El sacerdote Joseba Segura dice que el alto el fuego no fue un suceso más, sino "el fin de la violencia en Euskadi"

Actualizado: domingo, 2 abril 2006 17:25

Asegura que la banda "cerró la persiana" cuando Rodríguez Zapatero respondió en el Kursaal a la carta pública de Arnaldo Otegi

BILBAO, 2 Abr. (EUROPA PRESS) -

El sacerdote vizcaíno Joseba Segura dijo hoy que el alto el fuego de ETA "no fue un suceso más en la larga historia de ETA, sino el final de la violencia en el País Vasco" y aseguró que la banda decidió "cerrar la persiana" cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, respondió en el Kursaal a la carta pública de Otegi.

En una entrevista en el diario El Correo, recogida por Europa Press, Segura recuerda que la Iglesia vasca ha manifestado "reiteradamente" su disposición a hacer lo posible para alcanzar el fin de la violencia y reconoce que "ha intentado, en la medida de sus posibilidades, facilitar relaciones y sostener líneas de comunicación entre grupos y sensibilidades políticas que, por un motivo u otro, estaban interrumpidas o paralizadas".

Asegura que la puesta en marcha de algunas líneas "claves" de comunicación ha sido "capaz de generar la confianza suficiente para llegar a la situación actual", aunque advierte de que "no sería bueno creer que ya se dan las condiciones suficientes para un diálogo capaz de normalizar la política en el País Vasco". "Falta mucho trabajo por hacer porque la nueva situación crea incomodidad en algunos grupos y sensibilidades. Y esa incomodidad merece ser escuchada con respeto", añade.

A su juicio, "no se trata de forzar a nadie a sentarse a una mesa, sino de generar las condiciones en las que todas las partes puedan encontrarse mínimamente cómodas", por lo que considera necesario que se siga trabajando en poner en comunicación sensibilidades políticas diversas.

Segura desvela que desde los años 70 los obispos vascos han articulado la apuesta de la Iglesia por la paz con un mensaje de "respeto a la dignidad de la persona, rechazo tajante del recurso a la violencia y petición reiterada de que cualquier conflicto se encauce por medios exclusivamente políticos", y reconoce que en el contexto de la tregua anterior, "miembros de la Iglesia recibieron de distintas partes la solicitud de facilitar determinados contactos".

No obstante, evita revelar "detalles" que "todavía pueden ser objeto de controversias políticas innecesarias", pero afirma que "aquello supuso el inicio de comunicaciones y relaciones personales que, de manera natural, se han mantenido a lo largo del tiempo y poco a poco se fueron abriendo a otras nuevas".

"Aquí no ha habido ni una decisión dramática de que había que intervenir, ni una sesuda programación de estrategia. Las cosas han sido mucho más sencillas", precisa, para mostrar la disposición de la Iglesia "a contribuir a la pacificación de este país, siempre que se entiendan y se respeten los límites de esa contribución".

Preguntado por la relación del cardenal Roger Etchegaray con el proceso, afirma que "son falsas las informaciones que implican al cardenal en procesos de intermediación" y precisa que, en estos temas, el Vaticano "deja la iniciativa a las Iglesias locales". "Es la Iglesia vasca, presidida por sus obispos, la que discierne lo que cabe hacer y lo que no", insiste.

OBSTACULOS

Segura dice percibir que los obstáculos más importantes en el proceso de pacificación no están en la relación entre los partidos, "sino en el interior de los propios partidos y organizaciones", por lo que cree "esencial" que "todos hagan su contribución a la búsqueda de soluciones".

No obstante, revela que "no va a ser fácil mantener esa coherencia interna y ese espíritu de colaboración durante un período largo de tiempo" por la dificultad de "comunicar a su gente las razones de esa convicción y la inevitabilidad del movimiento". En concreto, asegura que "estos días se han podido percibir importantes tensiones dentro del PP, que pueden interpretarse desde esta clave" y manifiesta que "la adaptación a un escenario radicalmente diferente ha sido, es y va a ser difícil para todos".

Considera que en Batasuna, la conciencia de que el camino de la política es el único camino "se ha ido abriendo despacio", mientras que subraya que en el PSOE las divergencias han desaparecido con el anuncio de ETA, pero pueden resurgir, en el PNV se ha revelado la "complejidad" de su relación con Batasuna y, en el seno de ETA, "ha existido un debate complejo que ha necesitado tiempo para no cerrar en falso esta vez".

Por ello, dice haber percibido la decisión del alto el fuego "progresivamente" y cree que ésta fue "tomada por pocas personas y no fue entendida por muchos votantes de Batasuna". A su juicio, la declaración de Anoeta "fue un paso público muy importante", aunque remarca que el momento clave fue "la respuesta conciliadora del presidente Zapatero en el Kursaal a una carta pública de Arnaldo Otegi en enero de 2005".

"Nosotros en esa fecha sabíamos que ETA había tomado la decisión de 'cerrar la persiana' y dejar las cuestiones políticas en manos de los políticos. Pero hacía falta un presidente de Gobierno español decidido a no poner obstáculos innecesarios en el camino. Ese día, al escuchar a Zapatero, me di cuenta de que en La Moncloa había un presidente así. Entonces supe que una nueva declaración de alto el fuego no sólo era posible, sino que estaba relativamente cercana", expone.

GARANTIAS

Tras desvelar su "convicción personal" de que "este alto el fuego no es resultado de ninguna concesión política a ETA", se muestra convencido de que el anuncio de la banda ofrece las garantías suficientes para alimentar la esperanza y defiende que "esta vez la decisión se ha adoptado con la preparación adecuada, dando al proceso el tiempo necesario y bajo un liderazgo que promovía una decisión sostenible y eventualmente irreversible".

"Nadie puede excluir que en Francia existan todavía personas escépticas, dispuestas a volver al camino de la violencia", recalca Segura, para añadir que lo importante es "que esas personas no van a poder levantar de nuevo la bandera de ETA y arrastrar tras ellos a lo que Batasuna representa hoy".

"La violencia es percibida prácticamente por toda la población nacionalista como una estrategia desesperada que sólo produce marginación política. Lo digo con total convicción: lo del día 22 no fue otro suceso más en la larga historia de ETA, sino el final de la violencia en el País Vasco. No se pueden descartar todavía, aquí o allí, episodios aislados, pero la violencia organizada que hemos conocido durante casi 40 años se ha terminado", afirma.

Cree necesario "seguir la hoja de ruta" de Zapatero y dice ver tanto al presidente del Gobierno como al lehendakari, Juan José Ibarretxe, "bien dispuestos para llegar a acuerdos" respecto a la formación o no de dos mesas, una entre el Gobierno y ETA, y otra entre partidos.

Apuesta por "mantener el curso actual" y actuar "con prudencia" y recuerda que en el camino "están pendientes temas complicados que habrá que abordar cada uno a su tiempo". "Y para ello lo mejor es no olvidar nunca la enorme alegría y esperanza que la nueva situación ha suscitado en millones de personas", agrega.

En esta línea, agradece la labor del sacerdote irlandés Alec Reid al abrir líneas de comunicación "entre grupos y personas, serenando ánimos y rebajando desconfianzas", y subraya que la presencia de Reid en el País Vasco no responde "a una decisión o una estrategia de la Iglesia vasca".