Luis Herrero desvela que Suárez advirtió al Rey contra el ascenso de Armada, que al final se hizo a "sus espaldas"

Actualizado: jueves, 20 septiembre 2007 21:38

Afirma que Suárez le confesó que se ofreció a retirar su dimisión y seguir en el Gobierno tras el golpe, pero no fue aceptado

MADRID, 20 Sep. (EUROPA PRESS) -

El periodista y eurodiputado del PP, Luis Herrero, revela en el libro "Los que le llamábamos Adolfo", diversos aspectos de la vida política del ex-presidente Adoldo Suárez, así como episodios del golpe de Estado del 23-F. Herrero da cuenta del enfado de Suárez por el nombramiento de Alfonso Armada como segundo jefe del Estado Mayor del Ejército, una decisión que tomó a "sus espaldas" Agustín Rodríguez Sahagún, por la presión del Rey.

Herrero explica que el 3 de febrero de 1981, Agustín Rodríguez Sahagún, entonces ministro de Defensa, "firmó a sus espaldas la orden ministerial por la que se nombraba a Alfonso Armada segundo jefe del Estado Mayor del Ejército". "Era el nombramiento que Adoldo había tratado de evitar a toda costa y cuyo veto le había costado varias broncas formidables con el Rey", asegura.

Añade, que con Suárez "ya dimitido y los ministros en precario, el monarca había puenteado el conducto reglamentario y le había exigido al titular de Defensa que firmara el nombramiento", a lo que se plegó Rodríguez Sahagún. El nombramiento provocó que Suárez montara en "colera" y llamara al ministro al que le dijo "que acababa de firmar la autorización para que se produjera en España un golpe de Estado y que cuando viera a Armada al frento de los golpistas recordara que había sido por su culpa".

En el libro, recogido por Europa Press, también se da cuenta que el 22 de febrero, un día antes del golpe, Alberto Recalde fue a despedirse de Suárez, y que éste le dijo: "Me voy con la enorme preocupación de ver a Armada de segundo jefe de Estado Mayor. Agustín Rodríguez Sahagún, por no haberme hecho caso, ha puesto a la zorra a cuidar de las gallinas. Temo lo peor. El Rey está ciego. No se da cuenta de la gravedad de lo que ha hecho obligando a Agustín a firmar el nombramiento de Armada. No descartó que haya un golpe militar. Y si lo hay, Armada habrá sido su inductor".

RETIRAR SU DIMISION

Asimismo, explica que "durante la madrugada del 23 de febrero Adolfo le dio vueltas a la idea de retirar su dimisión y continuar en la Presidencia del Gobierno para que, una vez más, los golpistas fueran castigados bajo su mandato".

En este sentido cuenta, que tras la rendición del coronel Tejero, pero aún en el Congreso de los Diputados, le preguntó a Francisco Laína, el director general de la Seguridad del Estado, que durante el golpe había dirigido una especie de gobierno provisional, si quería ser ministro de Defensa. Laína le respondió que sí, siempre que Suárez siguiese de presidente.

"Así pues, --cuenta Herrero-- la idea de quedarse estaba en marcha el 24 por la mañana. Adolfo me contó una vez, con todas las letras, que en efecto él se ofreció para continuar en su puesto, pero que Felipe González se opuso. Otras fuentes posteriores, muy cercanas a Adolfo, me dijeron, sin embargo, que el que se opuso a la continuidad de Adolfo no fue Felipe, sino el Rey.

VISITA GUERNICA Y DUQUE DE AVILA

Otros episodios de desencuentro entre Suárez y el Rey Don Juan Carlos, que cuenta el libro es la visita de los monarcas a la Casa de Juntas de Guernica y el intento del político abulense de que le concedieran el título de Duque de Avila.

Sobre el primero de los incidentes explica que Suárez era contrario a esa visita. "El abucheo iracundo que le propinaron los junteros abertzales indignó sobremanera a los militares, que ya de por sí vivían en un clima de permanente indignación, y avivó el fuego sedicioso de los cuarteles. También por teléfono, Adolfo le hizo ver a Don Juan Carlos que si seguía desoyendo sus consejos, el golpe no tardaría en producirse, sobre todo después de la promoción de Armada".

El otro asunto de discrepancia era personal, porque Suárez quería que el Rey le concediese el título nobiliario de Duque de Avila. "Al final del forcejeo el Rey accedió a hacerle duque, con grandeza de España incluida, pero no de Avila, sino de Suárez. Y eso, sí, con la condición severísima de que su retirada de la política fuera definitiva. Adolfo aceptó la condición para desbloquear el atasco, pero nunca tuvo intención de cumplicarla", afirma Luis Herrero.