El promotor Antonio Fontaneda dice que su intención no era "engañar a nadie" y que su actividad "se fue de las manos"

Actualizado: lunes, 7 abril 2008 18:47

PAMPLONA, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -

El promotor artístico Antonio Fontaneda afirmó hoy que no trató de "engañar a nadie ni de mentir" en la puesta en marcha de una empresa para captar inversiones de particulares con la contraprestación de altos intereses y se limitó a reconocer que con el paso del tiempo este asunto "se fue de las manos".

Así se pronunció Fontaneda en su declaración en la tercera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Navarra por un delito continuado de estafa. "En su momento no sabía" que iba a estafar, dijo Fontaneda, "pero luego viendo la magnitud que iba tomando el tema vimos que no se podía hacer frente" a la cantidad de intereses que debían pagar a los inversores y a los altos sueldos de sus colaboradores. "Se nos fue de las manos por falta de sabiduría en estos temas", apuntó Fontaneda, para añadir después que "era una estafa en toda regla".

El procesado ya fue condenado a tres años y ocho meses de prisión en la primera sesión del juicio al aceptar la acusación del Ministerio Fiscal. Según los hechos que aceptó, estafó unos 7,7 millones de euros a más de 200 inversores.

La vista continuó hoy con la acusación contra otras dos personas, M.C.C., que según el Fiscal realizó la actividad de captación de inversores para Fontaneda; y J.P.E., ex directivo del Banco Guipuzcoano que supuestamente ofreció a los inversores una imagen de solvencia sobre Fontaneda.

El promotor artístico declaró hoy como testigo, acusado y condenado por estos hechos, contestando al Ministerio Fiscal, a las acusaciones y a las defensas.

Fontaneda explicó que su empresa tenía sedes en San Sebastián, Pamplona, Madrid y Marbella. En ellas captaba fondos de inversores para, supuestamente, destinar el dinero al sector inmobiliario o a producciones musicales para multiplicar el capital, algo que, sin embargo, no llegó a hacer.

Fontaneda explicó que ofrecía a los inversores unos intereses anuales de entre el 50 y el 120 por ciento, y explicó que pudo haber captado a más de 350 inversores mientras desempeñó su actividad a partir de 1999, durante cerca de un año.

Según aseguró, "nunca faltó dinero para pagar a los inversores". "El dinero faltó después de mi detención. Hasta entonces había dinero suficiente para pagar. Si van todos los inversores a por el dinero, por supuesto que no hay dinero, pero eso pasa en todos los bancos del mundo", dijo.

Preguntado sobre si él o sus trabajadores seguían una determinada estrategia para conseguir que los inversores aumentaran el capital que inicialmente habían depositado, Fontaneda afirmó que no hacía falta y argumentó que "la avaricia rompe el saco". "Si alguien invierte 200 millones y consigue 250 millones, automáticamente va a renovar el contrato", explicó.

Igualmente, Antonio Fontaneda reconoció que no tenía autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores para llevar a cabo esta actividad, pero aseguró que "no sabía" que era obligatorio contar con ese permiso. "Estaba ignorante del todo. No tenía ni idea de este tema", dijo.

El condenado afirmó que "jamás" podría haber llevado a cabo esta tarea sin el trabajo de M.C.C., a quien conoció en San Sebastián y a quien ubicó en la dirección general del negocio, y de J.P.E, director en aquella época de una oficina del Banco Guipuzcoano donde se ingresaba el dinero de los inversores. El fiscal no acusa a este último.

Según explicó Fontaneda, conoció a M.C.C. a través de una conocida, que le explicó que éste realizaba en San Sebastián tareas relacionadas con subastas y labores de intermediación en préstamos. Según Fontaneda, ambos alcanzaron un acuerdo para poner en marcha una sociedad para captar inversores.

M.C.C cobraba por su trabajo cinco millones de pesetas mensuales, además de que lograba comisiones según el número de inversores que podía captar, siempre según el relato de Fontaneda. Además, promotor artístico aseguró que M.C.C. disponía de cierta autonomía para tomar decisiones.

Respecto a J.P.E., Antonio Fontaneda indicó que él mismo ofrecía a a sus posibles inversores la posibilidad de dirigirse al Banco Guipuzcoano para recibir información sobre su actividad. En la entidad financiera, el acusado informaba de que Fontaneda era solvente, lo que facilitaba la captación de inversores, siempre según la versión del condenado.

Así, reconoció que el papel del director de la sucursal era necesario para desarrollar su actividad. "Lo siento mucho, pero es así", dijo. No obstante, afirmó que nunca le pagó comisiones ni le dio dinero en efectivo.

J.P.E. interrumpió varias veces a Fontaneda desde el banquillo de los acusados para negar aspectos de la versión que estaba ofreciendo. Tras varias interrupciones, el presidente del tribunal le expulsó de la sala.

En otro orden de cosas, todas las acusaciones particulares retiraron sus peticiones de condena contra el procesado J.A.G., cuyo abogado lamentó que su defendido quedara en libertad ocho años después de iniciarse el proceso.

El letrado explicó que se acusaba a esta persona de imprimir unos documentos con los que Fontaneda intentó obtener un préstamo en una caja de ahorros y afirmó que "no se puede pedir a una persona que trabaja en una imprenta que se lea millones de folios al año".