El Supremo rebaja de dos a un año la condena a una vallisoletana por apropiarse de 251.000 euros de un tío senil

Actualizado: jueves, 7 enero 2010 12:55

VALLADOLID, 7 Ene. (EUROPA PRESS) -

El Tribunal Supremo ha rebajado de dos a un año la pena de prisión para una vecina de Simancas (Valladolid) que se apoderó entre los meses de marzo y julio de 1995 de un total de 251.824 euros que su tío, de 80 años y con demencia senil, tenía ingresados en una cuenta bancaria de Caja España en dicha localidad.

En su sentencia, el Alto Tribunal estimó parcialmente el recurso de casación interpuesto por la defensa, ya que, pese a mantener la condena por delito de estafa, la rebajó a un año de prisión, frente a los dos años impuestos a primeros de 2009, al considerar que no hubo abuso de confianza, que fue la agravante aplicada por la Audiencia de Valladolid, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Además de la pena privativa de libertad, la condenada habrá de pagar, en concepto de responsabilidad civil, una indemnización de casi 252.000 euros.

Durante el juicio, en el que las acusaciones pública y privada solicitaron una condena de cuatro años de prisión, la procesada reconoció haber acompañado a su tío en febrero de 1995 a la sucursal para realizar un reintegro por esa cantidad pero negó haber dispuesto del dinero en beneficio propio y aseguró desconocer su destino.

"El secreto se lo llevó mi tío a la tumba. Yo, desde luego, soy la persona que no lo tiene", advirtió la condenada, quien aseguró que su tío David F.M, al que acogió en su casa de Simancas y de cuyo cuidado se hizo cargo desde septiembre de 1995 hasta su fallecimiento, en diciembre de ese mismo año, mantuvo que el octogenario metió el dinero en la maleta que tenía en su habitación y que "nadie tocaba" y no volvió a saber nada de él.

Aunque inicialmente el anciano estaba al cuidado de una hermana de la acusada, esta última explicó que decidió llevar al tío a su casa de Simancas al renunciar la primera a seguir con él y "porque a ningún tonto le amarga un dulce", en alusión a las 10.000 de las antiguas pesetas que percibía cada día de su huésped para costear su estancia, si bien insistió en que a parte de esa manutención no se apropió de dinero alguno de su patrimonio.

Sí reconoció haber retirado en enero del 95 más de 30.000 euros de una cuenta de su tío, por indicación expresa de éste, y haberlos ingresado en otra de Caja España en Simancas de la que eran cotitulares el anciano y ella, así como haber hecho lo propio en el mes de julio con otros 6.000 euros que el tío le entregó a su esposo como una "aportación" a la boda de la hija de ambos.

"ÉL HACÍA Y DESHACÍA"

La acusada reiteró que todos los movimientos de dinero fueron realizados siguiendo siempre las indicaciones de su tío, de quien aseguró que se hallaba en perfecto estado mental y era plenamente consciente de sus actos, pese a los informes del médico de Atención Primaria de Pedrajas que determina lo contrario. "Yo no tengo la formación suficiente como para saber si tenía o no demencia senil, pero lo que puedo asegurar es estaba cuerdo", dijo G.B.F, quien advirtió de que el anciano "hacía y deshacía" mientras ella se limitaba a ejecutar sus órdenes.

"Toda la vida hizo su santa voluntad, era de los de yo ordeno y mando", recordó G.B.F. Ésta indicó que si al fallecimiento de su tío decidió retirar de la cuenta de éste otras cantidades que se ingresó en la cuenta de Simancas y en otra de la Plaza de Fuente Dorada, en Valladolid capital, fue porque en aquellas fechas estaba en la creencia de que había sido declarada heredera universal del anciano, pese a que en realidad el único testamento válido del fallecido era aquel en el que dejaba como herederos a partes iguales a sus diez sobrinos.

La vecina de Simancas también aseguró que tras la muerte del tío, nuevamente por indicación de éste en vida, se puso en contacto con cinco sobrinos para hacerles entrega a cada uno de ellos de 6.000 euros, iniciativa que, según ella, no fue ni para aplacar los ánimos de sus herederos ni para tranquilizar su conciencia. "Mi conciencia está muy tranquila", espetó G.B.F.