Una víctima denuncia que todavía hay "cierto complejo" en nacionalismo e izquierda al equiparar a víctima y terrorista

Actualizado: domingo, 18 mayo 2008 17:42

Dice que su mayor contribución a la paz de este pueblo es educar a sus dos hijas "sin odio ni rencor por estos temas"

BILBAO, 18 May. (EUROPA PRESS) -

Iñaki Arrizabalaga, hijo del ex delegado de Telefónica en Gipuzkoa Juan Manuel García Cordero, asesinado por una escisión de ETA en 1980, aseguró hoy que "aunque decreciente", todavía "existe un cierto complejo en el mundo nacionalista y en el de determinados sectores de la izquierda por reconocer que, entre víctima y asesino, la razón y la verdad no están precisamente en el medio".

Además, en su intervención en el homenaje organizado en San Sebastián, por la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, destacó que está "involucrado, por honor y por dignidad personal y como vasco", en que sus dos hijas "crezcan sin odio ni rencor por estos temas". "Esa es mi mayor contribución a la paz de este pueblo", añadió.

Arrizabalaga recordó cómo su padre fue secuestrado y asesinado cuando salía de su casa para coger el coche e ir a trabajar, y cómo le había ofrecido a su hijo llevarle al colegio, ya que llovía, a lo que él se negó pues tenía la intención de acudir en bicicleta.

Por este motivo, reconoció que hoy todavía sigue pensando si hubiera retrasado unos días su muerte de haber aceptado su invitación para llevarle en el coche al colegio.

Respecto a los asesinos, de los denominados comandos autónomos anticapitalistas, una escisión de ETA, advirtió de que "su macabra contribución al Movimiento de Liberación Nacional Vasco se resumió en una viuda y siete huérfanos".

Arrizabalaga explicó que su testimonio y su mensaje únicamente le representan a él mismo en su intención de lograr una "deslegitimación radical del terrorismo" cuando "todavía siguen insoportablemente produciéndose víctimas del terrorismo, la última, esta misma semana, la sangre inocente de Juan Manuel Piñuel, esposo y padre de familia".

"Han pasado más de 27 años desde el asesinato de mi padre y todavía algunos piensan que la sociedad vasca no debe nada a las víctimas del terrorismo, ya que bastante sería como sociedad cargar con el estigma del terrorismo", criticó.

Respecto a esta cuestión, defendió que la sociedad vasca debe a las víctimas del terrorismo, tras años de haberlas "ignorado o marginado, cuando no estigmatizado", un compromiso "prioritario y activo", liderado por sus representantes políticos, "de deslegitimar socialmente el terrorismo".

Para esta deslegitimación, aclaró, "no deben existir las fisuras que se observan en la clase política", como tampoco "determinadas incoherencias de nuestros gobernantes entre lo que se piensa y lo que se dice, entre lo que se dice y lo que se hace".

"Aunque decreciente, creo que todavía existe un cierto complejo en el mundo nacionalista y en el de determinados sectores de la izquierda por reconocer que entre víctima y asesino la razón y la verdad no están precisamente en el medio. Estas incoherencias no hacen sino debilitar la lucha por la deslegitimación del terrorismo", remarcó.

Asimismo, pidió a los representantes políticos que olviden las pretensiones "de partido" en su relación con las víctimas, ya que, de hecho, deberían tener "más en cuenta los sentimientos y la ética" para que "su condena y su solidaridad", que estimó "sincera en lo personal, resulte más creíble".

En su discurso, también recordó que "todas las víctimas del terrorismo", tanto antes como después de la Constitución o del Estatuto, "han sido asesinadas en nombre del pueblo vasco", logrando únicamente "sembrar dolor y destrucción".

CUESTIONAMIENTO DEL TERRORISMO.

Arrizabalaga explicó que "esos son malos cimientos para construir cualquier cosa" y que, "tal vez por eso, algunos han comenzado, por fin, a recorrer un camino de cuestionamiento del terrorismo".

Sin embargo, criticó que hay quienes "no cuestionan su legitimidad, sino que lo critican tan sólo desde la óptica estrictamente utilitarista".

Por el contrario, destacó que hay quienes "afortundamente cada vez más, van avanzando en el compromiso ético y la solidaridad humana... adelante". "Como dijo Lurdes Oñederra, pierdan los miedos, el miedo a la ruptura, a perder la identidad, a que el euskera se quede sin defensores, miedos que no les han dejado ver el gran miedo, con mayúsculas, de las víctimas", dijo.

Por otro lado, pidió también un "compromiso activo de la sociedad vasca, de todos y cada uno de sus ciudadanos, de no caer en la trampa, de no olvidar, no olvidar nunca que con las víctimas del terrorismo existe una situación de injusticia permanente, porque hemos perdido algo que nunca se nos podrá reparar".

"Despúes de años de ocultamiento y olvido parece ser que para nuestra vergüenza como sociedad las víctimas del terrorismo somos en Euskadi todavía un tema tabú en asuntos tan importantes como el de la educación por la paz. Hablamos normalmente de lo que ocurre en el Sáhara o en Colombia, pero paradójicamente no nos atrevemos a hablar de lo que ocurre en nuestra propia casa", denunció.

En este aspecto, pidió que se escuche a las víctimas "por ejemplo en las aulas", ya que su testimonio puede resultar "sumamente instructivo" para las generaciones futuras, además de "servir para el reconocimiento social que como víctimas nos merecemos".

"Creo que a las víctimas del terrorismo nos une un firme compromiso por conseguir que no se otorgue legitimidad ni concesiones políticas a quienes únicamente han aportado muerte y destrucción. Es imprescindible no justificar la violencia como herramienta política, ya que sólo de esta manera afianzaremos las bases de una sólida democracia", añadió.

Asimismo, abogó porque el discruso de deslegitimación terrorista "consiga empapar profundamente las mentalidades y las actitudes de la ciudadanía y de todas las instancias políticas", siempre desde "el respeto escrupuloso a los derechos humanos y al Estado de Derecho"

Por último destacó que las víctimas han tenido el mérito de no haber "reaccionado contra nuestros agresores agitando así un proceso de enfrentamiento civil".

"Estoy involucrado por honor y por dignidad personal y como vasco en que mis hijas, Leire y Nerea, crezcan sin odio ni rencor por estos temas. Esa es mi mayor contribución a la paz de este pueblo", concluyó.