UE.- Barroso arremete contra quienes trazan líneas rojas y vetos que no llevarán a la UE a "buen puerto"

Actualizado: martes, 19 junio 2007 21:44

Advierte de que un fracaso sobre el Tratado europeo haría peligrar los logros de 50 años

ESTRASBURGO, 19 Jun. (EUROPA PRESS) -

El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, advirtió hoy de que si los jefes de Estado y de Gobierno que se reunen este jueves y viernes en Bruselas no logran pactar un nuevo Tratado pondrán en peligro los logros que la Unión Europea ha cosechado en sus 50 años de historia. Además, arremetió con dureza, pero sin citarlos, a los países que como Reino Unido o Polonia, ya han trazado sus 'líneas rojas' y mostrado sus posturas de bloqueo porque si todo el mundo hace lo mismo "no se llegará a buen puerto".

"Un fracaso significaría dar marcha atrás, tirar nuestro trabajo por la borda y poner en peligro todos los progresos logrados en los últimos años", proclamó el jefe del Ejecutivo comunitario en rueda de prensa celebrada en Estrasburgo en la que expuso la postura de la Comisión sobre las negociaciones en curso para dar a luz un Tratado reformado.

"Mi invitación a los jefes de Estado y de Gobierno es que por favor no pierdan esta oportunidad, que por favor no socaven todos los progresos que se han hecho hasta ahora y que hay una oportunidad real para el acuerdo", continuó Barroso para quien el desafío del Consejo Europeo es dotar a la UE de "capacidad" para actuar en el siglo XXI.

Según Barroso, hay muchas razones por las cuales se necesita una reforma del Tratado, entre ellas lograr más eficacia, mejor capacidad de actuación y una mayor coherencia en política exterior para mostrar que la UE tiene la capacidad de actuar en un mundo globalizado.

Estas cuestiones, advirtió, no van a desaparecer, y si no se les hace frente ahora volverán a aparecer más delante y pondrán en tela de juicio la credibilidad de la UE porque, en su opinión, los europeos no podrán presentarse ante el resto del mundo con seriedad hablando de cambio climático, lucha contra el terrorismo internacional o de ayudar a los países pobres cuando ni siquiera son capaces de acordar nuestras instituciones.

Y puso la inmigración como ejemplo de la necesidad de actuar de forma común. "Nadie puede imaginar que un país solo pueda afrontar el reto de la inmigración internacional", dijo. "Si no logramos un acuerdo institucional vamos a poner en poner en peligro el avance de una Europa política y de una Europa más noble y más solidaria", insistió. "Si no tenemos un acuerdo sobre la cuestion institucional van a ser malas noticias para Europa. Lo digo sin dramatizar, es una evidencia política", sentenció.

Por otro lado, en un mensaje dirigido a quienes temen un mayor poder de la Unión Europea, resaltó que "nadie quiere construir un 'superestado' por encima de los Estados miembros". "Esta es una percepción falsa. Una caricatura. La UE se construye por y para los Estados miembros, no contra ellos", aseveró.

Insistió, por tanto, en que el Tratado tiene que ser un texto mejor que el actual, y avisó igualmente de que la Comisión Europea no aceptará un texto que ponga en peligro lo que la comunidad ha conseguido en los últimos 50 años. En esta línea, advirtió de que el reto que tiene planteado hoy la UE no se alcanzará si se vuelve al tratado de Niza, porque hay que "simplificar, no complicar" las cosas.

Defendió también el equilibrio institucional y no dar marcha atrás en determinados acuerdos ya pactados anteriormente, como el sistema de voto, o no mantener divisiones artificiales entre políticas cuando la globalización las acerca cada vez más. En definitiva, se mostró en contra de lo que llamó una "Europa a la carta" y dejó claro que las excepciones a las que pueden acogerse los países (el mecanismo denominado 'opt-out') tienen que ser la última opción y no puede convertirse en norma.

"Hay trabajo que hacer pero la solución es posible. Hay gente que habla de llevar al menos tres camisas y déjenme decirles que yo llevaré tantas camisas como sea necesario", ironizó en alusión a posibilidad de que el Consejo se prolongue más allá del viernes y los Jefes de Estado tengan que pasar el fin de semana en Bruselas. "No debemos dejar Bruselas antes de obtener un buen resultado para Europa", resumió.

Barroso hizo pues un llamamiento a los líderes europeos para que logren este resultado porque, de lo contrario, sólo habrá perdedores en Europa. "Si tenemos éxito, todos ganaremos", sentenció.

MINISTRO DE EXTERIORES

Por otra parte, aunque no quiso pronunciarse sobre las posiciones nacionales, al ser preguntado por las 'líneas rojas' expresadas por Reino Unido --que entre otras cosas rechaza la figura del Ministro de Exteriores contemplada en el Tratado constitucional-- Barroso respondió que hay que tener "mucho cuidado" porque si ahora se pone en tela de juicio la figura del responsable de Exteriores habrá un problema "grave" de equilibrio institucional.

También admitió que no le gustaba la expresión "líneas rojas" porque si todo el mundo hace lo mismo "no se llegará a buen puerto". Así pues, insistió en que la CE no está a favor de replantear lo que Barroso llamó "delícadísimos equilibrios" en materia interinstitucional, sobre todo en lo que se refiere el sistema de voto.

Y en una clara alusión a países como Polonia o República Checa, que también mantienen posturas de fuerza, Barroso dijo estar convencido de que los nuevos Estados tienen "gran interés" en mostrar que el hecho de ser miembros de la UE no está "complicando" la vida de la Unión y sino ayudando a su impulso. A ellos les pidió una cooperación "activa y sin reservas".

"No le interesa a ningún Estado estar en una posición que se perciba de línea dura", agregó tras advertir de que las posturas de bloqueo sólo servirán, a la larga, para buscar la ruina del país que las mantiene.

"Que defiendan sus posiciones, pero que no empiecen a pintar ni líneas rojas ni vetos", proclamó. De igual forma, a aquéllos socios que, como Países Bajos, reclama un mayor papel de los Parlamentos nacionales, Barroso les recordó que la Comisión no aceptará que un Parlamento Nacional se convierta en "la puerta de atrás" para echar por tierra determinadas medidas.