condenatoria, pero se anuló al ser reclamada la causa por la Audiencia madrileña debido a que la pena era superior a cinco años de prisión.

"UN TRABAJO COMPLETO"

Ana Isabel del Val acudió en enero de 2004 a la consulta del doctor por un problema en las cervicales. En la cuarta sesión, el especialista le tocó los genitales y, en otras sesiones, le introdujo los dedos en la vagina. "Cada vez se acercaba más a la zona genital. Movía la ropa interior y al final metía sus dedos en la vagina", especificó la mujer, quien al negarse en las siguientes sesiones a bajarse los pantalones, Lobo le decía: "Tiene que haber un trabajo completo para que pueda mejorarse". Al concluir su declaración, Ana Isabel rompió a llorar y recibió ánimos de las otras mujeres, que hicieron una piña para "sacar fuerzas" para relatar lo sucedido.

Otra de las víctimas contó que acudió a la consulta para ser tratada de una dolencia en el hombro y en el codo, si bien apuntó que el especialista insistía en masajearla ambos pechos. "Me dijo que me quitara el sujetador para aplicarme un aceite. Luego me hizo hacer unos ejercicios respiratorios. Me puso en un taburete y él se colocó detrás. Mi trasero tocaba su entrepierna", relató Marina Bodillo. "Sentía que un médico no me tocaba, sino que era un hombre", añadió.

Esta misma frase fue repetida por la mayoría de las víctimas. "A mí me tocaba un hombre y se me arrimaba un hombre", aseveró María Pilar Lamela, que entonces ocultó los abusos para evitar "males mayores". A Pilar la citaron a declarar como testigo en el procedimiento abierto contra el doctor en el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, revelando que ella también había sido una de sus víctimas.

En abril de 2004, el médico atendió a María del Carmen Gutiérrez para ser tratada por una contractura en las cervicales. El segundo día, el hombre le realizó masajes en los glúteos metiendo su mano dentro de la ropa interior. "Me puso de pie en la camilla, con las piernas dobladas y los brazos apoyados. Él se puso detrás hasta que me metió las dedos", recordó María del Carmen, quien sufrió una crisis de ansiedad tras este episodio.

Otra tantas mujeres que no denunciaron acudieron esta mañana a la vista oral como testigos, ya que no se pudieron sumar al proceso judicial por haber prescritos los delitos. "El doctor Lobo abusó de mí en 1992", aseveró una mujer. "Yo le amenacé con denunciarle. Entonces rompió los papeles y me echó de la consulta", narró otra.

La vista oral continuará mañana con la prueba pericial, los informes de las partes y las concluisones definitivas.