Gefrema se reúne para conmemorar el 71 aniversario de la sublevación de los militares en el Cuartel de la Montaña

Actualizado: domingo, 22 julio 2007 20:57

"Me indicó que me fuera y que por la tarde tomaríamos Madrid con todas las fuerzas de allí", dijo el ex combatiente Morcillo García

MADRID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Grupo de Estudios del Frente de Madrid (GEFREMA) se reunió hoy para conmemorar y recordar el 71 aniversario de la sublevación de los militares en el Cuartel de la Montaña de la capital el día 19 de julio de 1936, un acto para el que contó nuevamente con el testimonio del ex soldado del Regimiento de Zapadores Minadores Nº1, Bibiano Morcillo García, de 92 años de edad, que estuvo presente en el sitio del acuartelamiento.

Esta "enésima reunión" contó, además, con la presencia de los participantes del campo de trabajo 'Jarama un río con nombre de Batalla II, organizado por la Concejalía de Juventud de Rivas Vaciamadrid, con la colaboración de Gefrema, que se desarrolla del 16 hasta el próximo 30 de julio.

Un breve relato de los hechos que se produjeron en los primeros días de la sublevación del ejército, por parte de uno de los organizadores del encuentro, precedió al relato de los acontecimientos del asalto del ex soldado Morcillo García, que se desencadenó en la explanada donde esta situado el Templo de Debod y antes el Cuartel de la Montaña. Éste estaba ubicado en la montaña de Príncipe Pio y fue construido, a partir de 1860, bajo la dirección de Ángel Pozas.

Se trataba de un edificio de grandes dimensiones de ladrillo y granito, que estaba estructurado en torno a una planta rectangular con dos grandes patios interiores. Sus dependencias albergaban cuadras, cuartos de banderas, cocinas y hasta una prisión. Respecto a su capacidad podía llegar a albergar hasta 4000 soldados.

GENERAL FANJUL

En el mediodía del 19 de julio de 1936, el general Joaquín Fanjul, mientras hace la maleta para marchar hacia Burgos y colaborar desde allí con la sublevación militar, recibe la orden de hacerse cargo de liderar el levantamiento de las tropas y de los miembros simpatizantes con la derecha en la capital. Por ello, se dirige al Cuartel de la Montaña, donde consigue entrar vestido de paisano y se pone al frente de los efectivos que allí se encontraban, llegando a dictar un bando de guerra.

Sin embargo, las columnas de refuerzo nacionales procedentes de Burgos, Valladolid y Andalucía, que ya habían partido en dirección a la capital, nunca llegan para socorrer a los sitiados y las fuerzas del Gobierno de la República (la Guardia de Asalto y la Guardias Civiles), apoyados por milicianos y civiles armados, toman el cuartel en el mediodía del 20 de julio después de haber sido bombardeado y cañoneado con varias piezas de artillería.

Acusado de rebelión militar, Fanjul es juzgado en un juicio sumarísimo, donde ejerce su propia defensa, y es condenado a muerte. Al alba del 18 de agosto de 1936, es ejecutado por un pelotón de fusilamiento.

Morcillo García destacó que asistir a aquellos combates desde el interior del edificio "fue un drama mayúsculo". El oficial para el que servía como ordenanza le comunicó el día 19 que se fuera a su casa y se cambiara para ponerse el uniforme de zapador con la orden expresa de que los militares tomarían Madrid por la tarde.

TOMA DE MADRID

"Me indicó que me fuera y que por la tarde tomaríamos Madrid con todas las fuerzas que allí nos encontrábamos. Entonces, camino de mi casa, vi un grupo de entre 10 y 12 obreros que estaban soplando, osea bebiendo, en una taberna y les comuniqué la situación tan grave y complicada que se cernía sobre Madrid", aseveró en declaraciones a Europa Press.

Fue entonces cuando este "grupo de obreros o de campesinos" le comunicó que esta información debía ser revelada al Partido Comunista (PCE), "que estaba situado detrás del edificio de la Telefónica".

"Entré y se lo conté a la gente que estaba allí al mando del partido porque creía que era mi deber. Después me sugirieron algunos obreros que fueramos al Ministerio de la Guerra, donde allí podríamos darles la información a las personas encargadas de organizar las tropas", explicó.

Cuando llegó al Ministerio de la Guerra le presentaron al capitán Díaz Tendero, al que le detalló los intenciones de los sublevados. "Casualmente apareció un teniente coronel, que no sabía quién era, que nos paró a mi y al sargento que me acompañaba, y nos preguntó a dónde vamos. Fue entonces cuando también se lo conté a él pero había algo en su actitud y en lo que le dije que le molestó, así que me indicó que fuera a mi casa inmediatamente porque un militar no debía de meterse en política".

Morcillo García aseveró que una de las razones por las que el Gobierno de la República tomó el cuartel es, a su juicio, porque dentro de él se almacenaban cerca de 45.000 cerrojos de fusilería que hacían inútiles las armas si no se disponía de esta pieza. Al solicitárselas a los sitiados, y negarse éstos a entregar los cerrojos, se decidió la toma del cuartel por la fuerza, "ya que fueron considerados inmediatamente como rebeldes".

En principio, el ejecutivo republicano decidió lanzar pasquines advirtiendo a los cadetes que todavía no se habían licenciado como militares que el Gobierno les concedía este último honor si salían, así como que debían de abandonar las armas "y no hacer caso a los oficiales rebeldes".

"REPUBLICANO Y LIBERAL"

Morcillo García volvió a presentarse en el cuartel, a pesar de poner en conocimiento de los republicanos los planes de sus superiores, para cumplir con "el deber de todo ordenanza, que es servir", aunque, a pesar de ello, se consideraba un hombre "republicano y liberal". "No sé si por las diligencias que hice en la mañana del 19 de julio o por las informaciones que ellos disponían de fuera, pero los militares permanecieron allí y no decidieron tomar Madrid, solamente esperar", relató.

Posteriormente, ya habiendo tomado las fuerzas leales al Gobierno legítimo el Cuartel de la Montaña, destacó que en la sala de Justicia de estas dependencias le pareció ver "un montón de oficiales que se habían suicidado porque nadie había descargado contra ellos los fusiles".

Finalmente, subrayó que, ya movilizado como militar del ejército republicano, y dentro del cuerpo de zapadores, vio la imagen del patio de estas dependencias militares, que estaban "regadas de sangre". "Allí había 72 mantas ensangrentadas en el suelo y se podía adivinar lo que había pasado tras entrar en el asalto", añadió.